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NOELIA CAMACHO
Sábado, 11 de marzo 2017, 21:39
Acaba de conocerse su nombramiento como director de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España pero el valenciano Joan Álvarez ya tiene una completa hoja de ruta que seguir para modernizar una institución que, en los últimos años, ha estado envuelta en distintas polémicas. Ahora, junto a la presidenta de la entidad, Yvonne Blake, se erige como el gestor capaz de modernizar la Academia. Tras unos años al frente del Instituto Cervantes en lugares como Estocolmo o Casablanca, -la ciudad desde la que atiende a LAS PROVINCIAS- tutela el ente sin dejar de mirar al audiovisual valenciano, del que dice, «tiene profesionales con buena formación y con experiencia pero se ha visto muy afectado por la crisis».
Tomará posesión del cargo el próximo 3 de abril. ¿Cuáles serán sus funciones concretas?
Proponer una estrategia para los próximos tres años recogiendo los objetivos de la Academia, definir un modelo de organización y de financiación sostenible y llevar a cabo los proyectos que hay en marcha y los que vayan surgiendo. La Academia está muy viva y son muchas las relaciones y actividades a las que atender en el día a día.
¿Se puede decir que será un presidente en la sombra?
No, en absoluto, nada más alejado de la realidad. La Academia de Cine funciona como una gran empresa, la Asamblea de los asociados son los accionistas, la Junta Directiva es el consejo de administración y la Presidencia la representa y coordina. Como en cualquier empresa, el director general lidera el equipo ejecutivo. Ya ve que hay pocas sombras. No obstante, como esta estructura es poco frecuente en las instituciones culturales resulta más difícil hacerse una idea.
Ha sido seleccionado por una empresa de cazatalentos entre más de 70 candidatos. ¿Cómo valora ese hecho?
Ha sido un proceso muy competitivo al que ha concurrido gente de mucho nivel, muy preparada. Es una satisfacción haber conseguido la selección.
¿Qué se lleva de sus años al frente del Instituto Cervantes tanto en Estocolmo como en Casablanca?
Ha sido una experiencia fantástica. Ayudar a que dos sociedades tan distintas como la sueca y la marroquí aprecien la cultura española a través del encuentro de creadores y el fomento de la coproducción ha sido increíble, buenísimo, inolvidable. Estar en el equipo que lideran Juan Manuel Bonet y Rafael Rodríguez Ponga y contribuir a actualizar el modelo de diplomacia cultural ha sido un privilegio. Desde la Academia del Cine y como parte del proyecto Culturas para Vivir Juntos, que quiere emplear la cultura para dar alternativas a la islamofobia y al radicalismo yihadista, espero seguir con un compromiso con la acción cultural como espacio de convivencia entre las gentes de un mundo complicado y lleno de desafíos.
Como nuevo director de la Academia de Cine, ¿a qué retos se enfrenta como titular de la institución?
Mi mayor reto es cumplir bien el encargo de la Junta Directiva para hacer que la sociedad esté orgullosa del cine que están haciendo los cineastas y las cineastas españoles, del cine que se hace en España o fuera de aquí, pues es una tarea creativa cada vez más internacionalizada. Y hacerlo con una mirada amplia de la sociedad -la Academia tiene sedes en Madrid y Barcelona pero su presencia tiene que estar viva en otros puntos neurálgicos de la actividad cinematográfica- y con una puesta en valor de un cine con corazón e inteligente en el que confluyen varias generaciones y en el que hay que mimar el talento joven. Un cine abierto a América y a Europa y metido en el universo digital. De ahí surgen unos cuantos objetivos y proyectos que recogerá la estrategia Academia 2020 y que tendrá que ser el resultado de un proceso de participación muy amplio.
Aseguran desde la Academia que sus funciones entran dentro de la transparencia, la renovación, la apertura, la alfabetización audiovisual. ¿La entidad está obsoleta? ¿Ha habido falta de transparencia en los últimos años?
Decir que yo soy sincero no quiere decir que los demás no lo sean, quiere decir que yo valoro mucho la sinceridad. No es un valor en exclusiva pero sí un valor crucial.
La Academia se ha visto envuelta en algunas polémicas en los últimos años. Desde el baile de presidentes a la ausencia de algunas grandes empresas por el tema de los patrocinios. ¿Cómo se elimina esta imagen?
El cine español cuenta historias variadas, con grandes pasiones, es inteligente, tiene un sentido del humor especial y con un nivel excelente de logros creativos y técnicos. Sus creadores, los cineastas, tienen grandes cualidades creativas y humanas sin dejar de ser humanos y muy humanos. Vamos a tratar de que estas cualidades sean el motor de la imagen que la sociedad recibe y recrea de su cine y, por extensión, también de una parte importante de su cultura.
¿Por qué existe la leyenda negra de que el cine español no conecta con el público?
Más que una leyenda negra es la resaca de unos cuantos malentendidos y desencuentros que se produjeron en los años 90 y un poco más tarde, en momentos en que la vida nacional se polarizó hasta el paroxismo. La crisis hizo el resto. Desde 2010, he visto la evolución de la cultura en España desde el exterior, primero desde Estocolmo, ahora desde Casablanca, mi impresión es que la crisis se ha llevado una manera de hacer cultura y de vivir la cultura. No solo en España también en Europa. El desafío ahora es darle un nuevo valor a la creación cultural, coincidir con las nuevas audiencias y poner todo el potencial al servicio de un proyecto más amplio. Una cultura plural, tolerante y creativa, de la que forma parte el cine, seguro que sugiere soluciones creativas a algunos de los problemas de la sociedad y de las instituciones que más nos acucian y que tienen una raíz cultural importante.
Como valenciano, ¿qué radiografía hace del audiovisual de la Comunitat?
Que cuenta con un par de generaciones de creadores y profesionales con buena formación y con experiencia pero se ha visto muy afectado por una crisis que tiene como símbolo dos cierres, el de canal 9 y el de la Ciudad de la Luz en Alicante. Con un sentido de la resiliencia admirable, las personas, los creadores, los profesionales, las asociaciones y bastantes empresas han hecho su particular travesía del desierto y están preparadas para el entusiasmo.
¿La industria cinematográfica valenciana ha perdido peso dentro del audiovisual español? ¿Por dónde pasa la solución?
El audiovisual valenciano tiene las pilas puestas. La nueva televisión, una solución juiciosa del pleito de la Ciudad de la Luz con Bruselas , y una política acordada entre la Generalitat y los profesionales podrían regenerar la actividad en un plazo corto de tres o cuatro años. En cuanto a las audiencias, es fantástico que se vuelvan abrir salas de cine, como la de los antiguos Albatros o los Aragón. Hay modelos interesantes de desarrollo del audiovisual como eje de las industrias creativas, desde el andaluz al de la región de Amberes o al de Bogotá, que pueden servir de lección para todo lo que ahora se tiene que hacer. Y, en mi opinión, la Generalitat se apuntaría un tanto vanguardista si hiciera una gran apuesta para llevar el cine a las escuelas con el objetivo de formar una nueva generación de espectadores y de creadores.
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