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laura i. sánchez
Valencia
Lunes, 28 de agosto 2017, 19:13
1
La primera entrega, y la más famosa, de la trilogía «Before» nos transporta a la capital de Austria en los años 90. Dos jóvenes se conocen en un tren y pasan juntos una noche deambulando por las calles de Viena mientras divagan sobre la vida y, poco a poco, se enamoran. El barrio alternativo de Spittelberg, la noria del famoso parque Prater, o los edificios neoclásicos a orillas del Danubio son algunos de los escenarios que se pueden visitar solo mirando a la pantalla.
2
La película que lanzó al estrellato a la por entonces desconocida Audrey Hepburn convirtió Roma en la ciudad del amor por excelencia. Una princesa cansada de sus obligaciones se escapa para hacer turismo en Roma con un Gregory Peck periodista que solo busca una exclusiva. Aquella mítica escena en la boca de la verdad, comer un helado en Plaza España o el sueño de recorrer los alrededores del Coliseo montado en una Vespa siguen cautivando al público casi 65 años después de su estreno.
3
El espía británico por excelencia nos descubre a lo largo de toda la saga la ciudad de Londres. La Oficina de Guerra, actual Ministerio de Defensa, ha sido localización recurrente en las películas de 007. También algunas estaciones de metro como la parada de Westmister se utilizó en el rodaje de «Skyfall». Pero, sin duda, las persecuciones en lancha a lo largo del río Támesis han estragos en los fans del cine de acción y en la ciudad de las cabinas rojas de teléfono.
4
Nueva York es el hogar germen de Birdman. La historia del actor que intenta cambiar la imagen que el público tiene de él escribiendo y protagonizando una obra de Broadway se desarrolla y rueda en la ciudad que nunca duerme. Algunas escenas míticas del filme como cuando el protagonista corre en calzoncillos por Times Square o cuando persuadido por su alter ego, «levita» en Brooklyn fueron grabadas en la metrópoli que tanto adoraba Frank Sinatra.
5
El barrio de Montmarte de París se dio a conocer entre los aficionados al cine francés a través de la particular, y fabulosa, historia de la joven Amélie. La ingenua y soñadora camarera deambula por la capital francesa con solo un objetivo: arreglar la vida de los demás. Durante la búsqueda de su destino recorrerá algunos locales del barrio, como la bella parada de metro de Lamarck-Caulaincourt, el Café des Deux Moulins donde trabaja o la basílica de Sacre Coeur, en cuya plaza se encuentra también el característico tiovivo del filme.
6
Nuestro país también ha atraído a muchos cineastas para rodar sus películas. Es el caso de la ciudad condal que se hizo protagonista de este triángulo amoroso entre dos turistas americanas, un pintor bohemio caracterizado por Javier Bardem, y su ex-esposa, Penélope Cruz que acaba de intentar suicidarse. Las más famosas creaciones de Gaudí como la Sagrada Familia, la azotea de «La Pedrera» o el Parc Güell sirven de escenario para esta tragicomedia americana.
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Candidata al Óscar a la mejor fotografía, esta es una de las comedias más reconocidas de Billy Wilder. En medio de la Guerra Fría, un alto ejecutivo de Coca Cola intenta abrir el mercado en la Unión Soviética, a la vez que cuida a la hija de su jefe, quien se ha casado en secreto con un ardiente anti-capitalista de Alemania Oriental. Esta sátira representación de la Guerra nos descubre icónicos lugares de la ciudad como la Puerta de Brandenburgo, la única de las puertas de acceso que queda en pie entre los dos berlines.
8
El musical que se llevó seis premios Óscars en la gala de este año muestra los entresijos de Hollywood y el mundo del espectáculo, a la vez que da a relucir «la ciudad de las estrellas». El observatorio Griffith, guiño al filme «Rebelde sin causa», el puente de Colorado Street por el que pasean con glamour los protagonistas, o la carretera Interestatal 105 donde se rodó el número inicial son algunos de los escenarios en los que ucedió la historia de amor entre Mia y Sebastian, dos jóvenes ingenuos que se enamorarán mientras intentan vivir de sus sueños.
9
Amenábar homenajeó Madrid en este drama que le valió el Goya a mejor película ese año. Un Eduardo Noriega guapo y rico se enamora de una joven, interpretada por Penélope Cruz. Su ex-novia, movida por los celos provoca un accidente de coche en el que ella fallece y el rostro de César queda completamente desfigurado. A partir de ese momento su vida cambia por completo, convirtiéndose en una horrible pesadilla. La imagen del actor en la Gran Vía de Madrid ya es un icono del cine español.
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