GUILLERMO ELEJABEITIA
Sábado, 18 de junio 2016, 22:12
A los encantos de Jacqueline Kennedy debe 'La Gioconda' su extraordinario viaje a Estados Unidos en 1963. La primera dama convenció al entonces ministro de Cultura francés, el novelista y aventurero André Malraux, para que le prestara el cuadro más famoso del mundo gracias a sus comentarios de inocente admiradora durante un viaje de la pareja presidencial a París. Meses más tarde la Mona Lisa abandonaba por primera vez el Louvre rumbo a una gira por 'las américas' en la que fue vista por más de millón y medio de entusiastas yanquis. Los conservadores del museo pusieron el grito en el cielo, pero Charles De Gaulle impuso a su criterio científico la razón de Estado. Contentando a Jackie, templaba las tirantes relaciones francoamericanas.
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«Se trata de un préstamo irrepetible», reconoce Miguel Zugaza. El director del Museo del Prado conoce bien los delicados engranajes que rigen el préstamo entre grandes museos. Su propio desembarco en la principal pinacoteca del país se vio envuelto en la polémica por una cesión que algunos consideraron desafortunada. En 2002 autorizó que las dos 'Majas' de Goya viajaran juntas a la National Gallery de Washington para participar en una gran exposición sobre pintura española. «Yo acababa de llegar y me encontré con una reacción tremenda. La gente decía ¿y si se cae el avión? En ese caso yo me hubiera preocupado más por el pasaje y la tripulación», ironiza.
El problema se zanjó de forma salomónica adoptando el mismo criterio de seguridad que siguen muchos reyes y sus herederos en sus viajes. Cuando salieron de Madrid junto a otras 36 obras del maestro aragonés lo hicieron en aviones distintos, lo que no evitó que se azuzara el debate sobre el traslado de obras de arte. «El Prado debería hacer una lista en sangre, cemento o acero inoxidable de las piezas que no pueden abandonar el museo. Las 'Majas' no deben moverse, como 'Las Meninas', 'La rendición de Breda' o 'La familia de Carlos IV'. Son obras sagradas, demasiado sagradas para viajar», clamó entonces la especialista Isadora Rose de Viejo.
hacer números
De las 725 obras que pidieron prestadas en 2015 al Reina Sofía se prestaron «unas 300». Por la cantidad de exposiciones que organiza, tiende a ser «generoso, pero cada vez más selectivo».
A partir del 11-S se multiplicó el coste de los seguros.«Si hubiera que pagar una póliza sería imposible hacer exposiciones de calado», por eso se usa la Garantía del Estado.
Los grandes museos no cobran por prestar obras pero sí organizan exposiciones que luego 'venden'. El Prado ingresó 2 millones por una muestra en Japón.
Catorce años después el museo sigue sin haber confeccionado ese inventario, «aunque sí hay una serie de obras que quiero pensar que el Prado no prestará jamás», apunta Miguel Falomir, director adjunto de Conservación. Sería impensable que 'Las Hilanderas', 'Los fusilamientos del 3 de mayo' o 'La Venus' de Tiziano salieran de los muros del palacio de Villanueva. «Lo mejor es que no viajen, entre otras cosas porque el poderío de un museo se demuestra no tanto trayendo obras importantes como haciendo que el público venga a verlas a tu institución», afirma el conservador.
«Todos los museos tienen piezas icónicas que no se suelen prestar porque comprometerían el discurso artístico y didáctico del centro», explica Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía.
Peticiones diarias de obras
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Sin embargo, cualquier museo de cierto nivel no puede renunciar a una práctica de la que se nutre buena parte de la escena artística mundial. «Si no fuera por el constante flujo de obras que se prestan museos y particulares sería imposible la celebración de numerosas exposiciones», advierte el crítico Enrique Portocarrero, que define la colaboración entre instituciones como «una poderosa herramienta de diplomacia cultural y un cauce de penetración comercial».
El Prado recibe peticiones «prácticamente todos los días» y atiende cada año varios centenares. Suele ser «relativamente generoso», aunque no a cualquier precio. «Los más solicitados son tizianos, goyas, grecos, aunque en eso también hay modas», apunta Falomir. Algunas peticiones son «sencillamente inasumibles». Hay quien ha llegado a solicitar la obra cumbre de Velázquez, «pero entiendo que alguien que se atreve a pedir 'Las Meninas' no es una institución seria», añade.
