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césar rus
Sábado, 31 de enero 2015, 12:02
Helga Schmidt fue apartada el pasado martes de sus funciones de manera temporal y el pasado viernes la consellera de cultura, María José Català, anunciaba su sustitución por Davide Livermore. La situación generada tras las informaciones aparecidas la semana anterior, el registro en el teatro y su posterior imputación hacían insostenible su situación. Sobre el asunto judicial, sólo el tiempo podrá aclarar la cuestión y darle la razón o quitársela a la hasta ahora intendente. Sin embargo, lo vivido en esta semana deteriora de manera profunda tanto su imagen como la del teatro.
Hasta ahora, el nombre de Helga Schmidt ha sido sinónimo del Palau de les Arts desde su inauguración. Su gestión aparece hoy más cuestionada que nunca, pero los resultados artísticos de la misma son innegables. Bajo su mandato el teatro ha alcanzado un nivel de calidad muy por encima del resto de teatros españoles y, al menos hasta la temporada pasada, el Palau ha sido un oasis de calidad en España, incluso en medio de una terrible crisis y del desdén con el que el gobierno central (de uno y otro signo) lo ha tratado. En especial, la época en la que Maazel y Mehta compartían protagonismo, aparece hoy casi como una época dorada.
Los acontecimientos de los últimos días, en realidad, sólo han acelerado y ensuciado una marcha que ya había sido anunciada por la propia intendente hace unos meses. Hasta hace poco, la versión que recorría los mentideros del Palau es que Helga Schmidt dejaría la intendencia cuando se encontrase un sustituto adecuado, pero que continuaría al frente de la dirección de un resucitado Festival del Mediterráneo que seguiría contando con Zubin Mehta y, tal vez, con Plácido Domingo. Esos planes parecen hoy olvidados.
El Palau de les Arts informó ayer que las entradas para el concierto-espectáculo Qué son las nubes, con el que el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo celebra el próximo martes el cumpleaños de Wolfgang Amadeus Mozart, se han agotado.
Davide Livermore, responsable artístico del proyecto y que ha sido propuesto como futuro director artístico del auditorio, ultima esta semana los ensayos para su primer trabajo en Valencia en 2015. Su nombramiento se determinará en el patronato que se celebra mañana.
El regista turinés inicia el curso operístico tras haber recibido su primer Premio Teatro Lírico Campoamor, considerado como el premio Goya de la ópera, por La forza del destino, de Verdi. En su haber figuran, además, éxitos recientes del Palau de les Arts como La Bohème, de Puccini, o Otello, de Verdi.
En marzo de este año Livermore dirigirá la primera gran producción del Palau de les Arts para esta temporada, Norma, de Bellini, con Gustavo Gimeno en el podio y la diva Mariella Devia en el papel protagonista.
La puesta en escena de Qué son las nubes está inspirada en el episodio Che cosa sono le nuvole que rodó Pier Paolo Pasolini para el filme Capriccio allitaliana (1967). El director escénico, cantante, pedagogo y actor combina elementos musicales, cinematográficos y teatrales para presentar un repertorio compuesto por fragmentos de las óperas más célebres de Mozart, como la Trilogia Da Ponte (Così fan tutte, Don Giovanni, Le nozze di Figaro), además de Die Zauberflöte. El valenciano Juan Luis Martínez asume la dirección musical. El centro de artes valenciano recuerda que tan sólo queda para su comercialización el 5% del aforo de la sala que la ley reserva para su venta el mismo día del espectáculo.
Narciso, de Domenico Scarlatti, la primera coproducción internacional del Centre de Perfeccionament y cerrará la programación del Palau para esta temporada los días 22, 28, 31 de mayo.
La sensación general de la mayoría de trabajadores del Palau consultados (músicos, cantantes y personal técnico) es que se ha cometido un ultraje con Helga Schimdt; cunde la sensación de que ha sido una manera de librarse de ella de una forma desproporcionada o de simple venganza de un extrabajador. Sin embargo, tampoco faltan voces con altas responsabilidades en el auditorio que, por encima del prestigio de la intendente a nivel profesional, señalan que la justicia no actúa de manera tan contundente sin una motivación clara.
La magnitud de la operación llamó la atención y, de hecho, del entorno de Schmidt se ha calificado de «numerito». Sin embargo, obedecía a las dimensiones y complejidad del edificio y se hizo para garantizar la eficiencia del registro. Todo ello no evitó situaciones curiosas, como el cierre innecesario de buena parte de las oficinas y que algunos trabajadores no pudiesen, siquiera, pagar su almuerzo por haberse dejado la cartera en una oficina que quedó durante horas precintada. La situación en la que queda el Palau de les Arts se parece a una tormenta perfecta y con ello deberá lidiar el nuevo responsable, Davide Livermore; el impacto que ha supuesto en el prestigio del teatro la operación judicial, ha sido devastador. El Palau de les Arts apareció como noticia destacada en los informativos nacionales. El mundo de la ópera en España no había vivido nada así, lo más parecido es lo sucedido en el Palau de la Música Catalana y, como consecuencia, ha calado la impresión de que el Palau es una pieza más dentro de un clima de corrupción general. Las elecciones en el horizonte tampoco ayudan a la estabilidad ni a la continuidad del proyecto, pues el proyecto del Palau nunca ha contado con un consenso político.
