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José Luis Benlloch
Domingo, 24 de noviembre 2024, 01:23
Ante las grandes tragedias, la gente del mundo del toro se pone a la cabeza y ofrece sangre, sudor y esfuerzo. Lo propio o qué si no es la corrida. A eso se le llama solidaridad, en lenguaje taurino festivales o si lo prefieren torear por amor al arte, en este caso al prójimo. Los hay (festivales) desde la noche de los tiempos (Frascuelo creó y toreó, hasta que le acompañaron las fuerzas, el de Chinchón a favor de los necesitados de la población cuando los necesitados eran muchos y poco atendidos, tiempo en el que la mayoría de los hospitales se sostenían durante siglos de las aportaciones de las plazas de toros, el de Valencia mismamente), los hay auténticamente célebres y de todos los colores, por motivos mil, por el vecindario más próximo y por sucesos de ultramar y siempre por las causas más altruistas. Algo tendrá que ver el contacto constante de la torería con el riesgo. El hoy por ti y mañana quién sabe si por mí.
Ante la necesidad y el peligro no hay enemistades, y si las hubiese, pelillos a la mar que luego ya competiremos. Ese albur sucede no solo en el día a día sino en el minuto a minuto, lance a lance de la lidia. Unos se la juegan y el resto atiende prestos al quite. Así que a la llamada de a rebato, la DANA como último ejemplo, acuden las grandes figuras, los menos figuras, vuelven los grandes maestros desde sus retiros dorados y sueñan los jóvenes para que cuenten con ellos. De tal manera que si amas el toreo te tienes que sentir orgulloso. Estos días, pena grande, 221 muertos, 7 desaparecidos y setenta y cinco ciudades arrasadas, se ha desbordado de nuevo la solidaridad y se organizan festivales por toda la piel de toro en favor de los damnificados de la riada, dando lugar a un binomio, tragedia y solidaridad, que si repasamos la historia es un maldito/bendito clásico.
Si hablamos de Valencia, estos días vienen a la memoria los que se organizaron con motivo de la riada de 1957, noche muy noche de los tiempos que no se olvida. La iniciativa más sonada de entonces fue la caminata de Isidro Marín desde Pamplona a Valencia llamando a la solidaridad kilómetro a kilómetro, pueblo a pueblo, seiscientos kilómetros que se convirtieron en un suceso que seguían los medios de la época con detalle.
Marín era un torero valiente, muy honrado en la jerga taurina, de los de segunda fila que tenía el aprecio de todos. Salió el día 12 de noviembre desde Pamplona, a pie, concretamente desde el gobierno civil de Navarra, seguramente ya no existe como tal, entre vítores a España y a Valencia. Antes había visitado a la patrona de la ciudad, nuestra señora del Camino, y la capilla de San Fermín, y desde el primer momento estuvo recogiendo donativos.
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José Luis Benlloch
La primera etapa acabó en Campanas, entre grandes muestras de adhesión que se redoblaron en Tafalla, al igual que en las otras poblaciones del recorrido entre «unánimes manifestaciones de estima y aprecio de gentes de todas clases sociales», decía 'El Ruedo'. En Calahorra permaneció dos días y visitó la emisora Radio Juventud donde se grabaron las palabras que debía dedicar al arzobispo Marcelino Olaechea, otro gran animador de la solidaridad ante la tragedia que hizo del albur, digan tómbola si lo prefieren, fuente de ingresos, y al gobernador civil, a la sazón Jesús Posada Cacho, que en aquellos tiempos era además, como pueden imaginar, jefe provincial del Movimiento.
En dirección contraria, el día 18, salió de Valencia el deportista Eusebio Días Martínez, que fue despedido desde la estación por toreros, presidente de peñas y periodistas uniéndose a Isidro en Alfaro, desde donde le acompañó en su camino como cuidador-masajista. Al llegar le entregó una medalla de la Virgen de los Desamparados donada y bendecida por el arzobispo y una senyera con un emotivo autógrafo del alcalde señor Marqués del Turia, otro gran animador de la recuperación de Valencia incluso a costa de su cargo, que por aquel entonces no dependía precisamente de las urnas, y una estampa del Santísimo Cristo del Perdón y del Amparo que se veneraban en uno de los barrios más afectados por la riada. En el trayecto se sucedieron anécdotas y actos de solidaridad –ya ven que la historia se repite– que emocionaron. Entre Tudela y Mallén, un albañil, contaba Isidro, le dio veinticinco pesetas para que se las entregase al primer damnificado de la misma profesión que encontrase al llegar a Valencia; un labrador le entregó cincuenta pesetas para el fin benéfico que se estuviese organizando. Salvo los donativos que le entregaban en mano para que fuese él quien los entregara personalmente, el resto de donaciones de cada pueblo iban al alcalde correspondiente para que los entregase al gobernador civil.
