¡Cómo hemos cambiado!

Un grupo de jóvenes ha creado los textos de 'El tiempo arrebatado' bajo la dirección dramatúrgica como laboratorio del gran autor Paco Zarzoso (1966). De su mano han salido magníficos actores y se adivina también un buen porvenir para los creadores de este buen espectáculo provisto de garra, crítica, humor y ternura.

Confrontan costumbres e ideas de su generación frente a las de sus abuelos siempre buscando un nexo entre ambas más que emocional fusionando variadas formas interpretativas. Desde la conversación íntima hasta la coralidad con sucesión de fraseados pasando por el diálogo. Hasta el canto.

Entre las escenas, se incluyen vídeos con los testimonios de las abuelas recordando su juventud con la represión como una guillotina sobre el cuello. Son hábitos ahora suenan a absurdos pero eran la realidad. Aunque no todo fue negativo. La comunicación era personal y en la calle frente al predominio del teléfono móvil en un presente donde ni se conoce al vecino.

Vale la pena aunque sea solo por la escena del entierro con un maestro de ceremonias de la funeraria ejerciendo un sacerdocio comercial frente al resto enlutado hasta responder con incredulidad a sus palabras, sobre todo en la confusión de nombres de la difunta. Actores prometedores e ingeniosos, textos con buena prosa y secuencias jocosas, absurdas, serias y sugestivas, dan lustre a una obra para pensar sobre los cambios de la mentalidad del país en algo más de medio siglo y la situación de la mujer, antes reprimida y ahora más libre.