

Secciones
Servicios
Destacamos
Tal vez el dogma de la Inmaculada quede lejos. Pero la historia no puede negarse ni el arte que la ha pintado olvidarse. Y si de historia y de arte en torno a La Purísima se habla, la parada en Valencia se hace obligatoria. A pesar de que ya poco se habla, y menos se pinta, no faltan los estudiosos del arte que siguen prestando atención a una de las imágenes más arraigadas en la pintura religiosa. Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de Valencia, ha publicado recientemente el libro 'Ver es creer. La Inmaculada Concepción y España en el siglo XVII'.
La obra ofrece un profundo estudio que descubre al lector cómo el inmaculismo se inscribió en la sociedad española del siglo XVII de la mano de la monarquía. Analiza la historia de la imagen de la Inmaculada en el arte, el control de la imprenta en nombre de la pureza de María, las fiestas, así como los enfrentamientos y la movilización social que generó la doctrina de la Inmaculada. El autor afirma en la obra que ha pretendido «presentar tanto las acciones políticas y diplomáticas, como los medios de transmisión de ideas y emociones que llevaron al éxito a la doctrina de la Inmaculada».
En vísperas de la celebración de la fiesta de La Purísima, el especialista ofrece a LAS PROVINCIAS declaraciones que ilustran el inmaculismo en la cultura valenciana. González Tornel constata que todavía hoy ostenta lo que podría llamarse liderazgo entre las preferencias del público que contempla obras de contenido religioso. «La Inmaculada plantea el bien y la belleza, valores universales. Nace como imagen con un atractivo estético especial, figuración de la perfección; de la extrema belleza», apunta González Tornel.
Los amantes de la creatividad inmaculista tienen en Valencia claros ejemplos que explican por una parte el arraigo en la historia, y por otra, su traslación a la cultura. González Tornel ofrece varios ejemplos que ilustran la vinculación a la doctrina mariana. «EnValencia se imprimió la primera obra literaria de España: «'Trobes en lahors de la Verge Maria', que se conserva en la biblioteca de la Universitat de València, y en esa obra ya hay contenido inmaculista».
Pioneros en la literatura, pero también en el juramento al servicio de la creencia en la Inmaculada. Recuerda González Tornel que fue la Corona de Aragón la que abrió este frente y la «Universitat de València la primera que exigía el juramento a la Inmaculada a sus miembros». Y en este punto ya hay que dirigir la mirada al arte, concretamente a la pintura de La Purísima que Jacinto de Espinosa realizó, y que se conserva en la sede histórica de la Universitat.
El recorrido que dirige González Tornel se detiene ante otra gran prueba, manifestación artística, de la vinculación inmaculista a la historia de la capital. Llega también de la mano de Jacinto de Espinosa. Es la plasmación de la popular escena de la Inmaculada y los Jurados, pieza propiedad del Ayuntamiento de la ciudad que ahora se encuentra en restauración. Es un retrato que hoy bien podría recibir el calificativo de 'global' en la medida en que recoge a que fue una devoción religiosa, y la representación de los ciudadanos –tal vez un retrato sociopolítico del siglo XVII– a través de los jurados.
El seguimiento de la huella concepcionista conduce al encuentro con grandes obras de arte que se conservan en el Museo de Bellas Artes San Pío V o en otros espacios valencianos. El director de la pinacoteca habla de la Inmaculada de Juan de Juanes, que se conserva en la iglesia de la Compañía. La obra lleva impresa una intrahistoria que, a su gran valor artístico, añade otro que puede conducir a pensar que esa es el origen de todas las inmaculadas, «una obra divina».
¿Por qué González Tornel realiza esta afirmación? «El jesuita Martín Albero encargó al pintor valenciano la representación de la Inmaculada conforme a la visión que había tenido de la misma. Juanes la pintó, pero a Albero no le gustó. Tuvo que repetirla hasta acertar», recalca el director del museo. Si ese retrato respondía a la visión, ¿qué otro podría haber más veraz?
Esa gran obra, alimentada además por otro hecho, la hizo un valenciano y se conserva en la capital del Turia. También Museo de Bellas Artes guarda grandes piezas como la Inmaculada de Sariñena «a partir del modelo de Juanes» o la «pintada Palomino en los tiempos que estaba por Valencia trabajando en los frescos de la Basílica de la Virgen o los Santos Juanes». La colección recoge, entre otras, la Inmaculada de Juan Conchillos, una de las piezas relevantes que destaca González Tornel. Procede del antiguo de La Pruridad, «era el lienzo bocaporte que cubría el altar mayor», algo que lleva al especialista a apuntar que demuestra la atención a una devoción que se plasmó en la pintura, la literatura y la vida social y política de una ciudad.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.