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La tarde del sábado 24 llegó a Zaragoza donde fue recibido en la puerta del Portillo desde donde, acompañado por numeroso público, acudió a la basílica del Pilar para ofrendar un hermoso ramo de flores. Pasó por el manto de la Virgen y posteriormente lo hizo por la de los Desamparados. Y dos medallas de la Virgen del Vico y de Santa Ana, patronas de Arévalo y de Tudela, alcanzaron una puja muy alta en una subasta a través de Radio Tudela. También visitó la Casa de Valencia donde se ofreció un vino de honor, asistió a una comida en el Club Manolo Vázquez y a diversos actos en favor de los damnificados.
Isidro y su comitiva salieron de Zaragoza empleando cuatro etapas hasta llegar a la provincia de Teruel. Desde allí, a Castellón teniendo prevista la entrada en Valencia por Sagunto quince días después. En la capital fue recibido por una multitud, por el arzobispo y por el alcalde, que le entregó una medalla de la ciudad. Pocos días después toreó un festival en la capital a plaza llena y en las Fallas siguientes le anunciaron con Antonio Ordóñez, Jaime Ostos y Chamaco para lidiar ocho toros de Barcial. Cortó una oreja y unos aficionados del sol le regalaron unas alpargatas de careta en alusión a su caminata.
Aquel tremendo suceso generó una ola de festejos solidarios que en esta ocasión vuelve a repetirse, el primero tendrá lugar el próximo domingo en el palacio Vistalegre de Madrid con un cartel de lujo auspiciado por la Comunidad de Madrid y compuesto por Enrique Ponce, Sebastián Castella, José María Manzanares, Alejandro Talavante, Roca Rey, Fernando Adrián y la novillera Olga Casado. Hay hábitos que felizmente no se pierden.
La del 57, la que fue la riada por antonomasia hasta el momento, tuvo réplicas de solidaridad por todo el país de tal manera que fueron incontables los festivales benéficos que se organizaron en una autentica riada de solidaridad. Estos son los detalles de los más destacados.
El primer gran festival se organizó en Madrid, con el ilustre valenciano don Manuel Amorós como impulsor principal desde la Casa de Valencia en Madrid. Se celebró en la plaza de Las Ventas con una entrada que rozaba el lleno total pese a lo que la prensa consideraba precios altísimos que justificaba todo seguido con el motivo del festejo. La fórmula permitió recaudar una cifra superior al millón y medio de pesetas que para la época fueron palabras mayores.
El festejo comenzó con un desfile de representantes de las distintas regiones de España ataviados/as con los trajes regionales. En una barrerapreferente aparecieron las hermanas Emma Penella y Elisa Montes, actrices de raíces valencianas, naturalmente vestidas de fallera. El cartel lo compusieron nada menos que Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, Chicuelo II, que acababa de retirarse y quiso despedirse a la vez de Madrid, Julio Aparicio, Carlos Corpas, que sustituía a Luis Miguel Dominguín, y los rejoneadores Landete y Josechu Pérez de Mendoza.
En la parte artística dentro de un gran nivel de todos los actuantes destacaron especialmente Domingo Ortega, que estuvo magistral, Antonio Bienvenida, Chicuelo II y Pérez de Mendoza, que fueron sacados en hombros.
Málaga
En la Malagueta, en lugar de festival se organizó directamente una corrida de toros. Antonio Bienvenida, Julio Aparicio, Antonio Ordóñez y los hermanos Girón, César, Curro y Efraín, que lidiaron a plaza llena toros de José Quesada con gran éxito, al punto que salieron todos a hombros. Ordóñez cortó hasta una pata; Antonio Bienvenida fue arrollado cuando recibía a su oponente a portagayola; los hermanos Girón subastaron sus vestidos de torear desde una emisora de Radio Nacional para incrementar los ingresos de un festejo que había provocado un lleno desbordante. Presidió el festejo la Fallera Mayor María del Sagrario Fernández de Córdoba Planell, acompañada de una corte de falleras valencianas y malagueñas. La prensa aseguraba que la ciudad estaba orgullosa de que se hubiese celebrado allí el espectáculo más importante de cuantos se habían celebrado en ayuda de Valencia.
