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Dos piezas de la colección Lladró. IRENE MARSILLA

Las claves de la compra de la colección de arte de Lladró

La discreción en las negociaciones, la dificultad para vender en el extranjero las piezas y la necesidad de ofrecer un destino ilustre a los fondos, puntos fuertes de la adquisición

Carmen Velasco

Valencia

Jueves, 14 de julio 2022, 00:41

El acuerdo de compra de la colección de arte de Lladró a cargo de la Generalitat es histórico. Cuando se formalice el contrato de adquisición, el patrimonio de los valencianos se verá notablemente enriquecido. Los fondos, que cuentan con piezas maestras de ... Sorolla, Pinazo, Joan de Joanes, Zurbarán, Ribera, Ribalta y Vicente López, se incorporarán al Museo de Bellas Artes de Valencia, donde se exhibirán en 2023 dado que la pinacoteca confía en recibirlas a final de este año.

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Estas son las claves de la operación artística, una de las más importantes en la Comunitat:

1. Casi un año de conversaciones

Nada surge sin esfuerzo y sin dedicación. El Museo de Bellas Artes ronda la colección de arte de la familia Lladró desde hace tiempo. Fue José Ignacio Casar Pinazo, entonces director del San Pío v, el que mostró interés por hacerse con unos fondos que no estaban al alcance del público dado que Lladró cerró su museo en 2015. Desde ese año guardó la colección en una nave y expuso las piezas cuando fueron requeridas para exposiciones temporales.

La voluntad de Casar Pinazo no logró arrancar el apoyo político necesario en la Conselleria de Cultura para tal operación. Ha sido Presidencia de la Generalitat el departamento que ofreció el aval institucional para que las conversaciones entre el director del Bellas Artes, Pablo González, y Lladró fructificaran. Desde hace casi un año se producen las reuniones para la adquisición de 71 pinturas de la firma porcelánica.

2. Negociación discreta a tres bandas

Presidencia de la Generalitat, la dirección del San Pío V y los herederos de Lladró forman el núcleo de las negociaciones. La discreción férrea de las partes implicadas ha sido clave para que el acuerdo de compra llegue a término. En las conversaciones destacaron la voluntad y la generosidad de la familia de empresarios valencianos, que mostraron sensibilidad por mantener la unidad de la colección. Cuando la familia traspasó la propiedad de las pinturas a un holding en 2014 fueron tasadas en 6,8 millones.

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3. La exportabilidad de las piezas

Poseer la colección de arte de Lladró habría sido del interés de cualquier pinacoteca europea que se precie. Algunas de sus piezas, como 'Yo soy el pan de la vida', de Sorolla; las sagradas familias de Joan de Joanes; o las dos piezas de Zurbarán son, por supuesto, objeto de deseo de coleccionistas privados. Difícilmente el Estado hubiera autorizado la exportabilidad de las piezas singulares para poder venderlas en el extranjero. Ahí está el caso de 'Fin de jornada', de Sorolla. La salida de esta pieza, en manos de los herederos del pintor valenciano, ha acabado en los tribunales ante la negativa del Ministerio de Cultura a que la obra deje de formar parte del patrimonio español.

Algunas de las piezas de la colección de arte de Lladró hubieran podido registrar una situación similar. El mercado del arte alcanza mayores ofertas económicas fuera de España, pero no siempre es posible vender las obras en el extranjero.

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4. Inmejorable destino

La disgregación de la colección de arte de Lladró hubiera sido una mala noticia. Conservar la unidad y dotarla de un destino de altura, como son las salas del San Pío V, es ofrecer una segunda vida a los fondos de la firma porcelánica.

Además, las 71 pinturas encajan en el discurso de la pinacoteca valenciana al tratarse de un recorrido artístico del siglo XV al XIX. En la adquisición de la Generalitat figuran piezas de Vicente Macip, Joan de Joanes, Ribalta, Ribera, Zurbarán o un 'San Matías' del taller de Rubens.

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La colección artística Lladró se perfila como aliado perfecto para el impulso del Bellas Artes. En 2012 la Conselleria de Cultura reconoció el Museo Lladró como centro de arte de referencia de la Comunitat, pero en junio de 2015 las instalaciones de Tavernes Blanques se cerraron. Los fondos pasaron entonces a estar custodiados en un almacén de Madrid.

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