
¿Qué vino elijo para mis invitados? ¿Cojo alguno de los que tengo por casa? Esta puede ser una solución. Pero hay otras que pueden convertir una cena en toda una experiencia.
La armonía entre vinos y platos nos ayudará a mejorar la experiencia de nuestros invitados
Cada vez que tenemos un invitado en casa tenemos el mismo quebradero de cabeza. Nuestro conocimiento en vinos no es muy extenso y no nos salimos del “blanco para el pescado” o el “tinto para la carne”. Aunque lo cierto es que no debemos obsesionarnos por acertar con el vino exacto para cada receta, armonizar los caldos con los platos es un arte que tiene todo el sentido.
Lo explica José López Montenegro, sumiller del restaurante El Club Allard, con dos estrellas Michelin: “la armonía entre un vino y un plato puede cambiar totalmente una experiencia gastronómica”. De hecho, él prefiere no hablar de maridaje, una palabra muy de moda, sino de armonía, un concepto que considera fundamental a la hora de sacar partido a la unión entre caldos y recetas.

En busca de la armonía
Tenemos claro que debemos buscar esa armonía pero, ¿por dónde empezamos? José López recomienda, en primer lugar, conocer muy bien los productos que vamos a consumir, especialmente la comida. En realidad, se trata de conocer los sabores predominantes en el plato y buscar un vino que los complemente por afinidad o por contraste. Muy importante: ni vino ni plato se deben imponer el uno al otro, sino que sus sabores deben estar en perfecta concordancia. Recordemos: la armonía es la clave.
Así, conviene indagar primero qué sabores mandan en cada uno de nuestros platos, a través de sus ingredientes. Básicamente, debemos buscar los amargos, ácidos, dulces o salados.
Por ejemplo, en una sopa de tomate con melón, podemos buscar un vino que aporte acidez para resaltar el tomate, o bien notas afrutadas para destacar el melón. En este caso, un verdejo o un Sauvignon blanc serán soluciones muy adecuadas.
Si optamos por servir un plato en el que predomine el sabor salado, como sería el caso de un marisco o salazones como las anchoas, podemos buscar la afinidad de vinos con carácter salino, como es el caso de los vinos de Jerez. Los champanes también aportan una gran redondez a este tipo de platos.
En el caso de los platos dulces, José López Montenegro aconseja siempre apostar por la afinidad, ya que armonizar el vino por contraste es más complicado. Y advierte: “todos los vinos tienen su matiz dulce, aunque sean secos”. Para los amargos, sin embargo, es mejor apostar por el contraste.
Ojo con la temperatura
A la hora de servir el vino, conviene desterrar algunas ideas muy extendidas como que los blancos deben estar muy fríos y los tintos a temperatura ambiente. Lo cierto es que cada vino tiene su temperatura de servicio, que en muchos casos viene recomendada en la propia botella. Tratar de respetarla es la mejor estrategia que podemos seguir para que nuestros invitados recuerden su velada en nuestra casa por mucho tiempo.
