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Exposición de abanicos donados por la familia Rincón de Arellano.

Los abanicos dan nuevos aires al museo González Martí

El museo exhibe la colección de la familia Rincón de Arellano con piezas de los siglos XVIII, XIX y XX

Noelia Camacho

Jueves, 15 de mayo 2014, 22:18

Cuando los miembros de la familia de Adolfo Rincón de Arellano García y de su mujer Isabel María de Castellví Trenor, condesa de la Villanueva, llevaron al Museo de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí las cajas que contenían los abanicos que había coleccionado el matrimonio, no esperaban que, de esos 97 complementos femeninos, surgieran verdaderas joyas de los siglos XVIII, XIX y XX.

Un auténtico paseo por la evolución del abanico a través de 75 piezas, 21 de ellas restauradas por los técnicos del González Martí, que se podrán ver en la exposición temporal 'Nuevos aires para el museo' hasta el 31 de agosto.

Comisionada por Carmen Rodrigo, la exposición ofrece un recorrido cronológico por las distintas fases por las que ha pasado un complemento que popularizó Isabel II. Se inicia en el siglo XVIII con ejemplares de la etapa más brillante de la industria abaniquera europea. Destaca un abanico italiano recuerdo de lo que se denominaba el Grand Tour, un viaje que realizan un grupo de jóvenes aristócratas ingleses a Italia para perfeccionar sus conocimientos de lengua y artes clasicas. De estilo pompeyano y realizado en piel pintada y nácar es una de las joyas más representativas de este siglo, donde también se concentran piezas de los estilos Luis XV y Luis XVI.

El principio del siglo XIX trajo consigo los abanicos brisé imperio, de pequeños tamaños en marfil y hueso en los que el varillaje era estaba sujeto con cintas de seda. Aquí aparecen los abanicos cristinos, en referencia a la reina regente María Cristina. Una de las piezas más significativas es el que conmemora sus esponsales con el rey Fernando VII.

Una nutrida muestra de abanicos isabelinos corona otra de las partes de la muestra. Durante el reinado de Isabel II, ella fue la encargada de popularizar este complemento, que pasó a elaborarse con nácar y a utilizar hoja de papel o piel impresa.

Durante el corto reinado de Alfonso XII salieron a la luz los conocidos como abanicos de la Belle Epoque. Pintados con temas amorosos, ampliaron su tamaño y pasaron a llamarse pericones. Con espléndidos varillajes tallados en nácar y trabajdos con delicados motivos Art Nouveau, contenían referencias mitológicas, galantes e incluían, algunos de ellos, plumas.

Ya en el siglo XX llegan los abanicos alfonsinos y modernistas, coincidiendo con el reinado de Alfonso XIII. Imitan los estilos imperio pero incluyen materiales ligeros como las lentejuelas y se llenan de delicados detalles florales.

Numerosos ejemplares de las décadas de los 30 hasta lo 70 ponen de relieve el buen hacer de los abaniqueros valencianos.

Un conjunto de abanicos costumbristras de pintores valencianos de los años 60 como Barreira, Codina, Diago, Esteve, Lluna, Messeguer, Pau y Povo y otro valiaso compendio de abanicos orientasles ponen el punto y final de la muestra.

Entre las piezas más destacadas resaltan un abanico rígido o 'Pien-Mein' de la dinastía Qing datado en China en el año 1850; una pieza perteneciente al periodo de Luis XVI de Francia del año 1770 llamada 'Marte y Venus'; un abanico brisé oriental del 1825; la pieza 'La huerta valenciana' pintada por Barreira entre 1950 y 1960; o un abanico isabelino del año 1850 en nácar y papel litografiado.

Estrecha relación entre González Martí y Rincón de Arellano

Adolfo Rincón de Arellano García fue alcalde de la ciudad de Valencia entre los años 1958 y 1969. Durante el periodo que estuvo al frente del cap i casal, Rincón de Arellano mantuvo una fuerte relación con Manuel González Martí. A través de esta amistad, el alcalde donó algunas de las piezas del museo municipal al de cerámica, así como algunas de las carrozas que se exhiben en la entrada de la pinacoteca. Como consecuencia de esta relación, los descendientes de Rincón de Arellano quisieron seguir colaborando con el legado del González Martí y donaron en 2012 97 abanicos al museo. Donde mejor estaban estos abanicos era aquí aseguró Adolfo Rincón de Arellano de Castellví, conde de la Villanueva, hijo de uno de los mayores mecenas que ha tenido el González Martí. Aunque Valencia ha olvidado el legado que dejó mi padre por sus ideas políticas, concluyó el hijo de que también fuera presidente de la Diputación de Valencia.

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