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ace unos meses, «en un gesto de extraordinaria generosidad», se cedió a Holanda 'El carro de heno' con motivo del V Centenario del El Bosco, para que fuera expuesto en Bolduque, su tierra natal. Se trata de una obra fundamental en la trayectoria del holandés y fue el principal atractivo de la muestra. Pero la colaboración quedó empañada por un estudio científico encargado por el Museo de Brabante del Norte que sembraba dudas sobre la autoría de otras dos obras solicitadas, 'Las tentaciones de San Antonio' y 'La extracción de la piedra de la locura'. La dirección del Prado, indignada, revocó el préstamo «porque supondría asumir las conclusiones del estudio». El centro holandés también había tanteado la posibilidad de recibir 'El Jardín de las Delicias', pero no coló. «Nunca se prestaría», zanja Falomir.
Hace unos meses, «en un gesto de extraordinaria generosidad», se cedió a Holanda 'El carro de heno' con motivo del V Centenario del El Bosco, para que fuera expuesto en Bolduque, su tierra natal. Se trata de una obra fundamental en la trayectoria del holandés y fue el principal atractivo de la muestra. Pero la colaboración quedó empañada por un estudio científico encargado por el Museo de Brabante del Norte que sembraba dudas sobre la autoría de otras dos obras solicitadas, 'Las tentaciones de San Antonio' y 'La extracción de la piedra de la locura'. La dirección del Prado, indignada, revocó el préstamo «porque supondría asumir las conclusiones del estudio». El centro holandés también había tanteado la posibilidad de recibir 'El Jardín de las Delicias', pero no coló. «Nunca se prestaría», zanja Falomir.
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La importancia del museo solicitante, el interés de la exposición y el prestigio de su comisario también pesan a la hora de autorizar una cesión. En el Reina Sofía «no prestamos a galerías, ni a instituciones privadas, generalmente solo a centros que tengan cierta categoría museística», aclara Rosario Peiró, jefa del Área de Colecciones. Pero lo que puede inclinar la balanza hacia uno u otro lado es el criterio de los científicos.
«El 'Guernica' no se mueve»
El caso del 'Guernica' resulta paradigmático. La posibilidad de exhibirlo en Euskadi es una reclamación histórica de las instituciones vascas, que sueñan con verlo en el Guggenheim, pero «la obra no se puede mover de su lugar», advierte Manuel Borja-Villel. Y no solo porque dejaría huérfanos a miles de visitantes, es precisamente su pasado viajero -fue desmontado 10 veces de su bastidor en los primeros 8 años de vida y se ha expuesto en una treintena de sedes distintas- el que impide que vuelva a salir de casa. «Tras la restauración que se hizo en el MOMA en los años 50 el cuadro está estable, pero es sumamente frágil». Todo lo más que se prestan son dibujos preparatorios, como los que viajarán a San Sebastián con motivo de la capitalidad europea de la cultura.
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El papel de las obras en la colección permanente también es decisivo. «Prestar 'La dama de azul' de Picasso nos destrozaría el arranque de la exposición », reconoce la jefa de colecciones del Reina. Tampoco cree probable que salgan obras de Miró de los años 20 o las piezas más importantes de Dalí. «'El gran masturbador' solo se ha movido una vez, y lo hizo de una sala a otra del museo». Sin embargo, son las más solicitadas: «En un par de meses nos han llamado media docena de instituciones para pedir 'Monumento a la mujer niña', también de Dalí». Ahí entra en juego el principio de reciprocidad. Próximamente prestará una obra de Yves Klein a la Tate Liverpool, «porque es un centro muy solvente, con un comisario experto, pero además porque les voy a pedir a cambio un Picasso», revela Peiró.
En cualquier caso «las reglas se rompen a veces en función de intereses políticos, culturales o económicos», señala Portocarrero. Por ejemplo, existe la norma de que no salgan del Prado más de media docena de velázquez al año. Pero en 1989 se prestaron nada menos que 17 -un tercio de la colección- al Metropolitan de Nueva York para la retrospectiva más importante del maestro sevillano en suelo americano. Meses antes Madrid y Washington firmaban un convenio de colaboración en materia de Defensa que empujó al Prado a mostrar manga ancha. «Afortunadamente la tendencia general es hacia una mayor autonomía de las instituciones y los criterios científicos son determinantes frente a los políticos», sostiene Borja-Villel.
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También es conveniente «no hacer excepciones». Diez años después de la visita de La Gioconda a Estados Unidos, Japón la volvió a pedir y París no pudo negarse. La Mona Lisa viajó a Tokio con escala en Moscú, de nuevo por razones políticas. Todos los conservadores del Louvre dimitieron en bloque como señal de protesta, aunque su renuncia no fue aceptada.
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