Mikel Labastida
Lunes, 17 de noviembre 2014, 20:47
Si hay una hora sagrada en la que uno no debe llamar a casa es entre las ocho y las nueve de la tarde. A esa hora las madres no están para nadie, sólo para Christian Gálvez y su rosco. Prueba a acudir a visitarla y comprobarás cómo sube disimuladamente el volumen con el mando de la tele para no perder ripio de lo que sucede en Pasapalabra.
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