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Eduardo Punset, Constantino Romero -uno de los profesionales más respetados- y Carmen Machi en plena sesión de doblaje.
La versión original no cuaja en España

La versión original no cuaja en España

El doblaje está muy arraigado en el país décadas después de que Franco impusiera por ley la proyección de películas en castellano en las salas

begoña rodríguez

Miércoles, 19 de agosto 2015, 19:47

A principios del siglo pasado, la industria cinematográfica americana empezó a despuntar y sus películas a distribuirse por todo el mundo. Sin embargo, muchos países rechazaron estas películas, ahora habladas, por ser incomprensibles para los espectadores. El cine mudo era universal pero el idioma inglés, no. Ante este problema, una primera solución fue la doble versión: la misma película rodada en diferentes idiomas, aprovechando los mismos decorados y, a veces, hasta los mismos actores.

Pero al público no le terminaron de convencer estas dobles versiones -hechas con diferentes lenguas y acentos- lo que, junto con el alto coste que suponía rodar las mismas películas varias veces, pusieron el punto final a la doble versión, tan pronto como apareció el doblaje. La invención del doblaje se atribuye a Edwin Hopkins y a Jacob Karol en el año 1928 con la película The Flyer. Que los actores hablaran y que el público los entendiera era una necesidad innegable. En un país en el que la gran mayoría de la gente no entendía otro idioma más que el suyo propio, por no mencionar el índice de analfabetismo, el uso de los subtítulos no parecía la mejor solución. El público quería que sus héroes les fueran cercanos y nada mejor para ello que hablaran en su mismo idioma. Y las productoras lo sabían.

En 1929 se dobla la primera película al castellano en los estudios parisinos de Reservoirs en Joinville-le-Pont, adquiridos por la Paramount en 1929, aunque no todos los actores de doblaje eran españoles. En nuestro país, el primer estudio de doblaje nace en Barcelona en 1932 (el T.R.E.C.E) y en 1933, se inauguran en Madrid los prestigiosos estudios Fono España.

En ADOMA, la Asociación de Artistas del Doblaje de Madrid, aclaran que la mayoría de los actores de doblaje de esta época procedían del teatro y de la radio, de donde surgieron voces con gran capacidad de interpretación. Técnicamente, las tomas de sonido se hacen en material fotográfico, que tiene la desventaja de imposibilitar su aprovechamiento posterior cuando el take no es válido; de manera que "los actores tienen que aprenderse sus diálogos de memoria y ensayar, a veces durante horas, ante el riesgo de cometer un error".Es a partir de esta profesión, y en esta época, cuando grandes actores del cine contemporáneo -como Fernando Rey y Fernando Fernán Gómez- saltan a la gran pantalla. Hacia mediados de los años cuarenta, la profesión del doblaje se consolida en calidad. En 1947 se realiza el que, todavía hoy, es considerado el gran doblaje español de la historia: Lo que el viento se llevó (1939). "Se realizó en los estudios de la Metro Goldwyn Mayer y, con la técnica actoral llevada a cabo, marcó una línea a seguir por el resto de los estudios", subrayan fuentes de ADOMA.

