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RAFA MARÍ
Miércoles, 5 de octubre 2016, 10:31
Juan de Ribera Berenguer (Valencia, 1935) falleció ayer en Castellón tras permanecer ingresado en un centro hospitalario desde mediados del pasado mes. Hijo del pintor y profesor Rafael Berenguer Coloma, en su familia el arte fue una segunda naturaleza. La trayectoria de Ribera Berenguer impresiona por su coherencia y reconocimientos, pero debido a que Valencia es como es -quizá como son más o menos todas, pero a uno le fastidia especialmente lo que pasa en su ciudad-, por esa manera nuestra de ser o por el propio carácter retraído, tímido y psicológicamente aristocrático de Ribera Berenguer, su pintura ha sido ninguneada en los últimos años.
Una de las últimas veces que vi colgados cuadros suyos fue en la potente colectiva Patrimoni de la Diputación de València: Dibuix i pintura (2014), en la que se expusieron obras suyas y de Sorolla, Pinazo, Joan Miró, Lozano, Anzo, Equipo Crónica, Yturralde, Armengol, Boiz, Cardells, Carmen Calvo, entre otros muchos artistas de primera línea. Aquella exposición la comisarió Vicente Colom, que recordaba ayer a Ribera Berenguer: «Era un gran pintor expresionista, su fallecimiento es una gran pérdida para la cultura valenciana».
Los paisajes urbanos de Ribera Berenguer nos llevan a otro mundo en el que da la sensación de que todo puede incendiarse de un momento a otro. Poco amante de las polémicas, sin embargo en su pintura volcaba un temperamento volcánico de gran intensidad. Algunos teóricos afirman que su obra ha influido más o menos secretamente en la de Miquel Barceló, sobre todo en su fuerte carga matérica. Mi compañera María Ángeles Arazo decía ayer que el estudio de Ribera Berenguer «era todo un gran universo, lleno de historias y matices». María Ángeles citaba los cuadros del pintor reflejando barcas, los ya desaparecidos chiringuitos de Pinedo y las habitaciones con objetos de todo tipo. Impresionan de modo especial sus paisajes urbanos captados desde alguna recóndita azotea y en los que hay algo de amenaza escondida. La ciudad como un congregación humana estimada pero también inquietante. Un realismo exacerbado en el que nada es como parece.
Entre las principales exposiciones de Ribera Berenguer destacan las que hizo en la Dirección General de Bellas Artes de Madrid (1967-68), las dos monográficas sobre El Mar y la Materia celebradas en el edificio del Reloj del Puerto de Valencia y la retrospectiva itinerante que le dedicó el Consorcio de Museos de la Generalitat Valencia en 2007/08.
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