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El Cortijillo, una dehesa cinco estrellas

Domingo, 10 de noviembre 2019, 00:21

La ganadería de los hermanos Lozano tiene el privilegio de pastar en distintas dehesas que ya forman parte de la leyenda popular. Egido Grande, en Navalmoral de la Mata, donde tienen el grueso de las vacas de vientre, hato que aunque han reducido ronda las mil madres; La Mudiona, en el término cacereño de Alcollarín; y La Cristina, en Olivenza; pero es El Cortijillo, en las tierras toledanas de Urda, la más representativa. Allí pastan y se acaban de rematar los machos. Tiene más de dos mil hectáreas perfectamente aprovechadas, que la convierten en unas de las fincas más lujosas y mejor preparadas del bravo.No cabe más cuido, ni más conocimientos camperos en sus instalaciones, escribí recientemente. Las querencias para un buen manejo, las necesidades de cada momento, el corredero, las pendientes de los cercados para que se fortalezcan las extremidades sin dañarlas, la pradera como paso previo al monte donde encuentran un buen techo cuando aprieta el frío que por estos lares cuando llega es seco y bravo. Cada cercado, cada detalle es una suite de lujo sin que huela a nuevo rico. Recorres El Cortijillo de un lado a otro y tienes la sensación de que nadie escatimó para alcanzar el ideal. Lo tendrían que ver los animalistas o mejor no, para qué, que se lo pierdan. Aquí la corrida de Madrid, al lado la otra corrida de Madrid, dos lotes de toros soberbios. Los ves aquí y los podrías ver en cualquier plaza, y no habría lugar a la duda, son alcurrucenes puros porque a estas alturas ya no me atrevo a decir núñez. Debe ser efecto de los cuidos y alimentación pero esos volúmenes y trapíos son Alcurrucén. Hechos para lidiarse.

La variedad de pelos sale de ojo, los colorados sobre todo, los negros, los mulatos, esos berrendos en melocotón tan propios de la casa, bien armados todos. Nos reciben atentos, no nos pierden de vista. No invitan a la confianza. Ni nosotros a ellos al parecer. En el cercado de al lado, la corrida de Fallas, otra hermosura, lo que corresponde a Valencia con permiso de la intolerancia de una autoridad que no acaba de entender lo que es el toro bravo o no le interesa saberlo.

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