Rapidez y más calidad

El sonido magnético -sistema de grabación con el que se evita cortar y tirar el material fotográfico- llegará en 1952. Se gana en agilidad y en calidad de sonido. Así nace la llamada "época dorada" del doblaje español, con interpretaciones memorables de actores y actrices de doblaje, que prestaban sus voces a las grandes estrellas americanas. La gran Anita Díaz Plana fue una de las pioneras. En los 60, llega la televisión y las series de producción norteamericana inundan la pequeña pantalla; por aquel entonces, Televisión Española (TVE) mandaba doblar las películas en Latinoamérica, de ahí que adquieran el peculiar acento del denominado castellano neutro. La razón era muy simple: en los primeros tiempos de emisión, TVE carecía del dinero necesario para encarecer ese producto doblándolo en los estudios del país. "Era más prioritario instalar torres repetidoras por nuestra geografía, y los asesores económicos de la casa aconsejaron no incrementar los gastos". La primera serie que triunfó en este país fue Perry Mason y tenía un claro acento portorriqueño. A mediados de esta década, las casas de doblaje comenzaron a presionar a TVE para que las películas y series que fuera a emitir se doblaran en España. No lo consiguieron hasta principios de los años 70, con series tan presentes en la memoria de muchos, como Ironside, La casa de la pradera y Vacaciones en el mar. Los 70 suponen, también, la renovación tecnológica. El aumento de empresas, debido a la abundancia de doblajes para televisión, contribuyó a disparar el censo de profesionales del sector. "Entonces llega la velocidad en el ritmo de trabajo y queda atrás la memorización del diálogo. Desaparece una manera de doblar que aun hoy muchos compañeros siguen echando de menos", cuentan desde ADOMA. Para los profesionales del gremio, la década de los 80 es clave para entender el presente de esta profesión.

Efectivamente, con la nueva década, el doblaje vive una inflación industrial producto, por un lado, del boom del vídeo, y por otro, ya en 1989, como consecuencia de la aparición de las televisiones privadas o las cadenas autonómicas, que acaban con el monopolio de TVE y el aumento del número de horas de emisión. A partir de los años 90 se alternan crisis y bonanzas y se lucha por preservar y recordar casi un siglo de profesión. "El doblaje se convierte demasiadas veces en centro de las críticas del cine español, que olvida que ambas historias son paralelas y no antagónicas".

Y llegamos al presente. La aparición de nuevas estaciones de televisión, así como de nuevos medios audiovisuales digitales, el reconocimiento que el doblaje recibe desde las distintas comisiones sobre comunicación de la Unión Europea, además del resurgir del éxito de las series extranjeras, hacen a algunos prever un futuro del doblaje esperanzador.

Otro aspecto a tener en cuenta con respecto al doblaje es la posible influencia que algunos le achacan en el aprendizaje de una segunda lengua y, en particular, y debido al carácter de la industria cinematográfica, del inglés. Muchos creen que el freno histórico al impulso de este idioma en España se debe a que la televisión y el cine no se emitan en versión original. Finlandia y Holanda, por ejemplo, serían el caso contrario, ya que en ambos países, y exceptuando las películas infantiles, que sí son dobladas, el gran nivel de inglés de la mayoría de la población, sería justificable, entre otras variantes, a que ven el cine y la televisión en versión original. También hay países, como Francia, que usan un sistema mixto: las películas extranjeras se estrenan en versión original subtitulada pero siempre hay unas pocas copias dobladas en la segunda lengua.

Lo que ocurrió en nuestro país fue que a principios de los años 40, Franco decidió que el cine era una herramienta de imposición lingüística y para evitarlo aprobó una ley prohibiendo las películas en versión original, con la teórica finalidad de defender el castellano. Y como quiera que el cine hablaba en inglés, y el inglés representaba al enemigo, el doblaje de las películas en este idioma se hizo obligatorio. Se promulga, así, la orden del 23 de abril de 1941 en la que quedaba prohibida la proyección cinematográfica en otro idioma que no fuera el español, salvo autorización del Sindicato Nacional del Espectáculo, de acuerdo con el Ministerio de Industria y Comercio. Más allá del idioma, se trataba de una censura encubierta que permitía, incluso, cambiar el texto original y adaptarlo a la propaganda del régimen. El ejemplo clásico es Casablanca (1942). El inspector francés que interpreta Claude Rains le recuerda a Humphrey Bogart que «en 1935 llevó armas a Etiopía. En 1936 luchó en España en el bando republicano». Sin embargo, lo que los espectadores españoles de la época escucharon fue: "En 1935 introdujo armas en Etiopía. En 1938 luchó como pudo contra la anexión de Austria". Cabría mencionar aquí que en la actualidad la única manipulación que se le puede atribuir al doblaje consiste en los cambios para que se ajuste debidamente a los labios de los personajes sin perder el sentido del texto original. Y es que muchas veces la traducción al español no resulta sincronizable, al ser la frase resultante más larga o más corta que en la versión dl idioma original.

