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Libros en la última planta de Elca, la casa del poeta en Oliva. IRENE MARSILLA
Al calor de los 30.000 libros del poeta Francisco Brines

Al calor de los 30.000 libros del poeta Francisco Brines

La catalogación de los fondos del autor valenciano en su casa de Oliva completa la primera fase, la dedicada a obras anteriores al siglo XIX I Quedan cuatro años para la finalización del proyecto

Laura Garcés

Valencia

Domingo, 24 de noviembre 2024, 01:22

Ni un solo rincón sin libros. Se cuentan por miles. Es la biblioteca de Francisco Brines en Elca, en el paisaje literario del único Premio Cervantes valenciano. La casa de rejería negra y fachada encalada despunta entre naranjos y pervive junto al jazmín, las buganvillas, los rosales y el laurel. El tiempo del poeta se detuvo en 2021, pero Elca –la casa de sus versos– aún contempla el Montgó a través de las mismas ventanas desde las que el autor de 'El otoño de las rosas' versó las vistas para inmortalizarlas en su obra.

El poeta ya no recibe. Ahora lo hacen sus cerca de 30.000 libros, los que leyó y los que escribió. Cada volumen cuenta algo del poeta de Oliva, son testimonio de una vida personal y creativa. Es su memoria, la que hay que preservar. Leer era su pasatiempo preferido. No tenía un espacio para la lectura, ni siquiera el despacho. Lo hacía en todas partes. Y dejó huella, un reguero de páginas recorre las estancias bajo la mirada de la documentalista Gloria Vallet y la administrativa Isabel Calonge. Ellas hojean cada ejemplar para completar la catalogación de la biblioteca.

Organizar los libros es imprescindible. La tarea es ardua y el objetivo, irrenunciable. La Fundación Brines quiere abrir Elca a los investigadores. Se impone una catalogación completa. «El deseo de la Fundación es que la biblioteca se convierta en un espacio de investigación literaria», advierte Gloria.

Gloria e Iabel trasladan a soporte digital el contenido de la biblioteca. IRENE MARSILLA

Costó empezar. Encontrar la financiación necesaria no resultó un camino de rosas; es el sino de muchas fundaciones. Los primeros síes del Ministerio de Cultura se tradujeron en un parón que impidió que Elca ya esté abierta a los estudiosos.

Pero, por fin, mediante una beca de la Diputación de Valencia, se ha empezado a trabajar, a levantar esa montaña mágica de letras que son los libros de Brines. Isabel y Gloria llevan cinco meses inmersas en páginas, títulos, ediciones, encuadernaciones, signaturas, dedicatorias… Acogen a LAS PROVINCIAS en su visita para compartir el espacio en un ejercicio de inmersión en esa montaña mágica.

Desde que empezaron tienen catalogados dos mil ejemplares. Los más «valiosos», los antiguos. Son los que se encuentran en lo que han llamado 'Estudio'. Han avanzado, pero les quedan cuatro años para cerrar un proyecto que abraza 30.000 volúmenes.

Ejemplar del Quijote que investigan si puede responder a la primera edición de la obra. IRENE MARSILLA

Una mirada a los anaqueles recorridos por lomos de encuadernación clásica y antigua ofrece la primera pista, la que confirma Gloria: «Aquí están los antiguos. Hay volúmenes anteriores al año 1800 y también ediciones a partir del siglo XIX que encierran gran interés». Y entre ellos más de una joya. La documentalista muestra un ejemplar del 'Ingenioso hidalgo don Quijote' sobre el que estudian la posibilidad de que corresponda a la primera edición de la obra de Cervantes. No hay nada que indique que se trata de un facsímil y los datos de la edición cuadran con la posibilidad. La investigación no está cerrada. Isabel muestra otra 'joya', un ejemplar de la primera edición del 'Romancero gitano', obra de referencia de García Lorca que vio la luz con una ilustración del propio autor en la guarda.Y es que Brines, además de escritor y lector, también era bibliófilo, detalle que apunta José Vicente Sala, el actual responsable de mantenimiento en Elca.

Ejemplar de la primera edición del 'Romancero gitano', obra de García Lorca. IRENE MARSILLA

La visita a la casa de Brines nos mantiene envueltos entre los libros más antiguos, una colección en la que la presencia de Gregorio Mayans, paisano del poeta, es abundante, sirva de ejemplo un estudio de la obra de Luis Vives, Las joyas incluyen al «el más antiguo», advierte Gloria Vallet. Es una pieza de 1520 «escrita en latín. Es 'De rebus coelestibus' –'La cosa celestial'– de Pontanus Johannes Jovianus, editado en Florencia».

La antigüedad de las obras que ocupan el estudio contrasta con los nuevos modos de trabajo con los que se manejas Isabel y Gloria. Junto a los volúmenes que ahora se están catalogando, se ve un pequeño ordenador. Allí es donde queda todo registrado.

«Como no disponemos de un programa de gestión bibliotecaria como tal, el informático de la fundación nos ha creado un sistema de gestión bibliotecaria a medida», apunta la documentalista. Con esta herramienta «vamos catalogando. Señalamos autor, título, idioma, editorial y materia». Y a ello se añade la fotografía de la portada, lo cual «también da mucha información». Los dos mil ejemplares que han catalogado ya están en esa base de datos que de momento todavía no ha abierto sus puertas al universo digital. Pero lo hará pronto. «No será necesario esperar a que finalicemos la catalogación de todos los libros que hay en la casa». A medida que se vayan cumpliendo fases quedarán a disposición del público, ya sea en las pantallas o llegando a Elca. Los investigadores podrán entrar en la biblioteca de Brines.

Isabel y Gloria ofrecen detalles. Si aparece una obra escrita por una mujer, se destaca. «Es una manera de visibilizar a la mujer escritora. Nos dio la idea Amparo Zacarés, presidenta de Clásicas y Modernas». Carolina Coronado, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Olivia Sabuco de Nantes y Catalina de Siena ya han salido al encuentro de las responsables del arduo trabajo de catalogación que discurre en torno a una línea que no se puede rebasar: hay que dejar cada libro y cada objeto en el mismo lugar donde lo dejó Brines.

Isabel y Gloria dejan constancia de cada libro, pero no sólo. También de todo lo que aparece entre las páginas; «Fotos, cartas, billetes de tren», pequeños recuerdos que ayudarán a conocer al Premio Cervantes valenciano. Han catalogado dos mil. Queda mucho trabajo al calor de tanto libro. En la última planta de la casa hay miles, y en lo que llaman el depósito otros tantos. Y junto a la cama del poeta, las últimas lecturas de Brines. Y en cualquier rincón de Elca, el paisaje de la vida y de las letras del poeta.

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