Los colores de Sorolla

La paleta de un pintor es el conjunto de colores que utiliza habitualmente en sus obras. Algunos artistas utilizan más y otros menos pero son bastante identificativas. Así, tener resgistros sobre los colores utilizados en distintas obras ayudan a identificar la autoría pero también conocer la composición de los pigmentos que se utilizan en la elaboración de esos colores.

Joaquín Sorolla pinta su obra a finales del siglo XIX y principios del XX que es cuando se da la incorporación masiva de nuevos productos procedentes de la industria química frente a los pigmentos tradicionales que mezclan componentes en polvo de origen mineral o biológico con un aglutinante. Además, hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un artista de éxito internacional que realizó múltiples viajes y exposiciones en España, Europa y Norteamérica. Este hecho incidió en la complejidad de su paleta que estuvo en consonancia con sus inquietudes de cada etapa.

Y pese a todas las novedades existentes, aunque el valenciano no duda en integrar en su obra nuevos pigmentos sintéticos, sigue prefiriendo utilizar los tradicionales. Los diversos estudios técnicos realizados sobre la composición de su obra muestran que los elementos tienen una molienda muy fina, con un tamaño de partícula al límite de la suspensión, aunque también se han encontrado partículas de morfología bien definida y tamaños mayores.

No es de extrañar que Sorolla, el maestro de la luz, empleara el blanco en la mayoría de sus obras. Blanco de plomo era su pigmento más usual al que acompañaron bermellón, amarillos, pardos y anaranjados, que aportan calidez a su paleta y por supuesto los azules, predominantes en las marinas.

La identificación y datación de los colores por los elementos que los conforman son fundamentales para distinguir obras auténticas de falsificaciones ya que revelan si eran utilizados por el pintor en cuestión y si son posteriores o contemporáneos a la obra.

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