Censura en Casablanca

En 1946, la orden ministerial con respecto a la obligatoriedad del doblaje se revoca pero, en la práctica, el espíritu del régimen seguía vigente, y el número de doblados y alterados en algún pasaje -tanto por alusiones franquistas como "morales"- es amplio. En Arco de Triunfo (Lewis Milestone, 1947), a Ingrid Bergman se le pregunta si el caballero que la acompaña es su esposo. Ella lo niega explícitamente con la cabeza mientras que sus labios pronuncian sí en la versión doblada al castellano. En La dama de Shangai (1947), Mogambo (1953) y La túnica sagrada (1953) encontramos otros ejemplos.

Lla inmersión lingüística a la que se somete al cine exhibido en España se reduce a una cuestión de dinero y de beneficios. Según el historiador José María Caparrós, la obligatoriedad del doblaje responde a "un complot de los exhibidores y distribuidores para ganar más dinero con las películas americanas, que dobladas eran mucho más atractivas para el gran público". A mediados de los 60, la ley de salas de arte y ensayo permitió proyectar algunas películas de autor en versión original, y así, en 1963 se pudo ver West Side Story, el gran musical americano, en versión original. Sin embargo, el doblaje se había afincado de tal forma en nuestra sociedad, que así ha llegado hasta nuestros días. "Es muy difícil volver atrás porque existe una actitud negativa del público. Además, las distribuidoras norteamericanas quieren doblar", asegura el crítico y realizador Fernando Mendez-Leite, un defensor de la versión original. A su juicio, es un "crimen" ver una película doblada. Otro factor es que en España el sector de doblaje es muy potente. Si bien la Ley del Cine plantea una serie de incentivos y apoyos especiales a la versión original, "no existe ninguna previsión de prohibir el doblaje", aclara Fernando Lara, director del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales. Para Joan Pera -la voz de Woody Allen en más de 25 películas-, si hace 500 años que se traducen los libros, puede ocurrir lo mismo con las películas.

Con respecto al aprendizaje de la lengua de Shakespeare en nuestro país, el denominado gurú del inglés global y autor del libro English Next, David Graddol, se muestra optimista: "Históricamente España ha sido uno de los países más pobres en nivel de inglés; sin embargo, estamos observando un enorme cambio desde 2005, y en dos años vamos a ver más por la transformación de los profesores ingleses en las escuelas españolas. El proyecto de enseñar asignaturas en este idioma tendrá un efecto múltiple". Según Graddol, saber claramente por qué idioma apuesta el país es una ventaja, así como tener zonas bilingües, como Cataluña y País Vasco. Lo que es seguro científicamente es que el español no tiene ningún cromosoma perdido que le impida hablar inglés con corrección.

Otro tema es de la polémica -que ha llegado incluso a internet- en torno a la necesidad o no del doblaje y la posibilidad de eliminarlo en favor de la proyección de películas en versión original. El diputado, antes actor, Toni Cantó y el director de cine Carlos Saura, abogan por esto último. Toni Cantó asegura que "cada vez hay más gente que prefiere ver cine en versión original", pero el presidente de la Academia de Cine, Enrique González-Macho, no está de acuerdo: "Si lo consideraran tan importante, irían todos a verla en V.O. y no van". Macho augura un desastre en la industria en el caso de que se suprima el doblaje: "Se hundiría el cine en España, quizá más todavía que existiendo el doblaje, porque sencillamente la gente no iría al cine, se compraría el DVD o la vería en TV o en internet doblada. Yo soy partidario de que ambos sistemas convivan", matiza. La Federación de Cines de España añade que sin el doblaje se perdería un 35% de público en nuestros cines.

En Valencia, el cine Babel es el único que emite en versión original subtitulada pero otras salas, como Yelmo, Lys, Abc y Kinépolis, programan sesiones sueltas sin doblaje.

Por último, cabe recordar que el doblaje, además de un tema polémico, es una industria y también un arte.

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