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Blasco Ibáñez y el periodismo como arma política en Aula LAS PROVINCIAS

Aula LAS PROVINCIAS se suma al aniversario del 150 nacimiento del escritor y analiza en una mesa redonda la faceta menos reconocida del fundador de 'El Pueblo'

NOELIA CAMACHO

Miércoles, 22 de febrero 2017, 19:25

«¿Cuántas veces suspendieron mi periódico? No lo sabría decir exactamente. Mas, calculando el tiempo que fui a la cárcel por días, semanas y meses, puedo afirmar que la tercera parte de aquel período heroico de mi existencia lo pasé a la sombra o huyendo». La frase pertenece a Vicente Blasco Ibáñez, pero no al literato o al escritor, sino al periodista. Concretamente a su etapa al frente del diario 'El Pueblo', una cabecera que fundó el 12 de noviembre de 1894 y que se convirtió en el altavoz perfecto con el que lanzar sus ideales republicanos.

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La afirmación está recogida en la biografía que redactó su hija Libertad y que recientemente ha publicado el Ayuntamiento de Valencia con motivo de los actos del 150 aniversario de su nacimiento. LAS PROVINCIAS ha querido sumarse al homenaje en un Aula en el que redescubrir esta faceta del autor de 'La Barraca' o 'Cañas y barro'.

Este periódico ha reunido a tres expertos para que plasmen su visión sobre el Blasco periodista y reportero. El columnista de LAS PROVINCIAS Francisco Pérez Puche; el escritor y articulista de este diario Miquel Nadal, y la directora de la Casa-Museo del escritor, Rosa María Rodríguez Magda, serán los encargados de ofrecer distintas versiones sobre la vertiente periodística del autor.

Pero todos ellos coinciden en señalar que para el literato valenciano el periodismo fue un arma política. «Fue un medio para llegar a un fin. Después, se convirtió en la palanca que le hizo llegar a la literatura», asegura Nadal. «El periodismo de Blasco Ibáñez es mucho más reivindicativo y revolucionario de lo que podemos imaginar. Es tremendo porque nos sitúa en las condiciones de vida de la gente en aquel momento. Hoy en día lo consideraríamos populista, para levantar el ardor de las masas», afirma Pérez Puche.

La directora de la Casa-Museo del escritor va un paso más allá y reivindica una faceta «poco reconocida» de un joven que con 23 años funda 'La Bandera Federal' y que, cuatro años más tarde, hace lo propio con 'El Pueblo'. «Hay que resaltar el contexto político de la época del Blasco periodista. Con la cabecera, ejerce sus armas políticas. Se bate en duelo con dos periódicos ya asentados como El Mercantil Valenciano y LAS PROVINCIAS. Adquiere un nicho de mercado. Su pretensión es llevar a la gente sus ideales republicanos, lo que después sería considerado como el blasquismo», argumenta Rodríguez Magda.

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Para ella, además, Blasco Ibáñez es un avanzado a su tiempo. «Podría considerarse como un precursor de lo que se llamaría el Nuevo Periodismo, esa tendencia a exagerar en la información. Un estilo a medio camino entre el panfleto, la denuncia social y el sensacionalismo. Hoy en día nos puede parecer panfletario, que mezcla la consigna política con un excelente tratamiento literario», asevera. Pérez Puche coincide de nuevo con Rodríguez Magda en este aspecto. «Escribía muy bien. Todos los redactores de 'El Pueblo' lo hacían. La más mínima noticia recibía el mismo tratamiento narrativo que otra más grande», asevera.

«Mi intención es defender una visión que considera que, en realidad, Blasco Ibáñez no fue un auténtico periodista. Es un narrador, un contador de historias, tanto en su vertiente como novelista como en la de político. 'El Pueblo' es un periódico de partido. Creo que Blasco llega al periodismo por la política», añade Nadal.

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No obstante, todos insisten en que, para Blasco, «el periodismo es una herramienta de influencia social y política». «En el recuerdo de la época están sus enfrentamientos con otros directores de medios de comunicación. Deciden vender el periódico a mitad de precio. Hay toda una misión de cultura popular, que rompe los parámetros de la prensa estable de finales del siglo XIX y principios del XX», afirma la experta. «En un texto de Félix Azzati, uno de los redactores de 'El Pueblo', habla de dos tipos de diarios. Los del periodismo de sopor, en los que dos y dos son cuatro, y los del corazón y la movilización, los de generar el titular», cuenta Nadal. Él destaca la utilización, en ocasiones, de «insultos y descalificativos en sus artículos». También la de sus peleas y duelos con otros medios.

