Juego de Tronos: Madrid, capital de Poniente

ersei Lannister está de paso en el Trono de Hierro, hasta que su hijo Tommen llegue con los pies al suelo y gobierne los Siete Reinos. Pero no va a cederlo. Fue un gesto de cortesía obligada que Lena Headey, la actriz que interpreta a la malísima reina de Juego de Tronos, se lo ofreciera a la reina de Inglaterra cuando visitó el set de rodaje, y un detalle de Isabel II no sentarse en trono ajeno. Habría corrido un riesgo innecesario, porque Aegon I Targaryen mandó forjar la silla con mil espadas de sus enemigos pero las dejó afiladas para que nadie se sintiera cómodo.

El Trono de Hierro simboliza la lucha dinástica y despiadada por el poder que George R. R. Martin libró en Canción de hielo y fuego, las novelas con reminiscencias de El señor de los anillos y Los pilares de la Tierra que han inspirado Juego de Tronos, una ficción soberbia y carísima: 5,5 millones de euros por capítulo, catorce veces más de lo que cuesta un episodio en España. El trono está en Desembarco del Rey, en la costa este de Poniente, en el continente imaginado por Martin, pero físicamente se encuentra en Belfast. Es el escenario principal de la serie de la cadena americana HBO (de pago), pero también se graba en Croacia, Malta, Islandia, Escocia... y en el Real Alcázar de Sevilla, que aparece en esta quinta temporada. Empezó el 12 de abril en Estados Unidos con 8 millones de espectadores, cuatro veces más que en su estreno en abril de 2011. Un día más tarde la emitió Canal + y Neox la ofrece en abierto con retraso. Es, además, la serie más pirateada del mundo, 8 millones de descargas, el doble que The Walking Dead o The Big Bang Theory.

Una réplica del disputado Trono de Hierro se muestra al público en Madrid, que disfruta por unos días de la capitalidad de Poniente. Aunque es una silla modesta de 30 kilos, es la joya de la corona de la exposición sobre Juego de Tronos, una muestra itinerante de tamaño XXL que necesita 17 aviones para su traslado. Puede visitarse gratis en el Matadero Madrid hasta el 3 de mayo y luego partirá por carretera hacia Berlín. 200.000 fans de todo el mundo la han visto ya y en España se esperan 12.000 más.

La exposición hace honor a la grandiosidad de la serie y exhibe 70 elementos originales: la mano de oro del Matarreyes, la espada que Jon Nieve regaló a Arya, el vestido de novia de Margaery que necesitó 200 horas de trabajo, la cadena con la que Daenerys encerró a sus dragones, la lanza que Oberyn Martell utilizó en su duelo contra la Montaña (una de las escenas más fuertes, sin contar la carnicería de la boda roja claro)... También hay martillos y clavos para escalar el Muro, una fortaleza de hielo levantada en el norte de Poniente, el último lugar seguro. Aunque los visitantes podrán superar los 213 metros de la muralla sin necesidad de anclajes, de manera virtual, gracias a la tecnología 4D Oculus Rift que los creadores de la serie han comprado por 1.800 millones de euros a Facebook. El que suba que avise si avista caminantes blancos, los temibles seres que dan la bienvenida al espectador en el primer episodio, un aperitivo del festín de violencia y sexo que vendrá después.

Si estaban por allí (los caminantes) no se atrevieron a pisar la alfombra roja. Treinta famosos apadrinaron anoche la inauguración de la exposición, un regalo para fans VIPS como José Corbacho, de la casa de los Stark, una de las sagas más importantes y sufridoras. Con ellos empezó George R. R. Martin el festival de decapitaciones, abriendo un camino impredecible que rompe con la narración tradicional por la afición del escritor por matar a personajes que parecen intocables. Por cierto que esta temporada se cargan a un primera fila.

Corbacho no sabe quién caerá, pero apuesta por un Lannister. «Odio a esa familia, aunque tengo atracción fatal con Cersei, la reina. Viene a ser como nuestra infanta Elena, porque es la mayor de los hermanos, aunque si sucediera en España lo mismo que en la tele ahora mismo estaría esperando para reinar Froilán (risas). Y soy muy fan de su hermano Tyrion, es un hombre descreído, el puto amo. ¿Y qué defectos tiene, el gusto por el sexo, comer y beber? ¡Pues bienvenidos!». El actor que da vida a Tyrion es el estadounidense Peter Dinklage (45 años) y ha ganado por este trabajo un Emmy y un Globo de Oro.

Malvados "maravillosos"

Tyrion es uno de esos personajes de consenso «me encantó cuando se cargó a su padre con una ballesta en el váter», anota Corbacho. Y el otro era Ned Stark, interpretado por el británico Sean Bean. «Era la única superestrella del reparto y cuando lo mataron me cogí un cabreo Casi dejo de ver la serie. Pero no pude, y me tragué tres temporadas en un mes», confiesa Peter Vives, actor de El tiempo entre costuras, que anoche se acercó a la puesta de largo de la exposición.

Pepón Nieto, de la Casa Targaryen, la dinastía expulsada del Trono de Hierro, se puso de los primeros de la fila. Él ha desarrollado una especie de síndrome de Estocolmo con los malos, aunque lo de la bondad y la maldad darían para un amplio debate. «Me dio pena que muriera Joffrey, era tan malvado que era maravilloso». Aunque el personaje con mayúscula, dice, es Khaleesi, la madre de dragones, interpretado por la británica Emilia Clarke (28 años).

Pablo Iglesias le regaló al Rey Felipe las cuatro primeras temporadas. Dice apreciar similitudes entre la política española y la serie.

Nuestra política al lado de Juego de Tronos es una cochambre. Además, no creo que aquí el Rey tenga que librar tantas luchas de poder.

Claro que Pepón Nieto está dispuesto a disputarle el Trono de Hierro. «¡Quiero sentarme ahí!». Y se sentó. Quién se sentará el último lo sabe El Hombre de Negro (El Hormiguero): «Tuve la suerte de asistir a la grabación de la última escena y fue un lujo. Así que si alguien me fastidia con algún spoiler pongo el final en Twitter. Fue impresionante ver aquel despliegue».

La magnitud de la exposición da una idea. El pasado viernes llegaron a Madrid 74 contenedores y se trasladaron en cuatro trailers de 13 metros hasta el pabellón de Matadero Madrid. El montaje arrancó a las 5.30 de la mañana (a las seis de la tarde de ayer varios operarios seafanaban con los taladros). Hasta 250 personas trabajando a contrarreloj en una suerte de coreografía que ya han ensayado en Nueva York, Río de Janeiro, Londres, Estocolmo, Tel Aviv

Se mira y se toca, porque uno puede, si tiene el gusto, ser abrasado por un dragón. Es la primera de las tres actividades interactivas de la visita. «Se le pide a la gente que imagine que un dragón le lanza una llamarada y le preguntamos qué haría. Una mujer pegó un empujón al marido para que se quemara él». Lo cuenta entre risas Elana Loewenthal, comisaria de HBO. El visitante también se puede sacar una foto convertido en caminante «para colgar en el perfil de Facebook», manejar la espada de la Montaña (25 kilos) y escalar el Muro en una cabina metálica, puro anacronismo en esta historia de estética medieval. Hay que meterse dentro y ponerse gafas y cascos. También una chaqueta para el frío El traqueteo bajo los pies es estimulante. Y si sufre de vértigo, grite y agárrese.