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'El Conde de Torrefiel'
TEATRE EL MUSICAL

El Conde de Torrefiel insta al público del TEM a una fuga poética del mundo exterior

Pablo Gisbert y Tanya Beyeler combinan performance, danza y artes plásticas en Una imagen interior

Viernes, 24 de noviembre 2023, 00:50

La nueva creación de El Conde de Torrefiel es un viaje que empieza en un museo de historia natural, sigue en un supermercado, salta a una caverna y acaba en el cerebro, donde sus protagonistas encuentran el sueño para imaginar, inventar un futuro y empezar de nuevo. El espectáculo, titulado Una imagen interior, está programado los próximos 2 y 3 de diciembre en el TEM y llega cargado de preguntas.

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A la audiencia se le cuestiona cómo alimentar imágenes interiores en este mundo digitalizado, de qué manera recurrir al poder de la imaginación, cómo dar sustancia a una realidad que no es inmutable, sino cambiante, fruto de nuestros sueños y decisiones.

'Una imagen interior' se articula en tres actos y acaba como empieza. La formación liderada por Tanya Beyeler y Pablo Gisbert se sirve de las herramientas de la performance, la danza y las artes plásticas para crear dentro de las convenciones teatrales. La propuesta consta de una dramaturgia singular, donde texto, movimiento, sonidos y materiales chocan, se oponen y precipitan hacia una explosión de pensamientos y sensaciones. El objetivo final es desplegar el erotismo de la imaginación para inventar la realidad del mañana.

El conde de Torrefiel

«La pieza invita a mirar primero, a leer después, a sentir desde el principio, a sentirse uno más al final. Y en ese ejercicio de sumar para una pluralidad tiene mucho que ver un texto en primera persona que ha sido trabajado para ser un yo y un nosotros que no renuncia a lo íntimo, pero destierra lo narcisista», explican sus directores y dramaturgos, que realizaron una residencia técnica de la obra en 2022 en el escenario del Teatre El Musical.

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Gloria March Chulvi, Julian Hackenberg, Mauro Molina, David Mallols, Anaïs Doménech y Carmen Collado habitan una escenografía maleable y en constante cambio. Este marco en el que se sitúa el elenco está en consonancia con la realidad inestable de la que la obra pretende dar testimonio. Es una suerte de caverna de plástico que evoca a la de Platón, y plantea que la realidad no es tan sólida, estable e inalterable como esperamos. Por el contrario, es susceptible de transformarse o desmoronarse en cualquier momento, ante una guerra, una pandemia o una catástrofe natural.

«Ni las imágenes ni las palabras han conseguido plasmar la impresión de realidad que acompaña la vida. Ante la evidencia de este paisaje del fracaso, El Conde de Torrefiel propone esta vez el erotismo de la imaginación como alternativa radical a las ficciones y las imágenes que nos gobiernan», exponen desde la compañía.

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A veces, incómodos

El Conde de Torrefiel se ha dado a conocer por sus trabajos a veces incómodos, sobre la tensión entre lo individual y lo colectivo y la frágil configuración de la sociedad occidental, y así observar las formas en las que se manifiestan los sentimientos que provoca nuestro tiempo.

El dúo formado por Tanya Beyeler y Pablo Gisbert, hace uso de textos proyectados, que se articulan tanto como juegos narrativos de simulación futuristas hasta consideraciones y juicios intimistas parecidos a soliloquios en un diario. Los textos revelan estados propios de una generación insegura en una pretendida libertad, textos que se oponen a la puesta en escena de coreografías minimalistas y sonidos evocadores.

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