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Digital, gratis y legal

Digital, gratis y legal

Es posible leer 'ebooks' a coste cero sin recurrir al pirateo

luisa idoate

Miércoles, 25 de marzo 2015, 12:39

El 84% de los productos digitales se piratean y el 21% de ellos son libros. Lo afirma la encuesta de noviembre de 2014 del Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales, impulsado por las industrias del cine, la música, el videojuego y el libro. Según datos de 2013, el 51% de los internautas efectúa descargas ilegales. La mitad de ellos acude directamente a páginas que las ofrecen y el resto llega a ellas mediante buscadores; el 97,5% de estos últimos, con Google. Las copias clandestinas crecen un 4,6% respecto al año anterior y en el caso de los ebook, se triplican. Las cifras cantan: a mayor implantación del libro electrónico, más pirateo. Pero no siempre. Existen iniciativas como el Proyecto Gutenberg, las bibliotecas Mundial, Europea, Digital Hispánica y Virtual Cervantes, y numerosas webs, que ofrecen miles de títulos gratuitos y legales.

Es fácil bajarse lectura pirata de la Red. Basta con teclear en el ordenador el título seguido de ebook y el buscador lo localiza. De nada sirven los DRM (Digital Rights Management) que los protegen; se pueden desactivar. Los libros se descargan constantemente y sin pagar, hasta se elige el formato. Según el estudio del observatorio, el pirateo seduce porque se hace fácilmente y no acarrea consecuencias negativas. Editores y libreros piden a la Administración que lo impida, cerrando las páginas que lo facilitan. Les apoyan los escritores, que ven esfumarse los ingresos de su trabajo. Los internautas advierten de que no se puede poner puertas al campo, a lo que los perjudicados responden que se puede vallar un espacio y denunciar a quien lo invada.

El pirateo de libros digitales aumenta. Imparable. Para combatirlo, empresas como Amazon ofertan tarifas planas que, por menos de 10 euros al mes, garantizan títulos ilimitados. Los libreros se reinventan y contraatacan. Hay plataformas digitales que dan al comprador la posibilidad de elegir si paga o no, y de hacerlo con comentarios en las redes sociales. Es la estrategia que mantiene Alejo Cuervo, copropietario de la librería barcelonesa Gigamesh y responsable de la plataforma del mismo nombre que lanzó en España la versión digital de Juego de Tronos. «Es otra forma de contar la historia», apunta. «La esencia de Internet es eliminar el intermediario. Todo lo que hagas en contra está destinado al fracaso», advierte.

Dominio público

¿Se pueden leer libros digitales sin pagar ni piratear? Sí. La Biblioteca Virtual Cervantes da acceso libre al patrimonio bibliográfico español e hispanoamericano clásico y contemporáneo, con obras que son de dominio público -no sujetas a derechos de autor- o cuentan con permiso para ofertarse gratis. Hay donde elegir: de Quevedo, Zorrilla, Becquer, Benedetti, Bryce Echenique, Pablo Neruda, Gabriela Mistral A los títulos con copyright se accede mediante préstamo. Además existe streaming, la posibilidad de lectura en línea y una sección de fondos resumidos en lenguaje de signos para discapacitados.

Salvaguardar el patrimonio cultural de las naciones de la Unesco es el objetivo de la Biblioteca Digital Mundial, impulsada por ese organismo y la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, cuyo responsable, James H. Billington, propuso su creación en 2006. Se lanzó internacionalmente en 2009 para «promover el entendimiento internacional e intercultural; ampliar la cantidad y la variedad de contenidos culturales en Internet; facilitar recursos a los educadores, estudiosos y el público en general; y permitir a las instituciones asociadas reducir la distancia digital dentro y entre los países». Cuenta con fondos de archivos y museos de los países miembros. Se prima calidad frente a cantidad. Los textos son multilingües y sus descripciones responden a dos preguntas que fomentan la curiosidad: qué es esto y por qué es importante. Los libros se descargan y también se leen y escuchan en línea.

