Los ‘abuelos’ del fútbol: toda una vida enamorados de su equipo
Con motivo del 14 de febrero, día de San Valentín, cuatro aficionados veteranos comparten el amor por su equipo. Una pasión que ha permanecido inalterable con el paso de los años
Javier Brizuela | Cecilia Marín
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El 14 de febrero, día de San Valentín, es una jornada especial para aquellas personas que disfrutan de la sensación de estar enamoradas. Suele identificarse ese sentimiento con una relación de pareja, pero sus manifestaciones son diversas. El fútbol, territorio pasional por excelencia, nunca ha estado al margen de las más variadas muestras de cariño.
Los equipos de LaLiga Santander y LaLiga SmartBank tienen detrás unos aficionados que ríen, lloran, sufren, gritan y se emocionan al compás de sus encuentros. Si esto no es amor, se le parece bastante. Y muchos de estos hinchas llevan profesando amor por sus colores toda una vida. Cuatro de estos aficionados veteranos nos explican las razones por las que su vida no puede entenderse sin el inmenso cariño hacia unos colores.
Josefina Aladrén
80 años. Aficionada del Real Zaragoza
Jesús Oliván
96 años. Aficionado del Atlético de Madrid
Robin Julian Harris
79 años. Aficionado del Villarreal CF
Ambrosio Magaña
62 años. Aficionado del CA Osasuna
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Josefina Aladrén: de viaje de novios, a La Romareda
80 años. Aficionada del Real Zaragoza
Josefina Aladrén, de 80 años, acredita una larga historia a sus espaldas como seguidora del Real Zaragoza, pero la actualidad manda, y tiene muy presente el último partido de su equipo, contra el CF Fuenlabrada. “Qué pena que anoche no consiguiésemos marcar. Ese penalti que fallamos…”, lamenta. Habla en primera persona del plural, no solo por su sentimiento de pertenencia al conjunto aragonés. También porque su familia comparte pasión. Montse Sierra, su hija, es socia del Zaragoza desde hace más de 20 años. Pero todo empezó con su esposo. El amor lleva al amor.
“Mi marido era muy aficionado. En 1962 fuimos a La Romareda a ver al Zaragoza de viaje de novios”
“Mi marido Antonio, que ya falleció, era muy aficionado. Fíjate que en 1962, tras casarnos, fuimos a La Romareda a ver al Zaragoza. Fue nuestro viaje de novios. Y ganó el Zaragoza”, evoca. La tradición familiar va camino de perpetuarse. Josefina avisa de que en junio tendrá un bisnieto y, claro está, vendrá con un carné del club bajo el brazo.
Ante la pregunta por sus mejores recuerdos como seguidora, la primera respuesta es clara: “Cualquier partido que haya ganado el Zaragoza es un buen recuerdo”. Cuando se le pide mayor concreción, afloran nombres míticos, como Marcelino y Lapetra. “Carlos Lapetra, el padre del actual presidente, Christian, estuvo un día en mi casa. Pasaba por mi calle en fiestas y le invitamos a entrar”, rememora. De etapas más recientes, cita a futbolistas como el ‘Toro’ Acuña y los hermanos Milito. Del paraguayo Acuña le viene a la cabeza una acción espectacular: el golazo en los últimos instantes que sirvió para derrotar al Real Madrid en La Romareda (temporada 2001/02).
Entre Lapetra y Acuña también pasaron cosas grandes, como el periodo en el banquillo de Víctor Fernández. “Habría que hacerle un monumento junto a La Romareda. Es un señor y nos ha dado mucho. Con él vivimos grandes momentos en los 90 y el año pasado volvió y conseguimos salvarnos. Qué mal lo pasamos”, reconoce.
La edad de Josefina es un impedimento para ir al estadio, pero el amor –y la televisión- facilitan las cosas. “Ya no puedo ir a La Romareda, pero sigo sin perderme ningún partido. Me pongo muy nerviosa. Ojalá volvamos pronto a LaLiga Santander”, agrega como un deseo que espera ver cumplido más pronto que tarde.
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Jesús Oliván, el hombre al que se le empañan los ojos al hablar de su equipo
96 años. Aficionado del Atlético de Madrid
Jesús Oliván ya era experto en hacerle spoilers a sus nietos antes de que ninguno supiéramos el significado de esa palabra. Como muchos españoles, este oscense de 96 años veía los partidos de fútbol en la tele de su salón con la radio en la mano y los cascos puestos. “Siempre me enteraba segundos antes de los goles, así que se los cantaba todos”, recuerda. Ahora, sigue los partidos de su querido Atlético de Madrid con la misma emoción, pero de una forma muy distinta: “No puedo verlos en directo porque me pongo muy nervioso y sufro mucho cuando les marcan un gol. Ahora sigo los partidos a través del Teletexto o, si juegan a las 16.00 horas, me echo la siesta con la radio debajo de la almohada y la enciendo de vez en cuando para ver cómo van”.
