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ÓSCAR GOÑI
Sábado, 16 de enero 2016, 00:52
Era ayer cuando las páginas más populares de los diarios estadounidenses se llenaban de 'comic strips', de tiras. Las ventas de los periódicos fluctuaban no solo merced a las noticias del momento, sino también por los comics que incluían. Hoy, Flash Gordon, Dick Tracy o El Príncipe Valiente, entre otros muchos, ocupan un lugar en la cultura que no hubiera sido el mismo sin la prensa (y viceversa), y con toda seguridad situado en un lugar de honor en esa lista estaría Charlie Brown, la obra de toda una vida de Charles Monroe Schulz (26 de febrero de1922, Minneapolis-12 de febrero de 2000, Santa Rosa, California).
Los 'Peanuts' (literalmente, cacahuetes, pero también es aplicable a un niño pequeño para su edad) nacen el 2 de octubre de 1950, publicándose simultáneamente en siete rotativos: 'The Washington Post', 'The Chicago Tribune', 'The Minneapolis Star-Tribune', 'The Allentown Call-Chronicle', 'The Bethlehem Globe-Times', 'The Denver Post' y 'The Seattle Times'. Schulz, un joven de 27 años que ha dejado atrás su paso por el ejército para participar en la II Guerra Mundial, debuta con una tira formada por cuatro viñetas. Su primer contrato le proporciona un sueldo de 90 dólares y le compromete a entregar, de lunes a sábado, seis tiras a la semana. Años después, Charlie y sus amigos llegarán a publicarse en 2.700 periódicos y, según un análisis de 'The New York Times', habrá generado unas cifras de negocio de mil millones de dólares. Su popularidad llega a la NASA. En 1969, el módulo de mando del Apollo X es bautizado como 'Charlie Brown'y el lunar, 'Snoopy'; el aeropuerto de Sonoma es el Charles M. Schulz; el entonces gobernador de California y luego presidente Ronald Reagan declara el 25 de mayo día de Charlie Brown y Francia nombra a su creador Caballero de las Artes y las Letras.
Peanuts
Paradójicamente, Schulz siempre odió que su tira se llamara 'Peanuts'. Cuando la presentó al United Feature Syndicate, la tituló 'Li'l Folks', pero su editor rechazó la propuesta porque dicho nombre era parecido al de otra comic strip, la histórica 'Li'l Abner' de Al Capp. Según reveló el dibujante en una entrevista de 1987, aquel editor pensó que los personajes le recordaban a los muñecos del entonces popular programa infantil de televisión 'Howdy Dooly' (NBC, 1947-1960).
Sin embargo, pasan los años y Charlie Brown adquiere tal dimensión que, previendo lo que inevitablemente sucederá en el futuro, Schulz incluye una cláusula en su contrato: a su muerte, recuperar la franquicia costará a quien desee dibujarla mil millones de dólares; y es que el paso del tiempo y la muerte le obsesionaban. Cuenta la también dibujante Lynn Johnston (Collingwood, Ontario, 28 de mayo de 1947) que Schulz nunca aceptó de buen grado su paso a la vejez, y que temía morir sin haber concluido su trabajo, al que nunca quiso darle final. Nunca se jubiló. En 1999, un infarto dejó al descubierto un cáncer colorrectal en fase avanzada. A finales de ese año dejó de dibujar y, apenas dos meses después, el 13 de febrero de 2000, falleció. Al día siguiente, se publicó la última tira de Charlie Brown.
Niños y adultos
A diferencia de Mafalda, por ejemplo, donde Quino retrata a las familias, el universo de Schulz es de niños. En sus asombrosas 17.897 tiras (es la serie más longeva de la Historia del cómic hecha en solitario) no aparece un adulto, solo niños y animales, como Snoopy (originalmente Sniffy) y su amigo, el pajarito Woodstock (Emilio en castellano). Precisamente, el perro de raza beagle es uno de esos casos en que un personaje destroza los límites de la viñeta para convertirse en un icono, superando a su dueño en popularidad. Como curiosidad, cabe decir que Snoopy se llamaba originalmente Sniffy, pero el nombre ya estaba siendo utilizado en otra tira. Schulz recordó entonces que Dena, su difunta madre, mencionó en alguna ocasión que si la familia volviera a tener un perro, lo llamaría Snoopy.
Schulz emplea un humor puro y lleno de inteligencia. Temas como la incomprensión, el fracaso o la soledad revolotean a menudo las viñetas, impregnándolas de ternura. La tira, con sus evidentes particularidades narrativas, se abre hacia nuevas direcciones a medida que el autor experimenta con soluciones, siempre basadas en la sencillez. Todo ello queda a disposición del lector en los preciosos tomos que Planeta Comics edita, en cada uno de los cuales se recoge el trabajo de dos años. Después de 17.897 tiras y cuarenta años intentándolo, Charlie nunca aprendió a jugar a fútbol americano, menos aún a béisbol. La obra permanecerá inacabada. Charles Schulz lo quiso de esa forma y, ¿quién cuestiona a un genio?
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