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Todos insisten en que la pasión por el arte es esencial para ser coleccionista.
¿Cómo identificar a un coleccionista de arte?

¿Cómo identificar a un coleccionista de arte?

No se consideran elitistas, se dejan llevar por el corazón y siempre están dispuestos a colaborar con instituciones y creadores emergentes

Noelia Camacho

Martes, 22 de septiembre 2015, 21:10

No todos los coleccionistas de arte son Carmen Thyssen. No todo es glamour, lujo y ostentación cuando se habla de cuadros, esculturas o instalaciones. Hay algo más allá que el hecho de poseer una determinada obra. Los compradores privados no son sólo un grupo de privilegiados capaces, incluso, de querer sacar del país una obra de Picasso -como intentó hacer Jaime Botín-. Muchos aficionados reniegan de la imagen elitista que se da de ellos.

El director y conservador de la colección Ars Citeror de la Comunitat Valenciana, Javier B. Martín; la responsable artística de la Colección DKV, Alicia Ventura; y el director de Naranjas con arte, Nacho Tomás Gil, abandonan para LAS PROVINCIAS su faceta más institucional para hablar de su "pasión por el arte" y desterrar mitos sobre el coleccionismo. Aseguran que no buscan la fama, que la afición se asocia más a sentimientos y curiosidad artística y huyen de reconocimientos de cualquier tipo -"el coleccionista privado nunca pide nada", afirma Martín-. Se les puede ver por los museos, conocen al dedillo las ferias de arte y se relacionan de tú a tú con los artistas. Pero, ¿cómo se puede identificar a uno de estos compradores de arte si se lo encuentran en una galería? Ellos, con su propia experiencia, aportan las claves.

1. No a la etiqueta de millonarios y sí a la de asalariados.

Los coleccionistas privados tienen un mantra: "No todos podemos comprar un Picasso". Reivindican que el arte se puede adquirir desde 300 euros y que existe la posibilidad de que una determinada compra se puede pagar a plazos. Bajo este argumento, recelan de la imagen elitista que envuelve a la figura del coleccionista. "Es cierto que tenemos un importante interés por el arte y que conlleva un cierto desembolso económico. Pero, no todo se traduce en gastar grandes sumas de dinero", asegura Javier b. Martín, quien lleva más de dieciséis años gestionando una colección privada. Pero Alicia Ventura va un paso más allá. Ella, que está al frente de la Colección DKV, es también una ávida coleccionista privada. "Hay quien sólo compra un par de piezas al año. No es necesario ser millonario, yo no lo soy. Un matrimonio, con un sueldo cada uno, puede permitirse una determinada obra. Son los pequeños coleccionistas y son muchos más que esas personas con pose estirada, adineradas, que invierten en determinadas pieza", reitera.

2. Habla de pasión, intuición y corazonadas.

El diccionario de los aficionados a adquirir arte está lleno de este tipo de expresiones. "El primer paso para ser un coleccionista es tener pasión", asegura Ventura. "Hay que fiarse de la intuición a la hora de encontrar piezas", dice Tomás Gil. "Todo depende del gusto, de lo que crees que completa tu colección", asevera Martín. Lo cierto, y en eso coinciden todos, es que este tipo de afición escapa a una regla común. "A veces, ves una determinada creación y te da un pálpito", afirma de nuevo Ventura. Aunque, no obstante, después llegue el momento de hacer números. "Hay una parte racional que te hace ser consciente de hasta donde puedes llegar", reitera el director de Naranjas con arte, quien lleva cerca de quince años apostando por artistas emergentes. "El coleccionista nunca pide nada a cambio, lo hace por gusto y por placer", argumenta el coleccionista alicantino Javier Martín.

3. Comparan el arte con los coches.

"De la misma manera que en el sector del automóvil hay desde un simple utilitario a un Ferrari, en el ámbito artístico ocurre lo mismo", cuenta Ventura. La comparación, salvando las distancias, no deja de ser una clave en las conversaciones que se mantiene con estos amantes del arte. Ropa de marca, aficiones deportivas caras, caprichos... son utilizados por como ejemplo cuando se les interroga por esta faceta.