La caída de Helga Schmidt, además, llega en un momento de profunda crisis artística; en primer lugar, desde la pasada temporada no hay director musical titular de la orquesta. A eso hay que añadir la marcha de Zubin Mehta el pasado junio. El maestro hindú era la garantía de calidad del proyecto, y tanto músicos, como cantantes, veían en él el principal atractivo artístico de trabajar en nuestro teatro. La superación de dicha crisis y la recuperación del prestigio del Palau deberán estar entre las prioridades del nuevo intendente.
El sucesor de Livermore
Desde hace meses el nombre de Davide Livermore aparecía como el más claro a la hora de suceder a Helga Schmidt, los últimos acontecimientos han precipitado su nombramiento. Lo cierto es que hubiese sido imposible encontrar un candidato que despierte un mayor consenso tanto en el teatro, como entre el público y la crítica.
Hay que tener en cuenta que con un sueldo de 67.000 euros al año era imposible atraer a un director a la altura del Palau a no ser que éste ya estuviese ligado al proyecto. Tal es el caso de Livermore. A diferencia de su antecesora, no tiene a sus espaldas experiencia al frente de un teatro de ópera de primer nivel, pero sí tiene la tiene como gestor al frente del teatro Baretti de Turín. Además, tiene la ventaja de haber sido cantante profesional y de ser un gran director de escena.
Desde su llegada a Valencia con La Bohème en 2012, cada una de sus producciones se ha saldado con éxito y se había convertido en el director de escena de la casa. Una relación que se estrechó aún más cuando asumió la dirección del Centre de Perfeccionament que bajo su dirección volvió a recobrar el sentido y la continuidad perdida tras los constantes cambios que se sucedieron a la marcha de Alberto Zedda.
Una de las novedades que puede aportar el nuevo intendente es un mayor interés por buscar nuevos repertorios, especialmente del siglo XVIII y XX. Así que es probable que asistamos a una modernización del repertorio, si bien hay que tener en cuenta que una propuesta muy innovadora puede poner en peligro la fidelidad de una parte del público. En el equilibrio estará la virtud.
Los retos
Por encima de todo, se ha de tener claro cuáles son las prioridades. El peligro es caer en el provincianismo del que advirtió Mehta a su marcha. Estos nueve años de vida del Palau no sólo nos dejan un elenco de grandes interpretaciones, sino un concepto de cómo debe ser un teatro de ópera, un concepto que no debemos perder.
En el centro de esa idea está la orquesta. Sólo los teatros con grandes orquestas son grandes teatros. La Orquesta de la Comunitat es una formación de la más alta calidad, comparable a la de cualquier gran teatro. Así pues, el objetivo primordial es mantener su calidad y seguir atrayendo a directores de primer nivel. Lo que ha hecho que el Palau de les Arts esté por delante del Real o el Liceo ha sido su orquesta, que lo ha situado en los circuitos internacionales. Una orquesta así atrae cantantes y músicos de primer nivel que saben que lo que se ofrece es de primera calidad artística. En contra de la opinión generalizada, directores como Mehta, Chailly o Gérgiev no eligen dirigir una orquesta por razones económicas, sino artísticas.
Para tal finalidad será fundamental la elección de un nuevo director titular a la altura de la orquesta que frene la huida de buenos músicos que estamos sufriendo. En ese punto se ha de ser lo más ambicioso que la situación permita y obedecer únicamente a criterios artísticos y de prestigio. Para ello Livermore debería tener plena autonomía en la elección pues tiene criterio suficiente para ello y no recibir presiones desde la Conselleria pues en más de una ocasión se ha manifestado el deseo de que sea un valenciano; el serlo o no, no puede ser ni mérito ni demérito.
Respecto a las posibilidades de mantener económicamente esta orquesta en las circunstancias actuales, hay que señalar que su presupuesto está al nivel del resto de formaciones musicales españolas, mientras que su calidad muy por encima.
Otra de los retos con el que se enfrentará en nuevo director, es el de lidiar con las presiones externas que quieren influir en la programación. La temporada pasada se vivió con Maror, que fue un fracaso de venta en taquilla. En el futuro Palau debería estar presente también el repertorio valenciano, pero no es una prioridad. Lo prioritario es mantener una programación atractiva, acorde con las preferencias del público y que consolide a los abonados. Sólo así se puede mantener la viabilidad del teatro.
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