Amparo Baró, la dama de la escena que disfrutó de siete vidas

Amparo Baró estaba condenada a ir por la calle escuchando cariñosos gritos de «¡Sole!». Algunos atrevidos hasta le pedían que les diera una colleja. Era la prueba de cuánto había calado en la memoria popular su personaje en '7 vidas', una mujer cascarrabias pero en el fondo entrañable, airada, íntegra y contestona, siempre con una réplica sarcástica en la recámara. La Sole fue el único personaje que aguantó las siete temporadas de la serie de Tele 5. Del reparto original, con Javier Cámara, Paz Vega, Toni Cantó y Blanca Portillo, solo sobrevivió Amparo Baró, que reconocía no compartir mucho con la temperamental Sole: «Solo nos parecemos en que a las dos nos gusta estar con jóvenes, discutir y soltar unos tacos tremendos».

Si sería querida la Baró, que ayer hasta Mariano Rajoy, mudo siempre con las artes, expresó su pésame por «una actriz de gran carácter y personalidad». Un cáncer fulminante acabó a los 77 años en Madrid con la vida de una intérprete que forjó su prestigio en los escenarios y disfrutó de las mieles del éxito gracias a la pequeña pantalla. «Dejé el teatro por la televisión porque me pareció muy divertido que el único personaje mayor fuera el mío. Y no me equivoqué», contaba en 2006. En los tiempos míticos de 'Estudio 1', el regidor contaba hacia atrás para indicar a los actores cuándo acababan los anuncios. Tres, dos, uno: dentro. Monstruos como José Bódalo, José María Rodero, Mari Carrillo, las Gutiérrez Caba y la propia Baró clavaban sus textos. «Cuando yo era joven no existía la televisión y entrábamos de meritorios en el teatro. Así se aprendía el oficio», recordaba.

Baró, fumadora empedernida durante décadas, ha muerto casi al pie del cañón. A comienzos del año pasado empezó a rodar la película de Marina Seresesky 'La puerta abierta', pero su enfermedad le impidió seguir y fue sustituida por Terele Pávez. La profesión al completo lloraba ayer su pérdida en las redes sociales, aunque no pudo brindarle su último respeto en un teatro. La familia decidió que el velatorio se celebrara en el Tanatorio Norte de Madrid. La incineración tendrá lugar hoy en el cementerio de La Almudena.

Debutó en 1957 con 'El burlador de Sevilla y convidado de piedra'. Un revés fortuito propició que escalara posiciones en el escalafón. La primera actriz de la compañía que representaba 'El invisible Harvey', Amparo Soler Leal, acabó en el hospital por una apendicitis. Baró se sabía su papel de memoria y la sustituyó. De Barcelona se trasladó a Madrid, ciudad que ya nunca abandonaría. Con el tiempo acabaría fundando su propia compañía.

El cine también reclamó a la única actriz que se ha atrevido a decirle no a Pedro Almodóvar. El guion de 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' le pareció chabacano, pero cuando vio la película se arrepintió. Almodóvar no la volvió a llamar. En 2007, Gracia Querejeta le brindó su único Goya como actriz de reparto por 'Siete mesas de billar francés'. Alérgica a los premios, no fue a recogerlo. Era el reconocimiento a una filmografía que arranca a finales de los 50, pero que casi siempre la concedió papeles secundarios.

Baró reservó la última etapa de su carrera para la televisión y hasta se atrevió con los monólogos cómicos en 'El club de la comedia'. Después de doce años ausente del teatro, su regreso por la puerta grande fue en 2011 con 'Agosto', e Tracy Letts, dirigida por Gerardo Vera, donde desbordaba rabia en la piel de una mujer autoritaria. Nada que ver con la auténtica Amparo Baró, que se llamaba a sí misma «feíta y bajita» y reservaba la coquetería para el escenario.