Carmen Velasco
Lunes, 5 de enero 2015, 14:49
La noche del 26 diciembre de 2013 se produjeron los primeros desprendimientos de trencadís del Palau de les Arts. La caída de cascotes obligó a cerrar el recinto y establecer un perímetro de seguridad. Días más tarde se suspendió la programación ante el riesgo de desprendimientos del revestimiento cerámico, que obligó a cancelar la ópera Manon Lescaut. A partir de aquí se desató una torrmenta de declaraciones, reproches, acusaciones, advertencias y exigencias a todos los niveles que se ha prolongado prácticamente hasta la actualidad.
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A mediados de enero de 2013, los operarios de la Unión Temporal de Empresas comenzaron a retirar todo el revestivimiento. Esta decisión se tomó a tres bandas: la Conselleria de Economía, las empresas Acciona y Dragados, y el arquitecto Santiago Calatrava. La cúpula del edificio ha mostrado su aspecto metálico durante más de ocho meses hasta que, el pasado noviembre, los andamios tomaron el coliseo.
¿Y el trencadís dónde está? A mediados de enero regresará a la cubierta del Palau de les Arts. Los operarios de la UTE comenzarán a instalar láminas de cerámica blanca a mediados de mes. Se trata de placas para cubrir una superficie de 8.000 metros cuadrados.
Hasta la fecha, se han eliminado los óxidos de la superficie metálica del lado exterior, el que recae en la Avenida del Profesor López Piñero. Cuando el granallado de la parte suroeste esté concluido, es decir, cuando esté limpio, fortalecido y pulido el metal, se procederá a la imprimación rápida del material adhesivo. Una vez instalado el nuevo pegamento, se colocarán las placas de cerámica blanca mediante adhesivo y rejuntado con mortero elástico. En verano Les Arts lucirá su aspecto blanquecino, al menos, en un lateral.
Así, el trencadís regresará a Les Arts justo un año después de que los técnicos comenzaran a retirarlo. Desde aquel 26 de diciembre de 2013 hasta hoy y pese a los problemas del edificio, la actividad en Les Arts no se ha detenido: se retomó la programación un expediente de regulación de empleo ha mermado la plantilla, la orquesta ha despedido al maestro Zubin Mehta, se rodó la película Tomorrowland con George Clooney y Hugh Laurie, etcétera.
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Mientras el coliseo lírico se esforzaba por seguir adelante con su rutina, la Generalitat pilotaba un proceso para encontrar una «solución definitiva» para reparar la cubierta de Les Arts. Tras las advertencias del Consell de llevar a las constructoras y al arquitecto a los tribunales para dirimir las responsabilidades, se entró en un proceso negociador para buscar una solución.
El 22 de septiembre de 2014 se alcanzó el acuerdo. La Ciudad de las Artes y las Ciencias cerró los flecos pendientes con Santiago Calatrava y la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Acciona y Dragados. A partir de aquí se impulsaron definitivamente las actuaciones necesarias la reposición de la cubierta del Palau de les Arts. Todas las partes suscribieron un documento en el que se recogen las condiciones de ejecución del revestimiento del trencadís, así como del mantenimiento y las garantías una vez finalizados los trabajos.
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El Consell exigió que el proyecto que había presentado el arquitecto valenciano fuese lo suficientemente seguro y firme como para que el edificio no vuelva a dar problemas en al menos diez años. Las garantías sobre el revestimiento recogen un seguro todo riesgo de tres años y otro seguro de responsabilidad civil de diez años. Asimismo, Calatrava y la UTE asumen durante 10 años aquellos trabajos que hubiera que realizar en el revestimiento como consecuencia de la necesidad de realizar reposiciones parciales o totales «derivadas de vicios o defectos en el diseño-dirección de obra o construcción», según fuentes de la conselleria de Economía.
Desde el Consell están satisfechos con el acuerdo alcanzado con la UTE y el arquitecto valenciano. «Si algo sale mal en la colocación del trencadís la responsabilidad no será de la Generalitat sino de los responsables de la obra, pero esperemos que no ocurra», aseguraron en su día fuentes de Economía.
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La Generalitat renunció a reclamar a Calatrava porque la otra parte del conflicto se avino a hacerse cargo de la reparación. Si la Administración hubiera optado por pleitear, el Consell debería decidir cómo reparar Les Arts, elegir la empresa encargada de las obras y abonar el coste de las mismas hasta que el juez dictara una sentencia para dilucidar los culpables de los desprendimientos. Para no actuar así la Generalitat exigía las máximas garantías y, al parecer, la UTE y Calatrava se las han presentado. Y, a partir de aquí, no hay culpables.
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