La solemnidad del Palacio de Liria de Madrid se acaba de romper con una explosión de color. La residencia oficial de la Casa de Alba, donde se muestran habitualmente cuadros de Goya, pinturas flamencas y muebles rococó, ha sido profanada con las esculturas de la artista portuguesa Joana Vasconcelos, hechas a base de tenedores y cucharas de plástico, pelucas, cacerolas, envases de perfume y otros objetos de uso cotidiano.
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Más de cuarenta obras de la creadora han invadido las dependencias neoclásicas de la mansión, cuyas estancias, incluso las que están vedadas a los visitantes, como la capilla, la sala de música o el zaguán trastero, aparecen ocupadas por los sorprendentes artefactos de Vasconcelos. Nada más acercarse a la fachada, el curioso se topa con un gigantesco anillo de compromiso armado con llantas de coche y vasos de whisky. Es el anticipo que espera al espectador cuando visita la muestra 'Flamboyant', que permanecerá abierta hasta el 31 de julio. 'Flamboyant', que podría traducirse como «extravagante», pone una guinda 'kitsch' y frívola al ceremonioso palacio, lugar en el que dialogan Tiziano y Velázquez con las esculturas monumentales, audaces y rebosantes de imaginación de la portuguesa.
No es la primera vez que Joana Vasconcelos impone su impronta a palacios y templos laicos del arte. Ya ha revestido con su ingenio Versalles, la Galería de los Uffizi de Florencia o el Palacio Nacional de Ajuda de Lisboa. Pero sí es la primera ocasión en que la artista interviene un palacio habitado. A la vista de la importancia que le concede al acto la Fundación Casa de Alba, que celebra el 50 aniversario de su constitución, el rey Felipe VI inauguró este jueves la exposición.
En la biblioteca se encuentra Carmen, una aparatosa lámpara de hierro recubierta de terciopelo negro y de la que cuelgan pendientes baratos de plástico. Al mismo tiempo, suena 'Habanera' de la ópera 'Carmen', de Bizet, en una sala atestada de libros antiguos y valiosos documentos. La melodía no es casual, porque a pocos metros de la lámpara hay una carta manuscrita de Prosper Mérimée, autor de la novela homónima en que se inspira la pieza dramática, dirigida a la condesa de Montijo.
Plenamente identificada con el arte barroco, Vasconcelos apuesta por los vasos comunicantes entre tradición y modernidad, entre los vetustos muebles de palacio y los materiales extraídos de la sociedad de consumo. «Al situar mi trabajo en estas estancias, invito al visitante a sentir el palacio como un participante activo en un diálogo artístico transformador», asevera la artista. «El arte contemporáneo puede reinterpretar sus contribuciones y enriquecer nuestra comprensión de la historia».
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La exhibición evoca el pasado de España, pero también el del país vecino. 'Coração Independente Preto' es un enorme corazón de Viana que gira sobre sí mismo. Se trata de una pieza icónica de filigrana portuguesa, construida de manera paciente con cubiertos de plástico negro. Ubicada en el salón español, la escultura parece ser observada por los adustos caballeros del Siglo de Oro vestidos de negro, un negro 'ala de cuervo', color que fue adoptado por la nobleza española. Los retratos de estos hombres severos, pintados por Murillo, Zurbarán y otros maestros, contrastan con la alambicada escultura contemporánea. «Es una pieza que hice como homenaje al fado y que habla de las tradiciones portuguesas. El fado se canta en restaurantes, mientras se oye el sonido de los tenedores en los platos. La tradición es que se come y se escucha», sentencia Joana Vasconcelos.
'Marilyn', obra que data de 2007, impugna el discurso que intenta confinar a la mujer al espacio doméstico. Con ollas y tapas de acero inoxidable, la artista ha recreado las sandalias que la actriz calzaba mientras se libraba la guerra de Vietnam. «Pretende establecer una relación entre las sandalias y la mujer en la cocina, la mujer como cuidadora de la familia, que aquí se transforma en unos zapatos de baile». Entretanto, se pueden escuchar tres fados interpretados por Amália Rodrigues, diva de la música portuguesa.
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Una de las piezas más espectaculares es la que adorna el techo de la capilla, donde Vasconcelos ha colocado su monumental 'Flaming Heart', una pieza que hace un guiño a María Magdalena y que alude al corazón en llamas, un «momento muy importante de la tradición católica».
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