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El escritor Carlos Marzal junto a la jefa de Culturas de LAS PROVINCIAS, Carmen Velasco, (I) e Irene Rodrigo (D), periodista en À Punt. txema rodríguez

«Corren tiempos complicados con el macabro asunto de la corrección política»

El escritor valenciano Carlos Marzal descubre las claves del libro 'Nunca fuimos más felices', donde aúna fútbol y literatura

Laura Garcés

Valencia

Domingo, 14 de noviembre 2021, 01:24

Al césped del Otoño Literario de LAS PROVINCIAS saltó una excepcional alineación. En la portería, Lope de Vega. En la defensa, Santa Teresa, Quevedo, Manrique y Fray Luis. Centrocampistas: Antonio Machado, Cervantes, Clarín y Bécquer. Delanteros: San Juan y Juan Ramón. En el banquillo se sientan: Rosalía de Castro, Galdós, Gonzalo de Berceo, Max Aub, Claudio Rodríguez, Delibes, Brines y Azorín.

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¿Literatura, fútbol? Lo uno y lo otro. Lo primero porque sí. Porque eso es el libro 'Nunca fuimos más felices' que acaba de publicar el valenciano Carlos Marzal, Premio Nacional de Poesía 2002. El autor se reunió en el espacio La Rotativa de este periódico con Carmen Velasco, jefa de la sección de Culturas de LAS PROVINCIAS, e Irene Rodrigo, periodista y divulgadora literaria en redes sociales y en À Punt. Marzal habló del arte de escribir en torno a un libro, que aseguró que «mentiría si dijera que he tratado de hacer un ensayo de erudición deportiva o filosófico. Es literatura. Es prosa, que a veces trata de contar, y otras de cantar, de acercarse a la narración o a la poesía».

LA OBRA

«Este libro es prosa que trata de contar y de cantar, acercarse a la narración o a la poesía»

¿El fútbol es la excusa para mirar al mundo? A la pregunta de Carmen Velasco, el escritor respondió afirmativamente en un partido sin contras, de letras y letras: escritas y habladas. En el terreno de juego a Marzal –cuya trayectoria deja claro que posee el don del negro sobre blanco– también le asistió el verbo para verter sobre la mesa confesiones que ayudan a conocer al poeta y al narrador.

Quedó claro que el tradicional derbi entre deporte y literatura ha recortado distancias. «Hace años había gran prejuicio sobre el deporte. Durante muchísimo tiempo en el universo de la izquierda, sobre todo, se asociaba fútbol con franquismo», apuntó Marzal. Pero al terreno de juego ha saltado una pelota que, buscando tejado donde caer, ha cometido una falta que lesiona el universo de la creatividad. «Los tiempos que corren son complicados, de bastante oscurantismo biempensante. Con el macabro asunto de la corrección política hay más autocensura que había antes, cuando se podían decir ciertas cosas y que la gente se las tomara con sentido del humor, sin necesidad de hacer un tema de discordia», afirmó el autor.

El poeta reivindica en el Otoño Literario que la escritura «también tiene que servir para darse caprichos». TXEMA RODRÍGUEZ

Y todo, a juicio de Marzal, «propiciado por las redes sociales, que han multiplicado hasta el infinito la opinión, que muchas veces es inteligente, pero miles de veces agreste. Nunca ha habido tanta gente con tan poco que decir y con tanto eco. Se ha puesto un megáfono en manos de cualquiera».

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¿Alguien va a pitar, a sacar la tarjeta? ¿A quién corresponde? ¿A la literatura? «Es papel de las conciencias individuales. A la literatura no hay que pedirle que sea el guardián de la verdad, de las esencias. En estos momentos no hay que pedírselo a nadie. Ni a los pensadores, ni a los escritores, ni a los artistas en general. Es tarea de las conciencias particulares y que cada cual a la hora de dar opiniones y difundirlas que se lo piense. Deberíamos tener más pausas», apuntó Marzal. No hablaba de peloteo o de tiempos muertos, sino de que una «de las grandes tareas del arte es crear un tiempo interior distinto. Dar un poco de pausa al mundo».

FUNCIÓN

«A la literatura no hay que pedirle que sea guardián de la verdad, de las esencias»

En un momento del encuentro el autor se detuvo responió a Irene Rodrigo qué tiene que enseñar el fútbol a la literatura: «Los valores fundamentales del deporte que deben ser también una ética. Si el fútbol no tiene ética propia creo que no es lo que de verdad entiendo yo por fútbol. Me parece que hay una lección de vida, un mundo de la ética que es consustancial al deporte, que debe enseñar esfuerzo, que prosigamos, que nos esforcemos por seguir en el trabajo, la alegría de la victoria y la relativización de la misma».

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Como el balón en un regateo, las palabras fueron y vinieron del deporte a la literatura mientras avanzaba un partido sin marcador. Y es que en la literatura «el éxito lo mide la tradición. No se puede medir qué escritor es mejor que otro. No podemos contar los goles. El ingreso en la tradición de los escritores a los que acudimos generación tras generación es lo que marca su calidad».

REDES SOCIALES

«Nunca ha habido tanta gente con tan poco qué decir. Han dado un megáfono a cualquiera»

En esa tradición ha encontrado Marzal las claves para la alineación nacional que incluye en 'Nunca fuimos más felices' y que deja, para sorpresa de la grada, a Brines –el Premio Cervantes valenciano– sentado en el banquillo. «La literatura también tiene que servir para darse caprichos. No sabes los problemas que me ha generado mi alineación, por qué este y este no. A Paco estoy seguro de que no le habría importado, era una maravillosa persona y de una modestia extraordinaria. Para mí es fundamental. Conocerlo ha sido una de las mejores cosas que me han sucedido. Siempre digo que es un maestro en lo literario, un padre y un amigote con quien uno podía hablar de cualquier cosa».

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Sólo dos mujeres en ese once. «En el arte no creo en la igualdad, ni en las cuotas. En otros ámbitos es imprescindible hay llegar a la paridad, en lo laboral, en todo lo que tenga que ver con el universo de lo estatal. En el arte rigen otros méritos». Y Josep Pla en la selección extranjera, Marzal no se esconde: «Es una broma. Como los catalanes, por su supuesta tradición a la literatura catalana, a veces les cuesta hablar de Pla como el genio que es. Y a los lectores del español, como lo fundamental de su obra está en catalán parece que no pertenece al universo hispánico». Marzal paseó por el encuentro el concepto de escritura como «como juego» para hablar de un libro que termina con un capítulo triste, que refiere la muerte del amigo y también poeta Antonio Cabrera: «La vida es esa mezcla de alegrías y también calamidades». Todo está en 'Nunca fuimos más felices'.

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