‘Indio’ recalcitrante desde los 15 años, por entonces también simpatizaba con la Unión Deportiva Huesca, pero se hizo del Atleti sobre todo por Adrover. “Era muy muy bueno y se murió muy joven. Me dio una pena tremenda, como si hubiera sido un familiar”, relata. Desde entonces, ha sentido las penas y alegrías del Atleti, su Atleti, como propias. “Cuando bajamos de la máxima categoría sufrí mucho, pero luego disfruté enormemente cuando Luis Aragonés nos hizo subir”, narra.
“La noche antes de visitar el Wanda Metropolitano no pegué ojo de la emoción”
Confiesa que los títulos no le importan, pero sí le gusta “que el Atleti gane siempre”, una preferencia que, sin embargo, no se veía reflejada en sus apuestas en La Quiniela: a pesar de amar por encima de todas las cosas a su equipo, nunca pronosticaba sobre el papel que el Atleti fuera a ganar. ¿Superstición? Practicidad, más bien. “Siempre ponía que perdían y/o empataban porque si ganaban, aunque perdiera dinero, estaba contento, y si perdían, pues también porque había acertado La Quiniela”, recuerda divertido.
Optimista y práctico donde los haya, Jesús hace alarde de esas mismas cualidades al ser preguntado por la mudanza al Estadio Wanda Metropolitano: “El Calderón era bonito, pero nada comparable al Metropolitano: es más amplio, con espacio para más socios y más moderno”. Aun así, recuerda con emoción la primera vez que pisó el Vicente Calderón y las palabras que le salieron del alma: “Ya puedo morir tranquilo”. Fue el 1 de abril de 2007, en un partido contra el RCD Mallorca que se saldó con un empate, un resultado que le hizo ir quejándose los 400 kilómetros de vuelta a casa, como recuerdan sus nietos.
“El Calderón era bonito, pero nada comparable al Metropolitano: es más amplio, con espacio para más socios y más moderno”, dice Jesús Oliván.
Volvió a Madrid para despedirse del templo rojiblanco en el verano de 2016, ocasión que aprovechó para realizar el tour y visitar el museo. Y no esperó mucho más para conocer el Wanda Metropolitano: “Asistí al segundo partido que se disputaba allí junto a uno de mis hijos y dos nietos. Me levanté a las 5 de la mañana y esa noche no pegué ojo de la emoción”. Ese día, la vuelta en coche a Huesca fue más agradable: ganaron 2-0 frente al Sevilla FC.
El único estadio que no llegó a visitar fue el antiguo Metropolitano, una espinita que se suma a la de no haber conocido en persona a Luis Aragonés, pero pesan más las alegrías. Además, reconoce con orgullo que ha inculcado a toda su familia su pasión por el Atleti. De hecho, son la única ‘tribu’ atlética de su pueblo, Barbués, donde por tradición todos son del Real Madrid o del FC Barcelona. “Para mí el Atleti es el mejor equipo del mundo… y siempre lo será”.
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Robin Julian Harris: colores que traspasan fronteras
79 años. Aficionado del Villarreal CF
El caso de Robin Julian Harris (79 años) es, como mínimo, atípico. Su historia está ligada a la esencia del fútbol. La fidelidad a unos colores puede traspasar orígenes y fronteras. Robin, londinense de nacimiento, es castellonense de adopción. Su amor por el Villarreal CF vino aparejado con su periplo vital. “En mis últimos años como trabajador llevaba un gimnasio en Alcocéber, y vine a Villarreal cuando me jubilé. Llevo más de 15 años siguiendo al Villarreal, y además vivo junto al Estadio de la Cerámica. Tardo 20 segundos en coche, que son 15 si no hay mucho tráfico”, comenta risueño. Harris es miembro de la peña ‘La 12’. Antes estuvo en la ‘Celtic Submarí’ (agrupación nacida a raíz de un cruce en la Copa de la UEFA 2003/04 entre Celtic de Glasgow y Villarreal). Sus tiempos de seguidor del Leyton Orient FC quedan lejanos.
“El Villarreal es lo mejor que me ha pasado en esta etapa de mi vida”
Una vez presentado el origen de su filiación futbolística, la siguiente pregunta tenía que enfocarse hacia los motivos que convierten al Villarreal en un conjunto especial para él: “Es un equipo diferente. Es el equipo del pueblo. En cada partido compruebas que la afición es una gran familia”. En una localidad de 50.000 habitantes que cuenta con un campo cuya capacidad supera las 20.000 personas, la consideración de equipo del pueblo adquiere todo el sentido. La mitad de la población podría entrar en las gradas del Estadio de la Cerámica.
Robin expone una anécdota que ejemplifica bien la camaradería que reina en el club y su entorno: “Cuando tenía 68 años, sufrí una enfermedad que me impedía subir las escaleras del estadio hasta mi localidad. Planteé el problema y los trabajadores del club me dejaron ponerme en primera fila. Eso hace grande a este club”.
