Carmen Velasco
Sábado, 17 de octubre 2015, 22:16
La noche anterior, la del domingo, tenía claro que a Valencia se llevaría el chubasquero y zapatos con los que poder pisar charcos. Los iba a necesitar porque el parte meteorológico vaticinaba lluvia, aunque ella parece curtida en las condiciones atmosféricas más adversas. «He sido periodista de calle. Quizá por eso estoy inmunizada ante los titulares que los compañeros eligen para encabezar las entrevistas y los reportajes que protagonizo», explica Matilde Asensi en un momento de relax, mientras se toma un café solo en la barra del Lounge Bar del Ayre Hotel Astoria Palace. Son las 16.23 minutos. Hace apenas unos minutos ha abandonado el restaurante del establecimiento para atender a LAS PROVINCIAS. Ha comido canelón crujiente, croquetas de jamón y micuit, pero no ha tenido tiempo para tomar el postre.
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Necesita reponer fuerzas porque su día ha empezado en Alicante, donde vive y donde escribe, a las 6.30 horas de la mañana y ha acabado a medianoche. A las 19 horas ha comenzado a firmar decenas de ejemplares de El regreso del Catón (Planeta) en El Corte Inglés de Colón y hasta que los grandes almacenes no han bajado la persiana la novelista no se ha movido de su silla. No ha dejado a nadie sin su libro firmado. «Nunca pensé que pudiera llegar a tener fans», exclama. «Me sigue sorprendiendo que los lectores sean capaces de hacer una cola de dos horas por una firma mía», asegura.
La campaña de El regreso del Catón, a la venta desde el 1 de octubre, comenzó el 1 de septiembre y concluye el 18 de diciembre. «Ese día cierro las puertas de mi casa a la editorial y a los medios. Ese día volveré a retomar mi vida», se sincera. La promoción es dura. La autora de la trilogía Martín Ojo de Plata no se queja de la jornada maratoniana. Hoy (por ayer) ha recorrido 350 kilómetros (ida y vueltaValencia-Alicante) y ha concedido 13 entrevistas, empezando por RNE y concluyendo por el blog Anika entre libros. «Todavía no me han hecho las preguntas que me dejen sin palabras y sin respuestas», bromea.
Asensi tampoco oculta que no comulga con las campañas promocionales de las editoriales pero las asume como «daño colateral, como un acompañamiento de mi niño, es decir, de mi libro. Dicen que no lo puedo dejar solo». Asensi se muestra escéptica: «Yo nunca me he comprado un libro después de leer una entrevista al autor». Y más escéptica aún:«No me interesa lo que escriben de mí. Haber ejercido el periodismo me ha inmunizado. Estoy vacunada contra la vanidad y el egocentrismo». La escritora alicantina sólo está sujeta al juicio del libro. «No creo en la promoción, no sé venderme», sostiene. Ella está en sus obras: Iacubus, El origen perdido, o Todo bajo el cielo. «No he dejado de ser periodista, pero ahora cuento noticias históricas, me documento del pasado y consulto fuentes documentales». Y si continuara ejerciendo el periodismo y tuviera a mano entrevistar a escritores le gustaría someter a preguntas a George R. R. Martín (Juego de tronos) y a Umberto Eco:«Escribo novela histórica tras leer El nombre de la rosa. Soy escritora por Umberto Eco».
«Al principio me asustaban las entrevistas y me dejaba una sensación de frustración importante porque no me gusta el protagonismo», admite. Con el tiempo descubrió que sus lectores no sólo quieren leer sus obras, sino también conocer su vida, saber quién es ella. Cedió. Hizo una concesión a sus fans: «Hasta estoy presente en redes sociales».
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«Sé que soy una escritora difícil a la hora de hacer promoción, pero también soy muy disciplinada», afirma. Eso sí, algunas fronteras no las cruzará jamás. No va a cargar con desvirtuaciones gratuitas. «Nunca me han ofrecido vestirme con los diseños de los modistos del momento para una sesión fotográfica para una revista, pero nunca lo haría».
Ella es la reina del best-seller por sus palabras y por su talento al servicio de la literatura, pero no por su imagen. «Vamos a ver soy una señora de mediana edad, de 53 años, con pelo canoso, de 1,60 centímetros... ¿Dónde crees que voy con este cuerpo dentro de unos vestidos de un diseñador de moda?», exclama riéndose. Se mira su cuerpo de arriba abajo, mantiene la sonrisa en su rostro y mira a la entrevistadora:«Seamos realistas, cuerpazo no tengo. Me paso sentada 12 horas al día, ¿qué cuerpo quieres que tenga? Los diseñadores no se matan porque yo muestre sus modelos», bromea. En cambio, sus lectores sí son capaces de morir por ella y matan si no leen sus libros. Ven más allá del chubasquero azul y los zapatos para pisar charcos con los que ayer se presentó en Valencia. Asensi, que siempre va bien armada, es una guerrera de las letras.
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