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Un borrón, un retal de tela de colchón, una pintura no visible pero que complementa la imagen pintada, una etiqueta ajada, una inscripción a mano, la huella de la carcoma, clavos y la impronta que dejaron otros. Todo eso si no llega a ser arte, sí que forma parte del relato de su historia sumando atractivo a la incomparable experiencia estética que es mirar un cuadro. Lo escondido detrás del lienzo, en la cara B de la pintura, se descubre como valor añadido. Lo ha dicho el Museo del Prado con la exposición 'Reversos' que partiendo de la espalda de 'Las Meninas' mira a la trasera de la Historia del Arte, una invitación a «contemplar los cuadros como obra total». Y en ese universo de búsqueda de absolutos tienen espacio reservado grandes creadores valencianos: Juan de Juanes, Juan Antonio Benlliure, José López Enguídanos o José María Estrada. Una propuesta atractiva, incluso divertida.
El cuadro del artista de Fuente la Higuera que se muestra en la exposición, 'El Salvador con la Eucaristía', es una obra maestra. ¿Y por detrás qué? La exposición, comisariada por Miguel Ángel Blanco la incluye en el apartado 'Ornamentos y fantasmas'. Habla de que en algunos reversos se encuentran «adornos significativos» que en el caso de Juan de Juanes regala al espectador un complemento a la imagen que es el tema de la pintura. El revés de la representación de la Eucaristía está pintada «una puerta de tabernáculo» que resulta tan atractiva, si no más, que la propia pintura del anverso. Pero, oh curiosidad, «el cristograma que hoy queda de cara a la pared fue la cara siempre visible para los fieles». Las vueltas que da el arte.
El viaje a través de los reversos sitúa al espectador ante realidades que hablan de reaprovechamiento o quién sabe si escasez de medios cuando el creador de la pintura que se ve se dispuso a buscar la tela sobre la que plasmar los colores del óleo. En las salas, dentro del apartado 'El lado oculto' llama la atención un reverso que al mirarlo sugiere una bandera e incluso puede conducir a la imaginación a ver una anticipación de la geometría en el arte. Nada de todo ello, claro. Hay que mirar bien para descubrir que se trata de un retal de tela de colchón –aquel tejido de rayas rojas– sobre el que el valenciano José María Estrada pintó 'Un bodegón' en el anverso.
Otra pìeza de la muestra es el autorretrato de Juan Antonio Benlliure, una pintura que muestra la cara del artista, pero que ahora ha sacado a la luz otro rostro, el que la hace acreedora de formar parte de la muestra en el apartado 'El lado oculto'. Como hizo Estrada con su tela de colchón, también el pintor Benlliure optó por el reaprovechamiento, tal como relata la información del museo. La trasera del autorretrato pone ante los ojos del espectador lo que el lenguaje popular llamaría un borrón. El artista utilizó «un boceto de cuerpo femenino, ferozmente tachado, para autorretratarse», como dan a conocer las explicaciones del comisario de 'Reversos'. Contemplar los trazos de la tachadura y la fuerza con la que se imprimió despierta, en una especie de juego o adivinanza, algunas preguntas : ¿No le gustó al pintor como quedó aquel primer trabajo? ¿Quiso, quizás, de alguna manera fundirse con el personaje que sitúa detrás de su propio retrato? o ¿tal vez quería dejar constancia de que lo que deseaba era darle la espalda?
A la obra de estos valencianos se añade la de otro artista de esta tierra, López Enguídanos que el diseño de la muestra concebida por Miguel Ángel Blanco encuadra en el apartado titulado Caras B. Explica el comisario de la exposición que «el paragone, o duelo renacentista entre la pintura y la escultura, impulsó la realización de cuadros a doble cara en los que una o varias figuras eran vistas por detrás y por delante». De esa tendencia hubo «ecos tardíos» que alcanzaron a las academias en lo relacionado con la enseñanza de la Anatomía. Al explicar esta circunstancia cita al valenciano López Enguídanos que ofrece este hacer en la obra 'Familia de esqueletos'.
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El recorrido por los reversos del arte valenciano continúa en otras piezas que si bien no forman parte de la exposición sí que ocupan espacio en el estudio que ha acompañado a la muestra y quedando recogidas en el catálogo de la propuesta. Esta obra cita una Dolorosa del siglo XVII, copia anónima de la Virgen del Milagro de Cocentaina que ofrece inscripciones al dorso, palabras o signos que aportan información sobre la obra. Habla el catálogo de «una imagen arcaica sobre fondo dorado, cuyo original hoy en el monasterio de Cocentaina, fue supuestamente enviado por el Papa Nicolás V al conde Ximen Roís de Corella». Un texto que cubre ese icono señala lo que sembró dudas sobre un milagro, puesto que un clérigo creyó haber visto que la cara de la Virgen sudaba. Otro caso que se refiere de inscripciones en obras valencianas conducen a Vicente López, Las inscripciones al dorso del retrato post mortem que hizo de Fray Tomás Gascó da detalles del personaje retratado.
'Reversos' descubre un universo singular, una realidad que confiere atractivos a la pintura misma en un recorrido que no sólo contempla obras de la colección de la pinacoteca nacional del Prado, también incluye piezas de otros museos del mundo.
Los cuadros, expuestos hasta el 3 de marzo de 2024, ofrecen la oportunidad de lanzar nuevas miradas a la creatividad desde las salas A y B del edificio de Jerónimos por primera vez pintadas de negro. Allí esperan, junto a los mencionados, Rembrandt, Baren Fabroitius, Vincent Van Gogh, Francisco de Goya, José Villegas, Magritte, Joan Miró, Antoni Tàpies y muchos otros que completan un recorrido a través de un centenar de obras. Conviven los clásicos con creadores contemporáneos para mostrar que el cuadro completo es del derecho y del revés.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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