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José Félix Arrieta con una pequeña parte de su colección de casi 150.000 discos.
El vinilo coge revoluciones

El vinilo coge revoluciones

Las ventas de los discos experimentan crecimientos de un 85% gracias a exquisitos aficionados a la música, nostálgicos y seguidores de la moda

iñaki esteban

Miércoles, 5 de agosto 2015, 19:50

Siempre insatisfechos, como cantan The Rolling Stones. En la era de la música gratis por streaming, cuando los últimos lanzamientos del grupo más minoritario y del más popular pueden escucharse en el móvil, resurge la pasión por el legendario disco de vinilo. El de toda la vida, al que habían dado por muerto tantos agoreros que abrazaron el cedé como la fórmula definitiva, hoy un soporte más criticado que alabado por los exquisitos aficionados a la música. ¿Qué está pasando?

Las frases

  • Carlos Galán|Director de Subterfuge

  • "Los grupos nos piden que los lanzamientos se hagan también en vinilo"

  • José Félix Arrieta|Coleccionista

  • "El sonido depende del soporte y también de la calidad de la grabación"

  • Guillermo Vázquez|Reproductores Denon

  • "Poner un disco exige atención, realza la experiencia de la música"

Los números no engañan. En el mercado español, el vinilo está muy por debajo en ventas respecto al cedé, pero su crecimiento en 2014 ha sido del 85%, hasta los 260.000 discos de larga duración, según la asociación de productores españoles Promusicae. En Estados Unidos, Reino Unido y Francia, las subidas han sido del 53, 60 y 39%, respectivamente.

Hace diez años, la opción de comprar discos a 33 o 45 revoluciones simplemente no existía. El aumento se ha notado en todos los eslabonesde la cadena musical, desde los fabricantes de tocadiscos y del propio vinilo al comprador de música y al coleccionista, pasando por las discográficas y las tiendas del sector.

Testigo privilegiado de esta evolución ha sido Carlos Galán, director del sello Subterfuge desde su fundación en 1989, la cantera de donde han salido un número importante de los grupos más significativos del indie español. "Nunca hemos dejado de editar vinilos, por ejemplo para la colección Música para un guateque sideral. Pero sí, evidentemente se está notando un resurgir. Los lanzamientos que hacemos ahora, los hacemos en cedé y en vinilo. Todos los grupos quieren que sea así. Y para algunos es esencial, porque giran más y cuidan que en las actuaciones haya un stand de material. Arizona Baby y Neuman, por ejemplo, venden muchísimo en conciertos, y sobre todo en vinilo".

Entre los discos a la venta hay reediciones de clásicos, novedades y muchos de segunda mano, con el bouquet nostálgico de la época en que vieron la luz. En el Reino Unido, la Official Charts Company, especializada en confeccionar las listas de los más vendidos, incluye desde este año los vinilos. A finales de abril, el primer clasificado era el exmiembro de Oasis Noel Gallagher y su banda High Flying Birds con su elepé Chasing Yesterday, y en segundo lugar estaba el clásico de Led Zeppelin Physical Graffitti. Luego aparecen Artic Monkeys, pero entre los diez primeros se encuentran también Bob Dylan y Pink Floyd: los capítulos esenciales de la historia del rock.

Las mismas tiendas se han acomodado a la tendencia e incluso las grandes cadenas tienen su sección de vinilos. Para los comercios especializados, la suma a su oferta de este soporte, tanto si acaba de salir de las prensas como si es de segunda mano, ha puesto a su disposición una bombona de oxígeno cuando las ventas sufrían síntomas de ahogamiento. Incluso han surgido unos establecimientos híbridos unen discos con libros, con cafetería y bar, y hasta con gabinete de tatuajes, pues todo ello ayuda a la cuenta resultados.

Por edades, los consumidores de discos nacidos en la era digital buscan la retro; los de treinta años algo más quieren los vinilos de los grupos indies de los noventa; y los mayores investigan en el mercado de segundamano para rescatar grabaciones que les han marcado o porque son coleccionistas.

Uno de los más tenaces, y con una de las colecciones más completas de España, es José Félix Arrieta. Tiene todos los discos originales y en perfecto estado del Dúo Dinámico, de los Beatles en ediciones españolas, de Karina, de Marisol y del rockero Bruno Lomas.

Su gran referencia es la Guía del pop en España en los años sesenta del periodista radiofónico Vicente Font Ribera, también músico en grupos de la época como Los Atrevidos. El libro tiene 15.000 entradas, correspondientes a 15.000 títulos en vinilo publicados en esa década. Al incansable Arrieta le faltan 28 para completar la lista. ¿Acaso serán inencontrables? "Qué va. Antes o después daré con ellos", responde. Hace diez días compró un disco de Los Pekenikes. Las joyas siguen aflorando. A veces son las emisoras de radio las que saldan su material porque hace mucho que no lo utilizan.

Lo bonito y el sonido

Este coleccionista, ingeniero de profesión, tiene sus canales de compra bien engrasados. Hay páginas como eBay y Todocolección que mira a menudo. Además, los vendedores le conocen y en cuanto tienen algo que pueda interesarle, le llaman. Los discos más caros son los de grupos que publicaron dos o tres álbumes a principios de los sesenta y luego desaparecieron, como Los Sonor, a partir de los cuales se formaron Los Bravos. O como Los Estudiantes, primeros en versionar en España a Elvis Presley y Gene Vincent, un grupo en el que militaba Fernando Arbex, luego batería y compositor de Los Brincos y de Barrabás. Uno de estos discos raros, por lo general singles, suele alcanzar un precio de entre 200 y 300 euros.

