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A la cantante valenciana Isabel Bru (Valencia, 1874-Madrid, 1931) se la llegó a conocer como la de los 'claveles dobles', un sobrenombre que adoptó debido a las innumerables veces que puso voz a la Mari Pepa de 'La revoltosa', la famosa zarzuela de Ruperto Chapí. Una de las intérpretes españolas más reconocidas de finales del siglo XIX y principios del XX que, pese a su corta trayectoria artística –se retiró con poco más de 30 años–, adquirió tal fama y belleza que hasta el mismísimo Joaquín Sorolla se empeñó en retratarla. Era el año 1904 y, bajo el pincel del maestro de la luz, Bru quedó pintada para la posteridad, en un lienzo que la mostraba de cuerpo entero, con un vestido largo de color aguamarina y encaje blanco, dejando a la vista su esbelto cuello y sus pendientes de diamantes.
Ahora, esta pieza que ejemplifica el sofisticado manejo del realismo que tenía el artista valenciano ha regresado a casa. Ya está en poder del Museo de Bellas Artes, que tras ser minuciosamente revisada por los expertos de la pinacoteca, tiene previsto exhibirla al público tras incorporarla a la colección permanente. Un vuelo procedente de Nueva York y que aterrizó en Madrid antes de que la pintura fuera traída a la capital del Turia ha posibilitado que Bru se encuentre ya en la ciudad que la vio nacer. La Dirección General de Cultura y Patrimonio adquirió el retrato hace unos meses en una subasta en Christie’s por 63.000 euros.
«Esta obra viene a completarse la ya de por sí rica colección de obras de Sorolla del museo. Junto a piezas capitales como ‘Grupa valenciana’ o ‘Figuras de casacas jugando en un jardín’, el retrato de Isabel Bru permitirá elaborar un discurso completo de las diferentes facetas del maravilloso pintor valenciano», aseguró ayer el director del San Pío V, Pablo González Tornel.
La pinacoteca valenciana tiene en sus fondos cuarenta y seis óleos del pintor, entre ellos, piezas de pequeño formato de los inicios del genio, algunos de sus óleos de temática religiosa e, incluso, distintas academias pintadas durante su estancia en Roma. Pero el que debe ser el espacio de referencia del pintor en su tierra natal carece de algunas de sus obras con mayor temática social. Sin embargo, con la llegada de ‘Retrato de la tiple Isabel Bru’ se afianza la colección de Sorolla del Bellas Artes, un espacio que, además, con la nueva reordenación museográfica pretende potenciar la pintura valenciana de entresiglos gracias a las creaciones de relevantes figuras como el propio Sorolla pero también de Ignacio Pinazo y Antonio Muñoz Degrain.
Mientras se perfila el discurso expositivo, lo cierto es que Isabel Bru ya descansa en los almacenes del centro de artes. Una pintura con una azarosa vida, quizás como la de su protagonista –considerada como una de las actrices esenciales de la época al actuar en innumerables zarzuelas pero que se retiró con 33 años y falleció con apenas 56 tras una larga enfermedad que fue paralizando su cuerpo–. El cuadro permaneció en el salón de su casa hasta su muerte, en 1931, momento en que pasó a manos de sus hermanas, sus únicas herederas. Un particular lo compró en 1940 y, desde entonces, fue pasando por coleccionistas privados hasta su adquisición por el Bellas Artes, donde podrá exhibir el arte que Sorolla vio en la artista valenciana.
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