La dramaturga valenciana Begoña Tena vio hace unos meses cómo la administración pública subía a las tablas por primera vez un texto que sólo llevaba su firma: ‘Tórtola’. El texto se alzó con el galardón en modalidad de teatro de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios de Valencia (exaequo con Sònia Alejo por ‘La vida inventada de Godofredo Villa’) y el montaje fue uno de los triunfadores de los últimos Premios de las Artes Escénicas Valencianas y ahora ha vuelto a subir a las tablas del Rialto. Se verá hasta el 22 de diciembre. La también actriz analiza para LAS PROVINCIAS la situación del sector, en el que las dramaturgas cada vez están encontrando su sitio pero en el que hay problemas como la situación del teatro Escalante o la necesidad de que las producciones estén más días en cartel o de girar por otros espacios de la Comunitat.
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–¿Qué siente al ver como ‘Tórtola’ se repone y va a estar casi un mes en el Rialto?
–Estoy muy contenta. Que vuelva otra vez significa que al público le ha gustado la pieza. Las obras de teatro necesitan vivir en el tiempo, estar más de cuatro días en la cartel.
–Ese es uno de los grandes problemas de los montajes escénicos en la ciudad, que están pocos días...
–Ese es el problema. Hay una vorágine de estrenos cada semana que no permite que las propuestas se afiancen y maduren. Para ello, es necesario tener un espacio fijo durante un tiempo.
–¿Qué le ha supuesto que esta obra parta de una producción pública del Institut Valencià de Cultura? ¿Este hecho es indicativo de que las cosas están cambiando en el sector?
–En el caso de ‘Tórtola’, el texto nació de una residencia de creación, Ínsula dramataria. Estuve nueve meses de proceso, después la lectura dramatizada y luego la producción del texto. Para mí ha sido muy importante porque siempre me he manejado en el pequeño formato, con condiciones precarias. Este es el primer texto firmado sólo por mí que llega a un espacio público, con condiciones dignas. Es significativo porque es importante que las autoras dejemos de estar en los márgenes y nos brinden un espacio.
–Ha hablado de precariedad. ¿Se mantiene en el sector?
–Nuestro sector es complejo, está arraigada profundamente. Por el contacto que tengo con las compañías, porque también soy actriz, seguimos instalados en esa precariedad. Es difícil intentar mantenerse en un sistema no te dejan hueco, lo que necesitan las compañías es trabajar y exhibir y permanecer en el tiempo, no estar cuatro días, que el público sienta la necesidad de ver nuestras obras.
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–¿Se tiene en cuenta a las dramaturgas? ¿Las historias contadas por autoras están encontrando su hueco en la cartelera?
–Sí. Hay muchas mujeres autoras que están cogiendo peso en el sector, con más visibilidad. Este es un momento fantástico. Hay más presencia, sobre todo desde lo público. Lo más interesante es que está surgiendo una gran hornada de mujeres escritoras con voces muy distintas. Pese a eso, no hay que bajar la guardia. Como en otros sectores, todavía existe ese paternalismo que nos envuelve.
– ‘Tórtola’ resultó una de las triunfadoras de los Premios de las Artes Escénicas Valencianas. ¿Los galardones ayudan a que las producciones tengan recorrido?
–Los premios son una cosa puntual, Te alegras, pero luego ves que otras obras deberían reconocerse y se quedan fuera. Lo que realmente hace falta, si te dan un premio, es que tu trabajo pueda permanecer, viajar y pueda girar.
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–Ese es uno de los problemas a los que se enfrentan las compañías y los proyectos...
–Es que es muy grave que no tengan recorrido. Sobre todo las que se hacen con dinero público. Es una gran inversión. Hay que intentar que vayan a más. ‘Tórtola’, por ejemplo, va a ir a algunas poblaciones.
–Usted se formó en el Escalante, donde trabajó en distintas producciones. ¿Qué le parece la situación por la que atraviesa, sin sede estable y deambulando por distintas salas?
–Es un clamor popular. Todos estamos de acuerdo que no se puede perder ese espacio. Yo me formé allí, estuve en bastantes espectáculos. Me parece aberrante que se tiren la pelota unos a otros y no den una solución al conflicto. Siento pena y rabia. Porque era un teatro que ha generado público, en el que siempre que ibas sabías que ibas a ver una producción de calidad. Y esencial para los profesionales. En mi caso, cuando he hecho temporada largas ha sido en el Escalante. Las generaciones jóvenes se van a perder esa oportunidad.
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–¿Qué proyectos tiene para el futuro?
–Hay dos que están en marcha. Estoy preparando un monólogo para Pilar Martínez que se estrenará en marzo en Carme Teatre y, dentro de Graneros de Creación, otro texto con Mafalda Bellido y Pep Ricart. Todo eso hasta junio.
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