«Los menos españoles somos los andaluces»

Fue andaluz de sombrero cordobés a rosca en Ocho apellidos vascos. Y ahora repite en la secuela catalana, que se estrenará el 20-N. Alfonso Sánchez (Sevilla, 1978) es actor, director, guionista, pareja artística de Alberto López y, de remate, jinete de una Yamaha... "Rossi debería haberse disculpado con Márquez", opina.

- ¿Le pusieron Alfonso por el legendario crítico?

- ¿El que hablaba con voz nasal? No. Me pusieron Alfonso como mi padre. Pero gracias a don Alfonso Sánchez tengo una placa en Madrid con mi nombre, je, je.

- Él también vivía para el cine.

- Y yo para el cine y el teatro. Ahora represento con Alberto López en el Marquina de Madrid Patente de Corso, una adaptación de los artículos de Pérez-Reverte.

- Creo que su personaje es un jeta.

- Mi Luciano tiene mucho del Juncal de Paco Rabal y de esa picaresca española que nos ha ayudado a sobrevivir.

- ¿Si tuviera patente de corso, qué delito perpetraría?

- Madre mía, es que yo no soy muy de delinquir... Pero bueno, dejaría de pagar el IVA cultural. Porque lo de atracar un banco ya lo he hecho. En la ficción. Y me quedé muy a gusto.

- ¿Filosofar en la terraza de un bar es un defecto andaluz? Lo digo por el Fali y el Rafi.

- Es nuestra mejor virtud. Sin las terrazas y las cañas gastaríamos más dinero en abogados y en psicólogos.

- ¿Pero ya hay presupuesto para tanto montaíto?

- Esa es la magia de Andalucía, que hay señoritos siendo una de las autonomías más deprimidas de España. El señorito andaluz es casi patrimonio de la humanidad.

- Acaba de venir de Barcelona. O sea, de Polonia.

- Yo me he sentido en España, como en casa. Y superquerido. Me han hablado en catalán y he respondido en español, sin problema. Me da que es más una cuestión política.

- ¿Ocho apellidos catalanes parodia el soberanismo?

- Será uno de los puntos claves de la película y de los más divertidos. Tengo muchas esperanzas en que eso provoque una catarsis bonita en un momento muy complicado. Creo que va a ayudar a desdramatizar el problema.

- ¿Qué ha aprendido de los catalanes?

- Que son muy generosos.

- El tópico los pinta tacaños.

- No he vivido eso. Lo que sí he visto es que a todo le quieren sacar un rendimiento. Son fenicios, mercaderes. Y han dispuesto de la mejor mano de obra: la andaluza.

- Ha trabajado con vascos y catalanes. ¿Cuáles son menos españoles?

- Los menos españoles somos los andaluces, hombre... Ja, ja, ja. Porque Andalucía es un lugar muy particular.

- ¿Echa de menos a la jueza Alaya?

- Lo que echo de menos es el catálogo de ropa que tenía esa mujer, que era una maravilla.

- Mójese. ¿De qué pie cojean vascos y catalanes?

- Los vascos son brutillos. Dice Alberto que no hay nada mejor para llevarte a un vasco a tu terreno que decirle: No hay cojones. Y los catalanes a veces se hartan de balón, van un poquito sobraos.

- ¿Cuántos chuletones lleva en el cuerpo?

- Más de los que debería. El viaje culinario de estos últimos años de carrera...

- No tiene precio.

- Sí lo tiene: hora y media de gimnasio diaria. Que si no yo estaría como Orson Welles.

- Lo próximo, ¿qué será?: ¿ocho apellidos andorranos?

- Ay, no, que tienen muy mala rima.