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Lenguaje simbólico, incógnitas, paradojas, la presencia del azar, los enigmas. Todo ello se presenta, envuelto en una combinación de arte y matemáticas, plasmado en un ... centenar de obras, dibujos y fotografías, llegados desde Japón. Es la última apuesta del Centro de Arte Bombas Gens, que con la exposición 'En busca del meta-infinito' pone al acance del espectador valenciano la obra del artista y matemático Shigeru Ōnishi, un creador único, genial, y al mismo tiempo desconocido que acerca no sólo su obra, sino la propia cultura japonesa a la ciudad del Turia.
Susana Lloret, viceresidenta de la Fundación Per amor a l'Art, el asesor de la colección valebnciana, Vicent Todolí, la directora de arte de Bombas Gens, Sandra Guimarães, además de Katsuya Ishida, director, MEM (Multiply Encoded Messages, Tokio, Japón) han presentado esta mañana la nueva propuesta del espacio cultural valenciano con sede en Marxalenes.
Shigeru Ōnishi responde a una figura creativa que ha permanecido desconocida hasta el presente por la singularidad de su lenguaje artístico y su difícil adscripción a movimientos concretos dentro de la historia de la fotografía y pintura japonesas de vanguardia. El argumento de la muestra propia de un genio descubre la apuesta de Ōnishi por trascender el tiempo y el espacio: son fotografías que renuncian a la instantaneidad propia del lenguaje, a la captura de un momento en el tiempo.
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Durante la presentación Todolí ha recordado que Ōnishi no respetaba las reglas del cuarto oscuro, manipulaba la emulsión fotográfica sobre el papel con un pincel y creaba intencionadamente irregularidades en el desarrollo del revelado de la imagen en una suerte de utilización de la «intuición». También ha incidido Todolí en el carácter paradójico de sus planteamientos, así como en una libre utilización de las fórmulas matemáticas, una combinación que unida a la falta de interés del artista por la vida social, ofrece una obra muy desconocida hasta el momento.
El director artístico de Bombas Gens ha relatado que el creador japonés utilizaba ácidos para provocar decoloraciones y químicos para manipular el proceso final de fijación de la fotografía. El acabado de sus obras las convierte en montajes fotográficos oníricos —y en ocasiones siniestros— en los que se vislumbran cuerpos desnudos, paisajes urbanos, árboles, retratos e interiores indeterminados.
Ōnishi se graduó en Topología por la Universidad de Hokkaido en 1953, y pronto comenzó a aplicar sus teorías matemáticas a la fotografía. Aunque su obra obtuvo un breve reconocimiento entre 1955 y 1957, el artista acabó por abandonar la fotografía para dedicarse a la pintura abstracta. Una selección de estas piezas pictóricas se mostrará también en la exposición que ofrece una treintena de dibujos, que incluye algunas piezas en color, de gran atractivo y que como el resto del trabajo del creador no puede calificarse en ningún estilo que no sea el propio de Ōnishi.
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