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B. González
Llutxent
Martes, 9 de agosto 2022, 17:02
En un contexto en el que se imponen las medidas para el ahorro energético, con el apagón de la iluminación nocturna en los municipios, el recuerdo de la figura del sereno cobra más fuerza. Esa persona que se encargaba de la vigilancia por las noches y acompañaba con su farol y luego linterna al viandante hasta su casa. En él hay que buscar el origen de una de las tradiciones lúdicas de los veranos en una gran cantidad de municipios de toda la Comunitat.
Se trata de la fiesta de los Fanalets de meló d'Alger, en el que los mayores ayudan a la chiquillería a transformar las sandías en farolillos, para, por la noche, iluminar el municipio recorriendo las calles todos juntos.
En Llutxent la fiesta es este jueves. Con un taller por la mañana en el que los pequeños podrán realizar paso a paso el fanalets y decorar el meló con dibujos para que luzca más bonito.
Juan Mahíques, que fue maestro durante 42 años y uno de esos niños que disfrutaban con los fanalets en Llutxent desde que tiene conciencia, asegura que se trata de una tradición de años que ha pasado de generación en generación. "Entonces era una de las distracciones del verano al no haber televisión".
Mahíques explica el por qué se utiliza el meló d'Alger o sandía para realizar estos farolillos. "Normalmente en Llutxent los terrenos eran de secano y se plantaba un bancal con melones como negocio. Casi todas las casas tenían. Los más pequeños, de los primeros que salían por Santo Domingo (el 8 de agosto) eran los que se ofrecían a los niños para realizar los fanalets".
Los abuelos eran los encargados de realizar estas pequeñas obras artesanales. Se cortaba la parte de arriba de la piel por uno de los lados y con una cuchara se vaciaba toda la pulpa, que los niños aprovechaban para comerla mientras los iaios realizaban el trabajo. Luego, con un cuchillo de punta fina se hacían dibujos en la piel como una luna, un sol, una escalera.
En la parte de abajo se hacía un agujero donde se introducía un trozo de vela que al encenderla iluminaba todos los dibujos. Para sujetarlo, se hacía dos agujeritos en la parte de arriba a cada lado y se ponía un cordel de pita.
Ya por la noche se reunía toda la chiquillería y recorrían todo el pueblo con los fanalets encendidos, acompañados de la música de tabalet y dolçaina, mientras se cantaba lo siguiente:
"Sereno, mereno,
dis-me quina hora és,
La una, les dos, ja toquen les tres.
El sereno i la serena
se n'anaren a peixcar
i trobaren una anguila
en el fons de la mar.
Ha vingut un "barco"
de cacau fallat
i el pobre Manolo
ha caigut soldat.
Se m'ha anat a Cuba
i no l'han volgut
perquè té una cara
com un mig almud".
Ahora, en Llutxent, es el Ayuntamiento el que ha cogido el testigo de la tradición y organiza un taller para que sean los propios niños y niñas quienes aprendan a realizar el fanalet, proporcionándoles las sandías y luego por la noche se hace el recorrido por las calles, con las luces apagadas y solo con la iluminación de los farolillos, acompañados de la Unión Musical de la localidad que ha musicalizado la canción popular.
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