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valencia. A Bárbara Blasco (Valencia, 1972) no le interesa el lector medio que huye de historias incómodas, busca personajes políticamente correctos o aspira a confirmar las tesis propias. La novelista valenciana es más de ahondar en la contradicción y de abordar los dilemas morales. «La literatura es el espacio para poder pensar en profundidad. No hay una visión única de la realidad», asegura. Con esta voluntad construyó 'La memoria del alambre', una historia de supervivencia, sexo, amistad y adolescencia con la música como hilo conductor.
Escribir es «la forma de estar en el mundo» para Blasco y lo hace para tratar de «corregir los fallos de la realidad». A veces, confiesa, no distingue entre escribir y leer. Los personajes de sus novelas albergan contradicciones y transitan por la cara menos amable de la vida: la enfermedad en ‘Dicen los síntomas’, que fue Premio Tusquets de Novela 2021, y una adolescencia turbadora en ‘La memoria del alambre’, que sale hoy a la venta. Este título se publicó por primera vez en 2018 pero, tras el galardón de hace tres años, vuelve a las librerías en busca de una segunda oportunidad.
En ‘La memoria del alambre’ Blasco viaja a la Valencia de los años 80 de la mando de dos adolescentes, Ruth y Carla. «Todas las épocas tienen un lado maravilloso y otro terrible. No echo de menos el trato a la mujer y el machismo de aquella época en el que no nos cuestionábamos algunos comportamientos que recibíamos por el hecho de ser mujer. En los últimos 10 años el feminismo ha demostrado que es un maremoto imparable y nos ha quitado todas las vendas en el tema de los abusos».
Blasco tampoco idealiza la adolescencia. Se confiesa: «No lo pasé bien. No volvería a esos años ni loca». No comulga con la idea de que la juventud es la mejor etapa, eso sí, valora la forma de mirar al mundo de la adolescencia con la capacidad de sorprenderse y con la voluntad de descubrir. Ruth, la narradora de ‘La memoria del alambre’, siente la culpabilidad del superviviente, la de sobrevivir a su amiga Carla. «La culpa llena consultas de psicólogos y puede llenar páginas y páginas de novela. La culpa es de buenas personas. Los monstruos nunca se sienten mal por lo que hacen», explica la autora, que se diluye en la novela pero Blasco no es ni Ruth ni Carla. Ficción y realidad se mezclan. «Yo me quedé atrapada en la adolescencia y una forma de salir de ella fue escribir este libro, que no es mi vida», matiza.
La novela tiene banda sonora propia. Una ‘playlist’ anclada en el paisaje y paisanaje, desde canciones verberneras hasta las melodías de David Bowie o Bod Dylan sin olvidar a Mari Trini, Concha Piquer o Billie Holiday. «No se escucha música como en la adolescencia, que se inyecta en vena», rememora Blasco, que fue una de las firmas que participó en el Otoño Literario de LAS PROVINCIAS.
Valencia no es protagonista de la novela pero sí escenario de la novela. «Soy muy torpe en cuestiones de marketing y no sé si el hecho que Valencia esté de moda literariamente, sobre todo tras el éxito de ‘Noruega’, puede beneficiarme o no. Hay mil Valencias y es bonito redescubrirlas a través de la ficción», afirma la autora de ‘Suerte’. La novelista considera natural que la capital del Turia «coja fuerza en lo narrativo porque es algo normal en ciudades grandes».
Blasco tilda de «tortura» que un escritor tenga que volver a releer sus libros. Ella, que bromea con que no publicaría «sus primeras novelas ni loca», lo hizo para dar una segunda oportunidad a ‘La memoria del alambre’ y de paso tratar de alcanzar a más público. «Me apetece tener más lectores pero no deseo un número desmesurado. Me gusta sentirme leída y me gustaría ganar más dinero con lo que escribo, algo que hay que decir sin vergüenza. También me da miedo verme desbordada por los lectores . Veo algo peligroso en aquellos autores que traspasan el lector natural. No me interesa que la gente se acerque a mí porque mi novela se ponga de moda. Me interesan los lectores que me busquen por lo que escribo y que me busquen por mi estilo pero no por ser un producto o algo de moda».
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