Osados, valientes, kamikazes... Son sólo algunos de los adjetivos que se pueden aplicar a aquellos empresarios que, en plena pandemia, se han decidido por abrir o tomar las riendas de un negocio cultural. Pero también se pueden emplear definiciones como apasionados de la música, cumplidores de sueños o defensores de que el teatro, la literatura o el arte hacen mejores y más felices a las personas. Por ello no es de extrañar que, aunque la crisis sanitaria ha golpeado duramente el sector cultural desde que el coronavirus colonizara nuestra vida en marzo de 2020, haya valencianos que se han empeñado en demostrar que hay que apostar por la cultura.
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Ejemplos como el de la librería La Primera pone de relieve la pasión por la literatura. Olga Abad ha cogido el traspaso de este pequeño establecimiento que anunció hace unos meses su anterior dueña, Fiona Songel. Abad lleva apenas tres semanas al frente del negocio y confiesa que ha cumplido un sueño al hacerse cargo del local (pese a que le ha obligado a tomarse una excedencia de su trabajo). Los cuatro nuevos propietarios de discos Oldies, la mítica tienda de vinilos con varias décadas de existencia en Valencia, Andreu, Pere, Chema y Mario, relatan que no haberse hecho cargo del negocio hubiera sido algo que no se hubieran perdonado nunca. No son los únicos. Manuel Navarro y Noemí Calabuig también eran conscientes de que no sería fácil poner en marcha su propia editorial. Pero el año pasado se embarcaron en un proyecto «ilusionante». Como Laia y David, los responsables del nuevo teatro de la ciudad: Rebombori-Espai de Contes.
Pero, ¿es buen momento para abrir un negocio cultural? ¿Es rentable? ¿Por qué lo han hecho? Los nuevos empresarios lo cuentan.
«No nos habríamos perdonado no coger el traspaso»
No han querido entrar como un elefante en una cacharrería y han respetado la solera de un negocio icónico. Los nuevos responsables de discos Oldies, Andreu, Pere, Chema y Mario, cuatro jóvenes que han dejado sus trabajos para hacerse con las riendas del local, aseguran que confían en la rentabilidad del establecimiento. «Antes daba de comer a dos familias, esperamos que ahora lo haga a cuatro», relatan los propietarios, que desde el pasado lunes ejercen de responsables del negocio. Pero semanas antes de producirse el traspaso, ya andaban por el local para conocer a la clientela. Saben que han sido valientes en aceptar el reto. Las razones de tal atrevimiento: «No nos hubiéramos perdonado no coger el traspaso», afirman.
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«La gente piensa que ha sido un locura«
Apenas lleva tres semanas al frente de La Primera, pero la ya librera Olga Abad ha cumplido un sueño. Ha dejado su trabajo y se ha embarcado en un proyecto, cuenta, «atrevido». Y, además, su comienzo en el sector literario está siendo «abrumador». «Sientes que muchas cosas del negocio se te escapan», asegura. Cree que son buenos tiempos para poner en marcha una librería o, en su caso, coger el traspaso de La Primera. «La gente que me rodea piensa que es una locura, pero no la he abierto yo de cero y es un negocio que ya funcionaba», dice.
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«La acogida ha sido bella, pero es duro«
«Teníamos que abrir nuestro propio teatro». Laia y David lo tuvieron claro en plena pandemia. En ese momento, ellos, que gestionan una empresa de cuentacuentos, vieron como muchas actuaciones se caían. «Aquí en Patraix no había un espacio de estas características. Un teatro pequeño, que permita vivir una experiencia compartida», cuentan. Por ello, en septiembre, Rebombori-Espai de Contes abrió sus puertas. «Octubre fue muy bien pero noviembre y diciembre han sido unos meses atípicos», relatan. ¿Cómo ha sido abrir en pandemia? «La acogida ha sido muy bella, pero no negamos que es duro», afirman.
«Fuimos un poco temerarios«
Who Editorial nació hace unos meses como un proyecto muy personal. Los profesores valencianos Manuel Navarro y Noemí Calabuig se dieron cuenta de que los libros que les interesaban apenas se publicaban en España. De ahí nació Who Editorial, un sello dedicado al género detectivesco que redescubre a autores no editados en el país. Pero no ha sido un proyecto fácil de poner en marcha. «Fuimos un poco temerarios pero vamos aprendiendo el negocio día a día. Editar es un proceso muy largo, con muchas cosas a tener en cuenta. Desde conseguir la licencia de autor a diseñar el libro, la traducción, la imprenta... Pero hemos conseguido que la gente nos vaya conociendo y confiando en nosotros. El balance es muy positivo», confiesan.
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