C. VELASCO | M. lORENCI
Jueves, 10 de noviembre 2022, 00:55
El 'Guernica', la universal obra de Picasso y el gran tesoro del Museo Reina Sofía, siempre ha tenido una vigilancia especial. Ahora que los atentados contra iconos del arte se suceden por toda Europa, y que han llegado al Museo del Prado, que vio como el pasado sábado los ecoactivistas pegaban sus manos a 'las majas' de Goya ... y dañaban su marcos, las medidas de seguridad en torno la gran y vulnerable tela de Picasso se han reforzado.
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Hay una discreta vigilancia policial en la sala que acoge la pintura, sin cristal protector, rodeada de cámaras y con un alarma que salta cuando alguien se acerca demasiado a la tela en la planta segunda del edificio Sabatini. Eso sí, los responsables del museo, con su director Manuel Borja Villel a la cabeza, eluden dar detalles sobre las circunstancias de esta «reforzada y discreta» vigilancia y los efectivos y métodos para no dar pistas a posibles atacantes.
Los agentes de paisano también están en el Prado y el Thyssen. ¿Y en los museos valencianos? Según ha podido saber LAS PROVINCIAS, los centros de arte de la capital del Turia no cuentan con refuerzo policial. Correspondería a la Generalitat iniciar un refuerzo a cargo de la Policía Autonómica, que se encarga de velar por el patrimonio artístico, en las salas del Bellas Artes y del IVAM, por citar dos casos. Pero no se ha registrado tal situación, al menos, en el San Pío V.
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Como publicó LAS PROVINCIAS el pasado 25 de octubre, tanto el Bellas Artes como el IVAM intensificaron sus protocolos de seguridad y plantearon al personal de seguridad que extremaran la vigilancia en las salas. Ni ahora, tras la protesta en el Prado, ni antes, cuando los ataques se registraron en museos europeos, las pinacotecas valencianas instalaron más protección en las obras, es decir, no colocaron cristales protectores en lienzos o piezas en vitrinas.
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Tras el aumento de los ataques al patrimonio cultural, el Bellas Artes de Valencia «ha reforzado el protocolo de seguridad», según el director Pablo González Tornel. Antes el público recorría las salas con bolsos pequeños o de mano y ahora recorren el museo dejando todos los bultos en consigna. Además, el San Pío V «ha revisado el sistema de cámaras para evitar los ángulos muertos y ha marcado puntos fijos de vigilancia», añadió. Los agentes no supervisan en pareja sino que lo hacen en solitario.
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Los responsables de las grandes pinacotecas españolas creen que cuanta más publicidad se dé a este tipo de agresiones más posibilidades hay de que se repitan y alcancen a alguna de las obras maestras del patrimonio estatal. También se esfuerzan en rebajar el eco de estas acciones y evitar concretar los planes de seguridad puestos en marcha para no dar pistas a los vándalos con la esperanza de que esta «grotesca moda» pase cuanto antes.
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«Existen planes de seguridad y estos están reforzados en los espacios más críticos, pero el riesgo cero no existe», dicen desde el Reina Sofía. «Esto no es un problema de seguridad, es un problema de concienciación. Los museos no pueden ser espacios militarizados, no se puede obligar a la gente a ver los cuadros a quince metros de distancia», apuntan desde El Prado. «Los vigilantes están más pendientes sí», zanjan en el San Pío V, quienes resaltan la impunidad de estas agresiones y el efecto de imitación.
Los ataques con sopa de tomate y puré de verduras contra pinturas como 'Los girasoles' y 'El sembrador', 'La joven de la perla' y con pegamento de cianocrilato contra 'Las majas' en el Prado evidencian que los ecologistas eligen obras de grandes autores, de pintores de fama internacional: Van Gogh, Vermeer, Goya... Y, claro, a orillas del Mediterráneo se piensa en Sorolla. En estos momentos es el Centro Cultural Bancaja el espacio valenciano que concentra más obra del maestro de la luz. La institución de la plaza de Tetuán está en alerta, como sucede en otros centros. No han tomado medidas extraordinarias para proteger las las piezas que se exponen en la actualidad.
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Los responsables de las pinacotecas españolas coinciden en lo obvio: imposible poner un guarda detrás de cada visitante o al lado de cada cuadro.
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