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Sábado, 11 de octubre 2014, 00:11
El título de la retrospectiva de Javier Calvo (Valencia, 1941) en la Fundación Chirivella-Soriano quizá provoque cierta confusión en los menos expertos. 'Itinerario hacia la vacuidad' (hasta enero de 2015) utiliza el concepto 'vacuidad' en referencia a un elemento visual que aparece en el centro de casi todas las últimas obras del pintor valenciano. Espacios rectangulares en blanco, de vanos donde aparentemente no hay pintura (falsa impresión, claro), donde no hay nada, tan solo 'un agujero sin color' (otra falsa impresión), pero que en realidad es un ámbito pictórico abierto, un lugar para la libre especulación mental. Todo es posible en ese territorio en blanco. Se trata, en lo esencial, de una reflexión de Javier Calvo que plantea «una dualidad plástica: por un lado una geometría rotunda en formas arquitectónicas; por otro, un vacío que nos insinúa el itinerario de nuestras vidas» (María José Navarro Quílez).
La muestra, en la que se exhiben más de 40 obras, la mayoría de ellas de gran tamaño, recorre tres principales etapas del artista. La primera, de los años 1969-1977, se titula 'Abstracción Geométrica' (las formas calidoscópicas de 'Cuadrado inscrito' y 'Óvalo inscrito' 1971; la geometría imposible de 'Avant', 1977), tendencia expresiva con la que consiguió un lugar destacado en la pintura de la Transición. La segunda, 'Geometría y Moda' ('A Donatella' o 'Vuelo', 2011, en grises, blancos y negros) pertenece a los años 2006-2011 y quizá haya sido la peor comprendida, la que se ha etiquetado con mayor ligereza crítica («me he sentido infravalorado, reconoce Javier Calvo). Por último, la tercera se refiere al concepto-madre de esta exposición tan cuidadosamente organizada y presentada: 'Vacuidad' (2010-2014), con obras como 'Vanos y escalera' (2012) o una amplia serie de vanos fechados en 2013 y 2014.
Javier Calvo ha ganado peso artístico con los años. Cada vez tiene más interés lo que hace, en contra de lo que le ocurre a tantos pintores, que se desfondan con el tiempo. Ha ido a la suya, en algunas cosas ha sido más austero y purista y en otras ha fantaseado con un tipo de libertad silenciosa que solo se alcanza con la madurez (no todos, insisto: algunos, a más cumpleaños, más aburridos). La tercera de las etapas citadas, es decir la suya más reciente, es la más sugestiva, la de mayor personalidad y fuerza.
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