Carmen Llombart: «Ando cuatro kilómetros al día por mi casa»

Todos los barrios son ahora, por desgracia, igual de desesperadamente tranquilos. Carmen Llombart, magistrada del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat, reside en Cánovas, zona habitual de trasiego con restaurantes y bares ahora dominada por una quietud desconcertante. «Mira, es que me parece todo una película de ciencia ficción. Este silencio...Es algo increíble», repasa. ¿A quién no le ha costado hacerse a la idea del brutal cambio de paradigma? «Esto no se podía ni imaginar. Es que ahora valoramos lo que es tomar un café o hacer deporte. Todo esto que hemos perdido... Lo único positivo que encuentro es que, en cierta medida, se ha frenado el estrés que llevábamos».

Llombart es también vocal del Consejo General del Poder Judicial. Parte del encierro lo ha dedicado a leer el anteproyecto de ley de libertad sexual que pretende modificar el Código Penal para castigar los delitos relacionados con las agresiones sexuales. En el momento de la charla con LAS PROVINCIAS, se encuentra recorriendo su vivienda. «Es que me he puesto rutinas, claro. Una de ellas es andar. Llevo cuatro kilómetros», presume. El resto del tiempo, al margen del teletrabajo, lo dedica a la música, la lectura y «videollamadas con amigos y familiares». El confinamiento, sin duda, ha multiplicado la necesidad de este tipo de comunicaciones que antes apenas eran testimoniales en el día a día. «Al principio, lo llevé fatal», admite Llombart sobre el encierro. Pero sí es verdad que los aplausos de cada tarde son una inyección de «ánimo».

Las reflexiones tras el confinamiento lógicamente se han multiplicado. «He estado dándole muchas vueltas a todo esto», señala. «La vida es un regalo que no se puede rechazar y despreciar. Tenemos que cuidarnos nosotros para proteger al resto», lanza a modo de consejo. No quiere dejar pasar, sin embargo, la posibilidad de agradecer a todos los trabajadores que están en primera línea su esfuerzo en la lucha contra la pandemia. Y también a quienes a través de donaciones contribuyen a mitigar sus efectos. De igual modo no se olvida de los familiares de las víctimas del virus. «Mi más sincero pésame», les envía.