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Jueves, 3 de septiembre 2015, 00:51
Salió con cajas destempladas y echando pestes de la Compañía Nacional de Danza (CND), pero parece inclinarse por enterrar el hacha de guerra. «Estoy dispuesto a volver a colaborar con la CND», aseguró ayer el coreógrafo y bailarín Nacho Duato (Valencia, 1957) que tras cinco años de ausencia regresa «muy feliz» al escenario del Teatro Real. Lo hace con su primera incursión en el ballet clásico, La bella durmiente de Chaikosvski, y al frente del Staatsballett Berlin. Es el aperitivo de un programa doble en el que prima la danza contemporánea.
Duato se llevó con él sus ballets cuando salió dando un portazo y decidido a que la compañía pública que dirigió durante dos décadas y por la que se sintió maltratado no programara su repertorio. «Iba a cambiar de bailarines, de forma de bailar y de dirección y yo me llevé mi propiedad intelectual», se justificó un Duato que sí ha cedido sus coreografías a otras compañías.
Pero tras su estancia en San Petersburgo, con responsabilidades múltiples en Berlín y compromisos por grandes teatros de medio mundo, su ira parece aplacada y su disposición es muy otra. No es ya el Duato que se presentó en Rusia asegurando que no volvería a España para presentar ninguna coreografía y que, muy herido, prometía distancia tras haber trabajado para tres administraciones y con nueve ministro distintos en la cartera de Cultura como máximo responsable de la CND. En 2017 tendrá que decidir si prorroga su contrato en Berlín, aunque anticipó Duato que el Staatsballett «es la última compañía que dirijo pase lo que pase, pero no será mi jubilación».
«Me gustaría volver, retomar el contacto con la CND y sentirme un poco más cerca de mi país. Ahora hay una puerta abierta y el público podría seguir viendo mis ballets», insistió un Duato nada iracundo que alza el telón en el Real con un clásico entre los clásicos, La bella durmiente, algo insólito en sus programas. Aclaró que ya ha percibido algún canto se sirena desde el Liceo de Barcelona -«me han llamado»-pero que no hay señal alguna desde su Valencia natal.
En Berlín disfruta de la libertad que necesita para trabajar. «Siempre me he sentido con libertad creativa. Y la verdad es que cuando me dicen lo que tengo que hacer, me voy», asegura un coreógrafo que se reconoce «más maduro» y sin un gran interés por innovar. «Parece que sea mejor desacelerar y no repetirse», dijo sereno desde la atalaya de sus envidiables 58 años. Asegura sentirse «orgulloso de ser español y de haber llevado la bandera española por todo el mundo», aunque acota que lo que más le define «es sentirme mediterráneo». «Cuando estoy en Grecia tomando pulpo y ouzo frente al mar me siento más cercano a eso que cuando tomo bacalao al pil pil en Bilbao».
Duato ha hecho su primera incursión en el lenguaje del ballet clásico con su particular visión de La bella durmiente (los días 4, 5 y 6), una coreografía que creó para la compañía del teatro Mikhailovsky de San Petersburgo, del que es director artístico desde 2011. Parte de la tradición rusa y de la versión de Marius Petipa, pero ha recortado algunos pasajes. «Todos los clásicos son muy largos y no hay que temer adaptarlos un poquito y aligerarlos» dice risueño y asegurando haber quitado «polvo y peso al tutú».
En el segundo programa (los días 8 y 9) hay una obra del alemán Marco Goecke, And the Sky on that Cloudy Old Day, y dos de Duato: White Darkness, que estrenó la CND en 2001, y Static Time, primera coreografía de Duato para el Staatsballett Berlin.
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