Los grupos se autoeditan para vender sus grabaciones en los conciertos

  • Una edición de 300 vinilos con una espectacular carátula cuesta 1.200 euros más IVA. La de 500, sube un poco más, hasta los 1.400 aproximadamente. Los cientos de grupos que no trabajan con una discográfica, pero que tocan a menudo en bares, salas y festivales se autoeditan sus álbumes y los venden después de los conciertos junto a otros materiales como camisetas. Como el precio de la entrada suele ser muy asequible, vender sus grabaciones es una importante vía de financiación para ellos.

  • Muchos de esos discos salen de la empresa Sarbide. Empezaron con los vinilos hace año y medio. Fundada a principios de los noventa, hasta entonces trabajaban con cedés, deuvedés y uesebés, y ahora también se han extendido a las plataformas digitales como iTunes, Google Play y Amazon. Los músicos les entregan el máster con las canciones grabadas y ellos se encargan de poner ese sonido en diferentes soportes y de empaquetarlo en sus estuches. "En el caso del vinilo, lo compramos en las fábricas de la República Checa y Holanda. Luego enseñamos a los grupos las posibilidades de diseño, que son muchas, desde el color del disco a las portadas y las formas de envolverlo para ponerlo a la venta. También les ayudamos con asuntos legales como el código de barras y el alta en la SGAE", explica el director general de la firma, Goyo Cardiel.

  • De las 3.000 referencias que edi-tan al año, 300 son en vinilo. En el despacho de Cardiel hay discos de Dead Bronco, vizcaínos que han ganado el último Villa de Madrid, o The Soulshake Express. En general, sus discos pesan 140 gramos, pero también los tienen de 180. Además de su sede en Asua, también tienen oficinas en Madrid y Barcelona, y ya están trabajando en Latinoamérica, en países como Colombia.

  • Respecto al sonido, Cardiel recuerda que no sólo depende del soporte, sino también del reproductor y de los altavoces, a lo que hay añadir la aguja en caso de los vinilos. "La exigencia en la calidad del máster es mayor para los discos. El grosor es distinto al principio y al final. Por eso hace años los ingenieros metían unas canciones antes que otras, según sus graves y agudos".

En sus más de treinta años como coleccionista, Arrieta se ha pateado las antiguas ferias de discos que montaba Mikel Barsa en varias ciudades españolas, ha buscado en esta última ciudad colecciones enteras en lugares recónditos y hasta peligrosos, y se ha hecho amigo de Ramón Arcusa, del Dúo Dinámico, del que tiene todo lo que ha editado. También colecciona todo lo que tenga que ve con los artistas involucrados, como fotos, cromos, banderines, llaveros, revistas, partituras y hasta un par de muñecas de Marisol.

En cuanto a aparatos de reproducción atesora unos cuantos modelos prácticamente nuevos de los olvidados comediscos; aquellos tocadiscos portátiles que se podían colgar en bandolera y que fueron el antecedente más claro del discman. Tiene varios equipos de alta fidelidad y le parece que el cedé tiene por lo general un sonido "como de hojalata". "Pero hay que matizar -añade-, porque no todos los discos de los sesenta suenan bien. El soporte influye, pero también la calidad de la grabación". ¿Sonido o ritual? ¿Qué pesa más en la vuelta del vinilo? Neil Young ha terciado en la polémica avisando de que muchos discos se hacen hoy a partir de másteres digitales por lo que el cálido sonido analógico sería en este caso una quimera. Pero Carlos Durán, de Subterfuge, advierte de que el proceso no tiene por qué ser tan sencillo. "Nosotros hacemos un mastering especial. Hemos llegado a pasar cosas a analógico para que sonara mejor. Hay mucho vinilo bonito por fuera pero con un sonido desastroso. Para nosotros es igual de importante el continente que el contenido".

Un disco grande, a 33 revoluciones por minuto, suele pesar entre 140 y 150 gramos, y el sencillo, a 45 revoluciones, unos 40 gramos. "Hay discos de jazz que están entre los 180 y los 200 gramos. Reproducidos en un buen plato dan una calidez de sonido impresionante. Pero es un error pensar que el sonido digital tiene que ser necesariamente inferior. Ya no estamos en el mp3", explica Guillermo Vázquez, responsable en España de la marca de reproductores de sonido Denon.

La compañía tienen tres mode-los de tocadiscos cuyo precio osci-la entre los 170 y los 300 euros, pues la gama alta ya no la fabrican. Los incrementos en ventas anuales están en el 15% y las remesas manufacturadas en fábrica cada vez duran menos en el mercado. "Nos ha sorprendido a todos. Pero tiene una explicación. El que tiene un disco en el plato busca la experiencia, tanto o más que el sonido. Exige una mayor atención o dedicación que otros formatos. A los veinte minutos, te tienes que acercar a darle la vuelta. No es lo mismo fumarse un cigarrillo que un buen puro", compara Vázquez.

Pero el regreso del vinilo tam-bién tiene un aspecto relacionado con la moda hipster. "El vintage tiene un presencia cada vez mayor, y en parte explica lo que está ocurriendo. En las tiendas o restaurantes de comida orgánica, en algunas de ropa y en negocios similares viene muy bien tener un plato, quizá con diseño antiguo, porque refuerza el ambiente que le quieres dar al local", añade.

Como objeto, el disco está muy por encima de otros soportes, considera José Félix Arrieta, y todos parecen estar de acuerdo en este punto. Las carátulas o portadas quedaron reducidas a su mínima expresión con el cedé y ahora vuelven con todo su esplendor. La estética, la ceremonia de sacar el vinilo y ponerlo, la concentración al escucharlo, todo contribuye a que vuelva a girar el disco.

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