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BORJA OLAIZOLA
Jueves, 24 de diciembre 2015, 10:55
La última canción que grabó Janis Joplin habla de coches. Tres días antes de morir, la artista había interpretado en el estudio Sunset Sound Recorders de Los Ángeles una primera versión de 'Mercedes Benz', un blues que acababa de componer con la ayuda de dos amigos. Janis la cantó sin acompañamiento musical; era muy probablemente un esbozo, una idea sobre la que tenía previsto volver a trabajar antes de darle forma definitiva. Pero el destino quiso que 'Mercedes Benz' fuese precisamente su último legado: tres días después de haberla interpretado con su voz desgarrada apareció muerta por una sobredosis de heroína. La grabación fue incluida a modo de homenaje en 'Pearl', su disco póstumo, que salió al mercado mes y medio después de su fallecimiento.
olor a pachuli
El Porsche 356 de Jains Joplin simboliza una época. Basta ver su iconografía hippie para imaginar que en su interior huele aún a pachuli, el perfume de los años sesenta.
El 356 fue el primer modelo de Porsche, un deportivo que escondía en sus 'tripas' un sencillo motor de Volkswagen 'Escarabjo' algo potenciado en sus unidades finales.
En 'Mercedes Benz', Janis equiparaba los coches con un bien de consumo como la televisión en color, algo de lo que en realidad se podía prescindir. En el eterno dilema entre el ser y el tener, la cultura hippie había escogido lo inmaterial y trataba con desprecio los bienes terrenales. Aunque participaba de esa corriente, a Janis le encantaban los automóviles y en 1968 consiguió hacerse con un Porsche 356 descapotable de segunda mano. En aquel entonces la marca alemana no había alcanzado aún el aura de elitismo que tiene ahora. El 356 no era el modelo más barato que había en el mercado, pero en proporción resultaba bastante más asequible que cualquier Porsche actual.
La cantante texana compró una unidad con cuatro años a sus espaldas en un concesionario de Beverly Hills. Pagó 3.500 dólares, una cifra considerable, pero unos meses antes acababa de triunfar con su primer disco, 'Cheap Thrills', y podía permitirse el capricho a pesar de que su economía estuvo siempre lastrada por su afición a la heroína. El coche, de color gris claro, era demasiado anodino para su gusto y al poco de adquirirlo le propuso a uno de los miembros de su banda, Dave Richards, que hiciese algo para darle un toque más personal. Richards cogió las llaves, le pidió 500 dólares y desapareció durante un mes. El resultado fue una de las más genuinas expresiones de la pintura sicodélica de la época. En la carrocería aparecían la propia Joplin y los miembros de su banda, la Big Brother and the Holding Company, rodeados de signos astrológicos, medusas, mariposas y demás iconografía hippie.
No hay constancia de la cara que puso la cantante cuando contempló el coche aunque el resultado no tuvo que desagradarle, ya que accedió a posar sonriente a su lado en varias fotografías. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que a Janis le encantaba conducir por las carreteras californianas. Su hermana Laura recuerda que «iba en coche a todos los lados, no le importaba conducir desde San Francisco a Los Ángeles cuando estaba grabando allí». No cuesta mucho imaginarla al volante de su descapotable con la melena peinada por la tibia brisa del Pacífico recorriendo los más de 600 kilómetros que hay entre las dos ciudades mientras tararea con voz rasgada alguna de sus canciones. La luminosa estampa, retrato de una época, contrasta con las sombras de una vocación autodestructiva que le llevaría a perder la vida antes de haber cumplido la treintena.
Notas en el parabrisas
Se cuenta que la identificación entre el coche y la artista era tal que algunos de sus admiradores solían dejarle notas sujetas al limpiaparabrisas. Otros se apostaban junto al Porsche con la esperanza de que Janis les firmase un autógrafo o un disco antes de sentarse al volante. El descapotable la acompañó hasta sus últimas horas: fue localizado en el aparcamiento del hotel en el que apareció su cadáver el 4 de octubre de 1970. Tenía 27 años y su muerte causó un enorme impacto, sobre todo porque se conoció apenas dos semanas después del hallazgo en similares circunstancias de otro cadáver ilustre: el de Jimi Hendrix, desaparecido a la misma edad.
El Porsche fue a parar al que había sido uno de los hombres de confianza de Janis, Albert Grossman. La familia de la cantante lo recuperó en 1990 y decidió restaurarlo a partir de fotos de la época. Restablecida su pintura sicodélica, durante cinco años estuvo expuesto en el Salón de la Fama del Rock and Roll de Cleveland como uno de los grandes símbolos de la cultura hippie. Pero el Porsche resultaba tan tentador que la familia terminó aceptando los consejos de sus amigos y lo sacó a subasta. El resultado no ha podido ser más sorprendente, ya que se ha vendido este mes por 1,6 millones de euros, cuatro veces el valor que le habían adjudicado los tasadores de la compañía. La rivalidad establecida entre siete candidatos a su adquisición explica en parte el incremento del precio. La otra parte tiene que ver con la atracción que sigue suscitando a día de hoy la que fue la primera gran estrella femenina del rock and roll.
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