El aniversario más deslucido del Palau de la Música

El Palau de la Música cumplió ayer 33 años. El auditorio municipal, que preside Glòria Tello, vivió ayer el aniversario más deslucido de su historia. Fue una celebración enmudecida dado que la institución, como el resto de espacios culturales, tiene la programación en suspenso ante el cese de actividad derivado del estado de alarma. No hubo música en vivo ni los abonados del Palau, que dirige Vicent Ros, disfrutaron en directo ni en las instalaciones municipales de la Orquesta de Valencia.

A esta situación cabe sumar que el edificio, con importantes desperfectos desde hace dos años (en abril de 2018 se cayó el trencadís de la cubierta exterior), está cerrado desde el pasado julio dado los daños considerables en la sala Iturbi y Rodrigo. Los desprendimientos en los techos de ambas estancias se registraron en noviembre de 2018 y junio de 2019, respectivamente. El deterioro del inmueble obliga a una reforma integral, cuyo coste rondará los 13 millones de euros.

Las obras, pese a que el edificio está inhabitado desde hace diez meses, no han empezado. El proceso burocrático acaba de iniciarse. El pasado 14 de abril se conocieron las cinco empresas que optan a redactar el proyecto de reforma. Las candidatas son Paredes Pedrosa Arquitectos –junto con Valnu Servicios Ingeniería–, firma que gestionan los descendientes de García Paredes (el arquitecto del Palau de la Música); Tomás Llavador Arquitectos e Ingenieros, despacho con numerosos proyectos en Valencia; Idom Consulting Engineering Architecture, Santatecla Arquitectos, y Typsa.

El Ayuntamiento desconoce la fecha de la reapertura del edificio diseñado por García Paredes, aunque las obras de remodelación afectarán a al menos tres temporadas (2019-2020, 2020-2021 y 2021-2022). La presente legislatura está siendo letal para el Palau de la Música, una situación de la que no sólo se resiente el abonado, que ha visto como conciertos anunciados no se celebran, sino también las arcas públicas. Para este ejercicio, la caída de ingresos es notable. En 2020 la institución musical dejará de ingresar 550.000 euros por venta de entradas y otros 200.000 al no poder alquilar los espacios del edificio. Así consta en el presupuesto del Ayuntamiento, un documento que recoge un incremento en gastos de personal, que asciende a 9.824.675 euros.

El Palau de la Música ha pasado de ser icono cultural a un auditorio en declive. La decadencia del auditorio se cuece a fuego lento. No se limita a la anterior legislatura, sino que viene de anteriores. La última etapa del coliseo está muy alejada del esplendor de los primeros años y no solamente por el estado del inmueble. En los más de 30 años de vida, el Palau ha tenido tres épocas muy marcadas. La primera corresponde al arranque de un ambicioso proyecto por convertirse en referente cultural de la ciudad moderna (hasta finales de los 90); en la segunda, que concluye en 2005, el auditorio se sitúa en el circuito internacional porque los presupuestos generosos permiten la visita de formaciones internacionales, intérpretes y maestros de prestigio y una promoción de la Orquesta de Valencia, que sale de gira y potencia su discografía. La tercera, que aún continúa, arranca con el nacimiento de Les Arts, se rompe la hegemonía artística del auditorio municipal. Es entonces cuando el Palau se ve obligado a reposicionarse en la ciudad, replantearse su programación y reinventarse una identidad ante un coliseo vecino con «la mejor orquesta de Europa».

El cierre del auditorio municipal el pasado julio, la cancelación de conciertos (esta temporada se reubicó el 70% de la programación) y una oferta musical que deambula por varios edificios (Les Arts, Almudín, Palacio de Congresos, etcétera) no contribuyen a prestigiar el Palau de la Música.