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En los años veinte del pasado siglo, cuando eran impensables las salas de cine X, el rey Alfonso XIII encargó la producción de películas pornográficas. La prueba se encuentra en Valencia. 'El ministro', 'El confesor' y 'Consultorio de señoras' son los títulos de las producciones que a petición del monarca y con la colaboración de su «conseguidor», el conde de Romanones, se realizaron en los estudios Royal Films de Barcelona, como confirmó José Luis Rado, productor y coleccionista que en los años 90 las adquirió y las depositó en la Filmoteca. Allí se custodian estas obras que define como «incunables, porque no hay otras», tras la restauración a la que se sometieron en 1991. Por aquellas obras «transgresoras el rey pagó 6.000 pesetas». Son tres cintas cuyos intérpretes «eran prostitutas y chulos de la época» cuya selección contaba con la «participación del rey en los castings». Incluso aportaba algún apunte para los argumentos, según el relato de Rado, quien durante 14 años dirigió la Filmoteca Valenciana y fue impulsor del programa Filmoteca d'Estiu.
Las cintas se encargaron al estudio catalán de los hermanos Ricardo y Ramón de Baños. Eran los cineastas más importantes de España. La elección «no fue por casualidad», aclara el propietario de las películas. En la decisión pesó el hecho de que aquellos estudios localizados en Sarrià fueran los mejor dotados para la realización: «Son de mucha calidad». También influyó la proximidad de Barcelona al sur de Francia, «donde se celebraba un festival de producciones porno, que lo llamaban cine cochino».
Los tres títulos se realizaron «entre los años 1924 y 1925». Recuerda Rado que eran «muy transgresoras y estaban muy bien realizadas». Se trataba de obras «clandestinas» que sólo podían ver grupos reducidos de espectadores.
De ellas apenas se hablaba en su momento e incluso muchos años después. Siempre las acompañó «el rumor» que ponía en duda la certeza de su existencia, pero la longevidad de uno de los hermanos De Baños, Ramón, «que vivió hasta 1986», permitió que especialistas como Pere Portar, Román Gubern, Palmira González, Joan Francesc de Lasa o Gabriel Tharracs pudieran conocer de primera mano todo aquello de lo que tanto se hablaba y certificar si existencia». El afán investigador y coleccionista de Rado le llevó a localizar los tres títulos -«los únicos de cine porno mudo que se conservan, son incunables»- en entornos relacionados con quienes habían sido censores. Y una vez en sus manos decidió su depósito en el archivo de la Filmoteca Valenciana.
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