La propia Libertad Blasco Ibáñez recoge también la pelea de su progenitor con la censura de la época. Es más, como rememora Pérez Puche, artículos como aquel 'Que vayan todos: pobres y ricos', en el que el literato valenciano clamaba contra la injusticia de que sólo los hombres pertenecientes a las clases más desfavorecidas fueran a combatir en la «injusta guerra de Cuba», le valió varias condenas a prisión. Blasco Ibáñez lo explicaba así: «los artículos de mi periódico me hicieron ir a la cárcel más de treinta veces. Un correligionario me había construido una cama de campaña en la que dormía allí. En la cárcel había una celda que consideraban, y consideraba yo, como la prolongación de mi casa».

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Si a ese aspecto, según los participantes en Aula LAS PROVINCIAS, se le suma el hecho de que era una profesión que «le permitía mal vivir», según Pérez Puche, asombra el empeño de Blasco de seguir utilizando el periodismo como instrumento para afianzar en la sociedad sus ideas republicanas. «No era una actividad pacífica en absoluto», asevera Nadal. «El periodismo de aquella época era muy distinto. A Blasco le prestan dinero, siempre estaba riñendo con el editor. Era una profesión durísima y mal pagada, casi tanto como ahora. En aquel momento, todo se traducía en si comías o no», narra Pérez Puche.

Tanto es así que uno de los hitos fue su marcha al frente en la Primera Guerra Mundial pero «también porque ve negocio», cuenta Pérez Puche. «Está en París y el presidente de la república francesa le invita a marchar a la guerra. Esas son las crónicas que, después, vende por fascículos hasta formar los nueve tomos en los que exhibe su visión como reportero. Y de ahí nace la que puede considerarse como su mejor novela, 'Los cuatro jinetes del Apocalipsis'», afirma el también cronista de la ciudad. Es en ese momento, según Rodríguez Magda, donde nace el Blasco periodista internacional. «Esos nueve tomos siguen siendo un ejemplo de documentación. Otro gran momento en su carrera fue cuando escribe las crónicas para el New York Times sobre el militarismo mexicano. Es un cronista de masas que crea escuela», defiende.

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«Al final, Blasco Ibáñez es un apasionado de todo lo que hace, de la política y el periodismo. 'El Pueblo' nace de su pasión revolucionaria, de esa pulsión política. Nos resulta muy atractivo observar como un escritor que empieza siendo un revolucionario se convierte en un 'bon vivant' que vive en los mejores hoteles, que cobra cantidades ingentes de dinero por sus conferencias, cuyas novelas se convierten en películas que llenan los cines en Hollywood», alega Pérez Puche. Para Rodríguez Magda, la faceta periodística del autor está «eclipsada por el Blasco novelista y es la menos reconocida». «Y no sólo esa, también la editor. Es importantísima su labor en este campo, capaz de traer a España libros que no se conocían. También hay que resaltar al Blasco aventurero, al Blasco que no sólo deja que adapten sus libros al cine, sino que modifica su forma de escribir. Era un visionario», resalta.

Mirar al literato valenciano con el prisma del siglo XXI hace que el propio Pérez Puche indique que Blasco «sería en la actualidad todo un líder en las redes sociales». «Ahora, desarrollaría un muy buen periodismo. Si me preguntan en qué parte del arco político se situaría, yo diría que con Podemos. Puede que sí. Pero al final, todas las decisiones que tomó en su vida las hizo bajo la premisa de su pasión por escribir y por vivir», asevera.

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Pese a todo, según Nadal, Vicente Blasco Ibáñez sigue siendo el gran novelista valenciano. «Desde sus novelas, no hay ningún texto contemporáneo con esa capacidad de retratar nuestra realidad». Además, argumenta que, pese a que hay que homenajear y recuperar su figura, «debemos acercarnos a su obra con una visión normal, sin mitificarlo y sin condenarlo. Admirarlo en su justa medida», advierte.

La aventura del Blasco como dueño y fundador de 'El Pueblo' se terminó en 1904. «Víctima de la desilusión», asegura su hija en su biografía. En ese momento, y tras trasladarse a Madrid, vendió la cabecera a su amigo Azzati.

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No obstante, siguió siendo el gran cronista de la realidad social. Aunque, por encima de todo, destacan la capacidad de no pasar inadvertido del Vicente Blasco Ibáñez personaje. Aquel que fue capaz de utilizar el periodismo como arma política, de reinventar las reglas de los medios de comunicación y de compaginarlo con la escritura de las grandes novelas valencianas.

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