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Antonio Caño (Martos, Jaén, 1957) ha sido reportero de la agencia Efe y corresponsal de El País en Estados Unidos y México. Entre 2014 y ... 2018 fue el director del diario. En la actualidad escribe en The Objective y acaba de publicar un libro sobre Macías, el dictador guineano, titulado 'El monstruo español'. La entrevista se realiza en la sede de LAS PROVINCIAS, aprovechando su visita a Valencia para participar en una mesa redonda sobre la libertad de prensa.
–¿Estamos ante el peor momento para la libertad de prensa en España? En democracia, obviamente, no en dictadura.
–En democracia, sin duda. Y lo más preocupante es que estamos en el peor momento por razones políticas. Hay razones de carácter industrial, en la industria de la comunicación. Hay razones de tipo educativo, con problemas en la formación de los periodistas. Hay razones de tipo tecnológico, de adaptación a los cambios. Pero el motivo principal por el que está amenazada la libertad de prensa en España es por las presiones del poder político y por su incapacidad de aceptar el papel fundamental que los medios de comunicación tienen en una democracia.
–¿Y de quién es más culpa, del Partido Socialista o de sus socios en el Gobierno?
–Aunque nos vamos a centrar en el caso español es importante tener en cuenta que no estamos hablando de un problema que se limita a España, que las amenazas a la libertad de información es un fenómeno que está ocurriendo en muchos otros países. El más importante de todos, Estados Unidos. Realmente la prensa vive en una situación comprometida desde la primera administración Trump y ahora se ha agravado con esta segunda administración, con medidas como expulsar de la sala de prensa a algunos medios o impedir el acceso de otros medios al presidente. Medidas que también están ocurriendo en España. También se impide o se dificulta el acceso a la información del presidente del Gobierno de algunos medios, se dificulta que puedan acompañar al presidente en actos informativos relevantes. Se discrimina a los medios en función de su orientación ideológica y se cometen lo que son atropellos al derecho a la información. Cuando hablamos de libertad de prensa estamos hablando del derecho de los ciudadanos a recibir información, no de un privilegio de los periodistas. A la hora de repartir responsabilidades, la principal es la del Gobierno. Si es más culpa del Partido Socialista o más culpa de Sumar... pues... en la medida en que nos acercamos a los extremos, hay menos tolerancia a la libertad de crítica de los periodistas. En la extrema izquierda y en la extrema derecha.
–De algunos hechos que te voy a citar, ¿cuál es el que te parece más grave? El intento de control de medios a través de la publicidad institucional, el dominio de Radiotelevisión Española o el más reciente, que además afecta al medio que tú dirigiste, la operación para influir en el accionariado de Prisa, la empresa editora de El País.
–(Se ríe) Es difícil jerarquizarlos. En todos los casos que me citas ha puesto el Gobierno todo el esfuerzo posible, lo cual demuestra el empeño que tiene por controlar los medios de comunicación y dificultar su capacidad crítica. En el caso de Radiotelevisión Española, el Gobierno dio lugar al espectáculo realmente insólito de que al día siguiente de la dana, el Parlamento suspendió la sesión ordinaria pero mantuvo una sesión extraordinaria para aprobar los nombramientos del Consejo de RTVE. Eso demuestra hasta qué punto era una prioridad sobre cualquier otra cosa, incluida una catástrofe natural de la magnitud de la que sucedió en Valencia. Y con Prisa, para el Gobierno es una misión prioritaria no ya hacerse con el control del grupo sino eliminar cualquier atisbo de disidencia o crítica, porque no creo, y hablo como lector y como oyente, que tenga muchos motivos para quejarse de la posición informativa y de la línea editorial de los medios del grupo Prisa, que suelen coincidir bastante y defender las tesis de Pedro Sánchez. Pero aún eso le resulta insuficiente y amenazante. Estos dos ejemplos son paradigmáticos del concepto que el Gobierno tiene sobre la libertad de prensa, que es que no debe existir. O sea, el Gobierno no cree en el principio democrático de la libertad de información.
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–¿Te defines como defensor de la Transición o crees que es una época mitificada?
–Mitificada no, en absoluto. ¿Fue una época dorada?, tampoco. ¿Se cometieron errores?, por supuesto. Pero todos los países del mundo tienen unas bases fundamentales sobre las que se asientan sus creencias y su fe para emprender el futuro. Las nuestras, las de España, que ha tenido una historia muy controvertida, es y debe ser la Transición porque es una excelente obra. Lo mejor que han hecho los españoles en la historia que yo soy capaz de recordar y una excelente plataforma para relanzar este país.
–¿Con Felipe González vivíamos mejor? Ahora es recordado con cariño más por la gente de derechas que por la de izquierdas.
–Bueno, depende de qué izquierdas. Yo no creo que ser de izquierdas sea apoyar a Pedro Sánchez, porque yo creo que la izquierda tiene que ser reconocible en un ámbito de defensa de la democracia, de defensa de la igualdad de los españoles, defensa de la justicia social, valores que en muchas ocasiones no defiende el Gobierno de Pedro Sánchez. Pero a la pregunta de si con Felipe González vivíamos mejor, España ha progresado económicamente, y eso es bueno. pero hemos perdido cosas respecto al periodo de Felipe González o el periodo de Adolfo Suárez. Hemos perdido confianza en nosotros mismos, en el proyecto que es España, y nos hemos dividido como sociedad. Y hemos perdido valores como sociedad que no son todos asociables a la riqueza económica, al bienestar y al progreso.
