Al patrimonio del cine Capitol le sale un aliado

La salvaguarda del patrimonio histórico encuentra aliados insospechados. La belleza, con o sin valor artístico reconocido por la administración, se topa a veces con profesionales con respeto hacia el pasado. No abundan los ejemplos en Valencia, pero sí hay alguna excepción. La última pasa por el cine Capitol, cuyo edificio está ocupado ahora por un restaurante italiano. En la reforma se ha restaurado la decoración original de la antigua sala.

El estudio Lázaro Rosa-Violán es la responsable de recuperar parte del patrimonio del antiguo cine Capitol, concretamente unos plafones originales de cuando el cine abrió sus puertas en 1933. La pieza es una lámpara que ahora se ubica en una estancia de acceso a los baños de la pizzería Muerde la Pasta, que ocupa el inmueble del cine. «La encontramos tirada en un rincón al empezar las obras y lo que hicimos fue restaurarla y electrificarla para poder darle uso de nuevo», añaden.

«Desafortunadamente no pudimos rescatar prácticamente ningún elemento más del cine ya que, cuando nuestro cliente cogió el local, éste ya había sufrido una reforma previa», explican desde la firma de arquitectura de Barcelona.

«Hemos rescatado la marquesina de la entrada, electrificándola y restaurándola. El suelo de mosaico con dibujo de la planta primera también es original», añaden desde el estudio catalán.

El emblemático cine Capitol de Valencia, uno de los primeros ejemplos de arquitectura racionalista de la ciudad, construido en la década de 1930, conserva de su aspecto original la fachada, que es el único elemento arquitectónico que goza de protección. Surgido de las manos del arquitecto Joaquín Rieta, en la antigua sala trabajaron artistas plásticos como Amadeo Roca y los hermanos Boix.

El cine funcionó hasta 1996. Tras apagarse el proyector, el edificio pasó de la familia Pechuán al grupo Coresol (de Alejandro Soler) y de éste a la Caixa, que acometió la última rehabilitación. 'La calle 42' fue el musical deslumbrante que desplegó a las vedettes altas, delgadas y rubias platino por las escalinatas del Capitol en su inauguración, pero el lugar de los sueños de muchos ciudadanos no sería una sala de espectáculos, sino de cine de estreno a partir de 1933. En los 40, el precio de la entrada era de 1,50 pesetas y en los 50 alcanzó las cuatro pesetas, según el libro 'Valencia ciudad de cines', de Miguel Tejedor.

Contó con todos los adelantos de la época: curvatura en la fila de las butacas, un hall con figuras escultóricas de Boix, un salón-bar en el primer piso (donde los tertulianos encendían sus opiniones y sus cigarros, hoy algo prohibido), sistemas de refrigeración y seguridad avanzados, dos proyectores de la casa Western Electric (porque el cine mudo ya estaba superado). La sala contó con un aforo de 1.429 plazas, divididas en tres espacios: el patio de butacas (880 localidades), el anfiteatro del primer piso (303) y, separado por una barandilla, 246 asientos de general.

El Capitol logró en exclusiva para Valencia las películas de la Metro Goldwyn Mayer. Los taquillazos los conformaban los filmes de aventuras, del oeste, de buscadores de oro y mercenarios, de la guerra de Vietnam... Pero nada evitó su cierre.