La edad no supone un obstáculo insalvable para seguir al equipo al que ama allá donde juegue: “Este año solo he faltado en los viajes a Sevilla y Barcelona. Los viajes más largos los hago en coche y paso la noche en un hotel para que no sea una paliza. Cuando los viajes son más cortos voy en el autobús con los miembros de la peña”.
Robin ha visto de cerca a jugadores de una calidad tremenda. Cita a Cazorla, Pirès, Reina, Senna o el mejor de todos para él, Juan Román Riquelme. “Con Senna me pasó algo curioso. Coincidimos en un supermercado y él se acercó a saludarme. Mi pareja se sorprendió mucho”, cuenta con cariño. Cerca de los 80 años, no tiene dudas: “El Villarreal es lo mejor que me ha pasado en esta etapa de mi vida”.
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Ambrosio Magaña y un gol más especial que el de Iniesta
62 años. Aficionado del CA Osasuna
“Soy un enamorado de Osasuna”. Ambrosio Magaña Fernández (62 años) lo deja claro al principio de la conversación. Trabajador de Correos jubilado y natural de la localidad navarra de Murchante, explica el origen de su pasión: “Mi afición por el CA Osasuna comenzó a raíz de casarme, porque empecé a ir al fútbol con mi suegro y me trasladé a vivir a Pamplona. El primer partido que vi en El Sadar fue un Osasuna-CD Castellón, en la temporada 1981/82”.
Ambrosio ha sido socio del club de sus amores desde el curso 1985/1986. “No falto a ningún partido en El Sadar. Cuando llega el invierno, si me tengo que poner dos pantalones, dos pares de calcetines, botas y gorro me los pongo, pero voy al campo. No fallo”, asegura. Recuerda orgulloso que Osasuna es uno de los cuatro únicos clubes –los otros son Real Madrid, FC Barcelona y Athletic Club-que no son Sociedades Anónimas Deportivas: “El club está en manos de sus socios”.
“No falto a ningún partido en El Sadar. Y en invierno, si me tengo que poner dos pantalones, dos calcetines, botas y gorro, me los pongo”
En un repaso a sus años de camiseta y bufanda rojillas, dos nombres le vienen rápido a la cabeza. “Con Fermín Ezcurra de presidente tuvimos una época gloriosa. Para mí es el mejor que hemos tenido y el que más tiempo ha estado en el cargo. Estuvo 23 años y realizó una gestión económica brillante. Ha sido uno de los mejores directivos de todo el fútbol español. Otro personaje histórico fue Pedro María Zabalza. Con él de entrenador hicimos grandes temporadas en el campeonato liguero y nos clasificamos para jugar la Copa de la UEFA”, expone. “Recuerdo que tenía dos frases que repetía mucho: ‘Si nos confiamos, somos muy malos’ y ‘la gente se cansa de ver siempre las mismas caras’”.
El fiel seguidor navarro también evoca con cariño la etapa de Javier Aguirre –actual entrenador del CD Leganés- en el club. Años de grandes actuaciones en LaLiga Santander a los que sucedieron momentos más complejos. Ambrosio ha vivido durante todo este tiempo una cantidad tremenda de experiencias y de sensaciones. Eso sí, ninguna como la de junio en 2015, cuando sufrió desde casa el dramático partido de Sabadell. “No lo he pasado nunca tan mal ni me he llevado una alegría tan grande con el fútbol como el día que empatamos 2-2 en Sabadell y logramos la permanencia en LaLiga SmartBank. Ese gol de Javier Flaño al final me produjo una emoción que no he sentido ni el día que España ganó el Mundial de 2010. Aquí también quiero mencionar a David García, que fue el que nos dio esperanzas con el primer gol”.
Socio del Osasuna desde el 85, Ambrosio Magaña está encantado con el equipo actual: "Hace un juego ofensivo y directo que le gusta al público de El Sadar"
En la actualidad, Ambrosio está encantado con la labor del técnico Jagoba Arrasate y del director deportivo Braulio Vázquez: “El equipo está bien. Hace un juego ofensivo y directo, que le gusta al público de El Sadar. Da mucha pena la lesión de Chimy Ávila, porque estaba haciendo una temporada espectacular”.
Por si a alguien se le había olvidado, Ambrosio comenzó su idilio con Osasuna a raíz de su boda. En su caso, familia y fútbol siempre han ido de la mano. “Camino, mi mujer, no es aficionada, pero sabe y comprende que el fin de semana no puedo perderme el partido de Osasuna, en el campo o a través de la televisión. Además, mis hijos, José Manuel y Javier, han ido conmigo a El Sadar durante muchos años”, afirma con satisfacción. Desde hace poco, su nieto Emilio se ha incorporado al plan familiar de cada jornada.
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