– Hay algunos, entre los que me encuentro, que pensamos que los consensos constitucionales, los de la Transición, se rompen con Rodríguez Zapatero. No sé si coincides. Hay quien dice que con él empezó todo lo malo
–Sí, sí, con él empezó, efectivamente. Alguna gente del PSOE te puede decir que Aznar también rompió esos consensos, por su política exterior. Y es verdad, Aznar tomó decisiones de política exterior, sobre todo la implicación del Gobierno de España con la guerra de Irak, que no respondían en ese momento a la opinión mayoritaria de la sociedad sino a un interés personal. Fue un punto de ruptura que no es desdeñable. Pero es verdad que Zapatero es el que empieza a aplicar un concepto insano y gravísimo para la izquierda, que es que el futuro de la izquierda está en su entendimiento con el nacionalismo catalán. Esa idea que se resume en aquella frase de aprobaremos en Madrid lo que decida el Parlamento de Cataluña es un tremendo error, porque asociaba el progreso de España a aceptar cualquier cosa que decidiera el nacionalismo catalán. Ese error ha llegado ahora al paroxismo. Ahora ya estamos en niveles destructivos, rompiendo el tejido social y la convivencia.
–Hemos hablado de varios expresidentes (González, Aznar, Zapatero), ¿y Rajoy? ¿Qué te pareció su mandato?
–Mariano Rajoy no fue un presidente tan malo como alguna gente, de derechas incluso, dicen que era. Desde luego no es el fascista que decía Podemos, partido que nace en tiempos de Rajoy. Pero pecó de exceso de prudencia en algunas decisiones. Esa prudencia fue conveniente para atajar la situación económica pero fue contraproducente en el caso catalán, con el 'procés'. Ahí debería haber actuado antes y con más energía, y no fiarlo todo a la acción de la justicia. No funcionó el Estado, por ejemplo, para impedir que hubiera urnas, y eso era una responsabilidad suya.
–¿Está en riesgo la democracia española con la acumulación de poder? Hemos hablado de libertad de prensa, pero podríamos citar el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el Banco de España, el CIS...?
–Lo que se está produciendo es un empobrecimiento, un deterioro, de nuestra democracia, día a día, eso es innegable. Nuestra democracia es de peor calidad hoy que el mes pasado y peor que hace un año. Y en el rumbo que llevamos, la perspectiva es que dentro de un mes será peor que hoy. ¿Eso puede acabar poniendo en riesgo la democracia? No, todavía no. Pero fíjate que digo todavía. Es decir, yo no tengo garantías sobre el futuro democrático de este país como las que tenía hace cinco años. Y hoy tengo incertidumbres que me inquietan. ¿Cómo va a ser el siguiente proceso electoral? ¿Cómo van a funcionar las instituciones para defender las libertades y los derechos de los españoles?
–¿Qué opinión tienes sobre la gestión política de la dana y..?
–¡Un drama! (salta). Perdona, no habías acabado.
–Sí, el final de la pregunta es evidente: ¿crees que Mazón debería haber dimitido?
–Es un drama. Yo venía ese día a Valencia, viajábamos por la tarde y al final tuvimos que volvernos. Cuando salimos de Madrid, yo decía, ¿pero cómo vamos a viajar? Y cuando nos acercábamos a Requena pensaba, ¿dónde vamos? Esto es un infierno. Sin saber nada, pero me parecía que eso era inmanejable. Los países, desgraciadamente, se exponen a tragedias y las sufren de forma periódica. Pero yo no conozco un precedente de un fracaso del Estado en su conjunto, como el que ha ocurrido en Valencia. Recuerdo que viví la catástrofe de Nueva Orleans, el Katrina. En aquel momento se discutió mucho en Estados Unidos sobre cómo había fracasado el Estado, pero... ¡a años luz...! Aquello es un sistema federal, similar al nuestro, y hubo una discusión sobre quién había fracasado más, pero no se puede hablar de un fracaso del Estado como el que ocurrió en Valencia. También he oído decir a algunos valencianos que fracasaron los ayuntamientos pero no quiero comprometerme con eso porque no lo conozco y no quiero molestar a los alcaldes. Pero sin duda el fracaso de Mazón es descomunal. Sea voluntario, involuntario, su ausencia... No, no, sin entrar en el debate sobre las horas, simplemente por el hecho de asumir responsabilidades, aunque no fueran suyas, tendría que haber presentado la dimisión. Por cómo había fracasado la gestión. El resultado de esa gestión ha sido nefasto, ¿y quién lo juzga? Las víctimas. Los que sufrieron son los que dicen que fue un desastre. El responsable primero y directo es la Generalitat y su máximo representante. A continuación, y de forma inmediata, es el Gobierno de la Nación. ¿Debería haber dado lugar a un debate sobre la dimisión también del presidente del Gobierno? Yo creo que sí, porque la tragedia es muy grande.
–¿Y por qué se pide sólo la dimisión de Mazón y no la de Sánchez? ¿Porque hay un dominio del relato de la izquierda?
–Nunca hemos hecho un buen debate sobre cuáles son las responsabilidades, como no hemos acabado de definir el Estado de las autonomías, no hemos acabado de definir las responsabilidades de cada cual. Ese es un debate que sí que se dejó incompleto. Los padres fundadores de nuestra democracia ya sabían que dejaban incompleto el modelo territorial porque había que avanzar en la Constitución y nos hubiéramos parado en el debate del modelo territorial, que es paralizante para nuestro país. Una persona de a pie, un valenciano, no acaba de entender de quién es la culpa de la cosa. Yo creo que eso ha difuminado responsabilidades y las ha centrado en Mazón. Pero ¿debería haber dado lugar esta situación a un debate sobre dimisiones en el Gobierno español? Yo creo que sí. Como tampoco me vale el argumento de si no dimites tú, no dimito yo.
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