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ADOLFO LORENTE
Domingo, 21 de agosto 2016, 21:28
Uno de los grandes errores referidos al entramado institucional de la Unión Europea y que hace que los corresponsales comunitarios se lleven las manos a la cabeza cuando lo escuchan es confundir el Consejo Europeo con el Consejo de Europa. ¿Es que no es lo mismo? NO. Así, con mayúsculas. Mientras el segundo es un órgano consultivo de escasa repercusión práctica, el primero es el eje sobre el que gira la UE. Todo se cuece en el Consejo Europeo. Todo.
¿Y qué es? Cómo explicarlo... Se trata de esa sala imponente donde se ve a Angela Merkel, François Hollande, Matteo Renzi o Mariano Rajoy (de momento) en torno a una mesa cuando el telediario conecta en directo con Bruselas. El lugar donde más se trasnocha en la capital europea gracias a, entre otros temas, la tragedia griega. Y ahí están los 28 jefes de Estado y de Gobierno de la UE rodeados de batallones de asesores solucionando una Europa cada vez más imposible a raíz del 'Brexit'. Su presidente, el jefe, quien toca la campanilla al inicio de que cada cumbre, es polaco y se llama Donald Tusk. Pero no hay Tusk sin Piotr Serafin, el verdadero protagonista de esta historia, el 'cocinero' del Consejo. Y no sólo en lo político, porque es «muy cocinillas».
Como se dice en España, es uno de los grandes fontaneros de la UE. En Bruselas, les llaman sherpas por ser quienes asumen todo el peso en las cumbres. Los líderes se hacen la foto, ellos trabajan. Serafin es el que hace y deshace, el que mueve los principales hilos o tiene la capacidad de tocar las teclas más relevantes. Y como ocurre con los mejores fontaneros políticos, poco o nada se sabe de él. Pasar desapercibido para el gran público es su mejor virtud, pero su peso en el entramado institucional de la UE es enorme. ¿Quién es este hombre?
Casado y con dos hijas, nació el 12 de enero de 1974 en la localidad polaca de Sulecin. Es economista, abogado y un europeísta convencido y convincente que ha ocupado varios cargos institucionales en su país, como el de secretario de Estado para la UE. Venir de ese Este con pasado soviético le hace ver la organización con ojos muy diferentes al los de los europeos de Francia, Italia o España. Para él, Europa es algo así como el paraíso, de ahí que no sorprendan ciertas declaraciones suyas como: «Tenía la sensación de que en la vida no volvería a pasarme algo más importante que el acceso de Polonia a la UE».
Ocurrió en 2004 y desde entonces se ha dedicado en cuerpo y alma a defender los intereses de su país en Bruselas, negociando las cuentas o formando parte del gabinete del excomisario de Presupuestos Janusz Lewandowski. Lo suyo, como él suele decir, son los números. Uno de sus rasgos personales en las contadas intervenciones privadas que hace ante los corresponsales internacionales es tener siempre un boli en la mano con el que poder garabatear mientras escucha y pregunta. Le da seguridad. Además, es zurdo cerradísimo y fuma cigarrillos electrónicos.
De terremoto en terremoto
Serio, muy trabajador, algo vergonzoso, meticuloso... «Quizá soy algo adicto al trabajo», confiesa. Quienes lo conocen aseguran que es un pilar esencial para Donald Tusk, que asumió la presidencia del Consejo el 1 de diciembre de 2014 en una situación muy complicada. No tanto en lo concerniente a la coyuntura geopolítica comunitaria, que también, sino en lo personal. Tusk, que fue primer ministro polaco, apenas sabía inglés. Sólo lo chapurreaba y eso, en un mundo tan complejo como la UE, es una mochila demasiado pesada. Pero ahí estuvo Serafin, haciendo de Serafin y también de Tusk, siendo su otro yo en la sombra, como desvelan fuentes conocedoras de su relación. Su 'feeling' es evidente y no es extraño verles almorzar juntos en el comedor del Consejo con ropa de calle.
Desde que llegó a Bruselas como mano derecha de Tusk, las crisis se han precipitado. No ha habido un mes tranquilo. Ha tenido que capear con el enfrentamiento ruso-ucraniano y las sanciones a Moscú, con el problema de los refugiados, con la amenaza terrorista y los terribles atentados de París y Bruselas... Pero si hay dos momentos que han logrado poner contra las cuerdas al Consejo, esos fueron la crisis griega del verano de 2015 y el reciente tsunami con epicentro en Londres.
En el primer caso, Donald Tusk fue el gran vencedor diplomático de una crisis sin parangón que casi acaba con el mismísimo euro. Si Grecia salía del bloque, las puertas se abrirían de par en par para otros países. Se evitó y allí estuvo Serafin durante 17 horas construyendo puentes y tejiendo complicidades donde nos las había. La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno comenzó a las 16.30 horas del domingo 12 de julio y finalizó a las 08.57 horas del lunes, a sólo tres minutos de que se abrieran los mercados. Ahora, el reto se llama 'Brexit', la salida de Reino Unido de la UE. Es un hecho tan inesperado como histórico y Tusk nunca se imaginó tener que liderar una crisis de este tamaño. Aunque recuerden, Tusk es el que 'emplata', pero Piotr Serafin es el auténtico 'cocinero'.
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