Valencia
Organizado por el popular Thomas, presidente de la Peña el 7 de Madrid y el empresario José Barceló, se celebró en la capital, que en el lenguaje actual se le denominaría zona cero de la riada, un festival a beneficio de las Fallas damnificadas. Se celebró con la plaza a reventar de público y fervor. Actuaron diversos famosos del momento, Bobby Deglané y su hija Irma, que rejonearon un novillo con buena fortuna,la rejoneadora valenciana Paquita Rocamora, el gran locutor y posteriormente famoso presentador de televisión José Luis Pecker, el que sería posteriormente crítico de Las Provincias Juan Antonio Jericó, el crítico de Levante Recorte y el locutor Adolfo Fernández, actuando como banderilleros y auxiliadores los matadores Julio Aparicio, los hermanos Pepe, Antonio y Juan Bienvenida así como el padre de ellos, el Papa Negro, Isidro Marín, Fermín Murillo, el cantaor Pepe Blanco y los periodistas Salvador Chanzá y Brines Lorente. Todo ello comentado en directo por el locutor Eduardo Gil Perotín. Se recaudaron 57.970 pesetas de las cuales 46.659 fueron beneficios que se entregaron al gobernador civil de Madrid para que lo ingresase en la suscripción pro Valencia que se había abierto.
Anteriormente se aprovechó la novillada que se había tenido que suspender por la propia riada con una ligera modificación en el cartel, para a la vez que recaudar fondos rendir homenaje a las provincias hermanas que tanto ayudaron. La terna estuvo compuesta por el castellonense Pepe Luis Ramírez, el alicantino Pacorro y el madrileño Adolfo Aparicio, que se enfrentaron a reses de María Teresa Oliveira sin que por esta vez la respuesta de público no fuese la deseada.
Sevilla
El festival lo presidió Niní Montian, actriz, que fue una 'socialité' de la época que llegó a desempeñar labores diplomáticas y dicen que guardaba secretos de las altas esferas del régimen franquista, que a mayor abundancia era hija de una dama filipina y de un capitán general español. Actuaron Manuel Zarpa, El Pío, El Trianero, Antonio Cobo, Curro Romero, que cortó dos orejas de su novillo, y Trincheira.
Barcelona
Barcelona, que por aquel entonces era seguramente la mayor potencia taurina del momento, celebró un festival con sus toreros de referencia, el polifacético catalán MarioCabré, El Andaluz, Antonio Ordóñez, Joaquín Bernadó y Fermín Murillo.
Almería
Dámaso Gómez, Juan Bienvenida, Alfonso Merino, Marcos de Celis, Rafael Mariscal y Juanito Carmona. Las reses fueron de Araúz de Robles. Carmencita Navarro de la Cámara encabezó el paseíllo.
Alicante
El rejoneador Mariano Cristóbal, Domingo Ortega, Julio Aparicio, Litri, Manolo Cáscales, Joaquín Bernadó y Pepe Cáceres con reses de Conde de la Corte.
Ciudad Real
Sara Montiel, entonces Sarita, fue con su presencia una de las atracciones del festival que se celebró en Ciudad Real en el que tras interpretarse el himno regional de Valencia entre grandes ovaciones, se lidiaron novillos de ganaderías manchegas, Laurentino Carrascosa, Hermanos Frías y Víctor y Marín para Manolo Segura, Curro Lara, el Zorro, Adolfo Aparicio, Victoriano de la Serna y Juan Coello. Todos cortaron orejas.
Aranjuez
El matador Pablo Lozano, que actuó como rejoneador, Carlos Corpas, Juanito Bienvenida, Luis Segura y los aficionados Fidel Oro y José Ramón Barro con novillos de Gabriel García.
Linares
Novillos de Mayalde para Salvador Guardiola, Pepe Bienvenida, Dámaso Gómez, Antonio Vázquez, Juanito Bienvenida y los novilleros Víctor Quesada y Paco Navarro.
Villena
Se celebró una novillada con Victoriano Valencia, Manolo Martín y Paco Medina con reses de Rosa González. Los tres espadas cortaron orejas y rabo y salieron en hombros.
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