4. Citan a Botero, aunque es posible no tengan ninguna obra suya.

Este tipo de coleccionistas son eruditos, apasionados del arte -como insisten en numerosas ocasiones-, saben de lo que hablan, aunque no resultan pedantes. Son capaces de citar a Botero, aunque luego confiesen que como máximo han podido gastar 3.000 euros en una determinada obra. Aportan naturalidad al hecho de pasear por una galería para descubrir el universo de los artistas más jóvenes. Acuden a ferias, pero lo hacen siempre que sus trabajos se lo permiten. Para unos pocos, como en el caso de Alicia Ventura, su afición también va unida a la forma que tiene de ganarse la vida. Pero para muchos de estos pequeños coleccionistas, este hobby no entiende de cantidad y sí de calidad. Pero de la calidad para uno mismo. "En ocasiones, hay que huir de los nombres. Todos queremos tener obras de los grandes artistas, aunque, en ocasiones, puede que sus creaciones no se acerquen a lo que buscamos. Primamos la pieza al apellido famoso o prestigioso de un determinado autor", afirma Ventura.

5. Odian la palabra acumular.

Reconocerá a un comprador privado cuando rechace que tienen el síndrome de Diógenes en lo referente al arte. No les gusta el término acumular, porque para ellos cada una de las piezas es única. "No sólo es comprar, es conservar. No pagas por algo y te olvidas. No se trata de acumular y acumular creaciones. Hay un sentimiento de crear un legado", cuenta el responsable de la Colección Ars Citeror. Por ello, siempre hablan del componente emotivo que existe para adquirir una creación concreta. "Igual que gastas un dinero en comprar un sofá puedes hacerlo para tener una escultura que decore tu casa. La pieza siempre estará ahí y te recordará los motivos por los que decidiste que fuera tuya", cuentan.

6. Presumen de su sexto sentido.

No hablan de la película de M. Night Shyamalan en la que aquel terrorífico niño veía muertos. Presumen de una sensibilidad especial para admirar el arte. Una capacidad que, en ocasiones, no tiene que ver con una determinada formación sino con su propia afición. Ese sentido especial les hace -y ahí volverán a reconocerles- enumerar de memoria las galerías recién inauguradas, los artistas que se están asentando en el mundillo y las últimas novedades que exhiben los museos. No se asusten si, en mitad de una conversación se cuelan nombres como Inma Femenía, Juan Cuéllar, Víctor Cámara o Pablo Bellot, son los autores valencianos que hay que conocer.

7. Googlean a los artistas.

No sólo les vale acercarse a una galería para descubrir a un artista. Internet y las redes sociales se han convertido en sus mejores aliados. Si se tiene acceso a su ordenador, se podrá ver que el buscador está lleno de referencias artísticas. El pequeño coleccionista busca, teclea, googlea. Se relaciona con los creadores emergentes, sigue sus cortas, en la mayoría de los casos, trayectorias. Mantiene el contacto con ellos. Se interesa por su proceso creativo. Como futuro cliente, pregunta e indaga sobre el proceso de creación. Algunos, como Ventura, incluso hablan del término mecenas. "Muchos de estos pequeños coleccionistas se convierten en ONGs andantes, ya que, incluso, son capaces de ayudar a los artistas antes de que se pongan a trabajar", asevera.

8. Son exhibicionistas.

Pero en el buen sentido. Porque sus obras no sólo sirven para decorar las paredes de sus casas o ser guardadas en una caja fuerte. Los coleccionistas privados, mejor dicho sus colecciones, buscan ser vistas por el público. Todos ellos insisten en que están dispuestos a cederla a las instituciones para que se expongan. "La opinión no sólo de los expertos sino de otras personas, entendidas o no, te ayudan a saber si vas por el buen camino en tu afición", cuenta Nacho Tomás Gil. "Da lo mismo coleccionar piezas que cajas de cerillas. Las personas, al final, queremos mostrar nuestras adquisiciones", dice Ventura.

9. No son banqueros, no buscan invertir.

Hablan de coleccionar experiencias. Este tono romántico que le confieren al coleccionismo se deduce de na tajante afirmación que comparten y que es la de que ellos no buscan el negocio. Porque encontrarán a un auténtico apasionado del arte cuando le conteste que no son compradores de objetos, son coleccionistas de experiencias.

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