Desde 2008, el portal Europeana proporciona acceso a fondos del patrimonio cultural de los países de la Unión Europea. Incluye manuscritos, periódicos, películas, pinturas y libros. Supera los 30 millones de archivos. En él se enmarca la Biblioteca Digital Hispánica, que brinda gratuitamente obras escritas entre los siglos XV y XIX. Numerosos son también los recursos de Wikisource, que posibilita leer novelas, fábulas, poesía, teatro y cuentos sin pagar por ello. En su catálogo hay clásicos como El Quijote de Cervantes, El corsario negro de Salgari, La dama boba de Lope de Vega y La vida es sueño de Calderón de la Barca. Y también obras de Camoes, Chéjov, Benavente, Camus, Canetti

Antídoto al pirateo

Las grandes compañías de Internet arrasan vendiendo libros digitales, pero también los regalan. El buscador Freebook Sifter facilita su localización en tiendas como Barnes&Noble, Kobo y Amazon, que además ofrece algunos títulos gratis en su tienda Kindle. De balde son también las 48.000 creaciones literarias y textos que facilita Libroteca, al igual que los de dominiopublico.es, ebooksgo.org, free-ebooks.net, manybooks.org y librear.com. A coste cero son las descargas de la web Ganso y Pulpo, que digitaliza y difunde material de difícil acceso «por su descatalogación, mínima difusión o práctico olvido» y sobre las que no pesan ya derechos de autor. La página Djelibeibi brinda copias gratis y en distintos idiomas. Permite leer Trafalgar de Pérez Galdós, en castellano; Las aventuras de Tom Sawyer de Twain, en inglés; Rojo y Negro de Stendhal, en francés; y La divina comedia de Dante, en italiano. Tampoco exigen desembolso los 11.000 títulos de librodot.com, al igual que los de OpenLibra, donde existen numerosos manuales de música, juego, técnica, informática, marketing y filosofía.

También existen fondos gratuitos especializados. Como los de Public Library of Science (PLoS), que Harold E. Varmus, Patrick Brown y Michael B. Eisen, investigadores de las universidades de Stanford y Berkeley fundaron en 2000, en San Francisco (California). Su objetivo es convertir la literatura científica en un recurso público al alcance de todos, fomentando el desarrollo de la Ciencia y difundiendo sus avances. Para ello se creó la revista PLoS, de descarga libre, hoy convertida en referente científico. Junto a ella hay otros proyectos más genéricos, como el catálogo electrónico de la Universidad de Pensilvania, con creaciones en lengua inglesa gratis.

Los paganos

En su artículo Las bandas de la banda ancha, el escritor Javier Marías mantiene que «la salvaje caída» de las ventas de libros en España se debe mucho más a la piratería que a la situación económica. Si publica una novela de 500 páginas a 20 euros, dice, cobrará 2 por ejemplar en papel y 0,80 en digital. «Si se venden 10.000 ejemplares en papel, mi tarea de dos años largos se remunerará con 20.000 euros». Los escritores dependen del lector, insiste. Nada se regala. Si la obra no gusta, no se cobra o se gana muy poco. «Cada individuo que piratee esa novela me estará robando -o me privará de ganar- 0,80 o 2 euros, según el soporte. Si 5.000 personas hacen eso, me habrán restado 4.000 ó 10.000 euros (a los editores y libreros más, naturalmente)». También culpa a las telefonías, que, en su opinión, insinúan al usuario: «Si se compra un ebook y contrata una banda anchísima, leerá gratis lo que se le antoje. Usted no le pagará al autor ni al editor, ni yo tampoco. Usted me pagará a mí por el mecanismo que lo facultará para robar tranquilamente. El autor, el editor y el librero, que se fastidien».

Arturo Pérez Reverte ha suscrito el texto de Marías con otro titulado Ese fulano (quizá usted) me roba, donde arremete contra el pirateo. Lamenta que, en este país, un producto cultural tenga «el mismo trato fiscal que una camiseta de Zara» y que «a un director de cine, a un músico o un novelista» el Ministerio de Hacienda «los mete en el mismo grupo que a actrices porno, futbolistas o pedorras de la telebasura». Fabricar cultura es un trabaj como cualquier otro, defiende, y exige una remuneración adecuada. «Un escritor o un artista suelen tener fecha de caducidad, como los yogures, y tal vez esa persona aún deba vivir muchos años de lo que ganó en un momento de éxito». Si un superventas ve caer sus libros, «aún se las apaña», admite; pero no le ocurre lo mismo a uno modesto. Por eso, concluye: «Imaginen a un abogado, un arquitecto, un fontanero, a los que no pagaran sino tres de cada diez clientes. Si este trabajo lo quieres gratis, dirían, que lo haga tu puta madre».

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