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La dejadez de las administraciones públicas ante el mural de Renau no es nueva. Desde el Círculo por la Defensa del Patrimonio volvieron ayer a criticar que tanto el Ayuntamiento como la Generalitat no hayan defendido el valor de esta creación única.
En este sentido, la entidad se ha sumado al Consell Valencià de Cultura, que realizó un informe en 2014 alertando de la posible pérdida de la pieza. Pero además, Antonio Marín, exmiembro de entidades que defienden el patrimonio, volvió a solicitar ayer a la Conselleria de Cultura que salvaguarde la obra. Ya lo hizo en 2016. Y anteriormente también había mostrado su preocupación por el futuro de este fresco a través de numerosos escritos a la Dirección General de Patrimonio. El propio Marín se plantea incluso acudir a la Justicia para emprender acciones legales si ninguna administración pública se hace cargo de la situación del fresco de Renau.
Y es que la obra del artista valenciano es una pieza excepcional. Es el único mural en la ciudad del que se tiene constancia. Su atribución fue mérito de Manuel García, experto en la producción pictórica del artista. El fresco, que se encuentra en el techo del baño de un edificio de la calle Caballeros, es muy colorido y refleja numerosos animales (peces, culebras, aves) y siluetas humanas (mujeres desnudas y arqueros). El mural es de la década de los 30 y fue un encargo de los propietarios del inmueble a Renau para personalizar la dependencia de la casa. Además, en esta pieza se observan algunos de los elementos que el pintor desarrollaría posteriormente.
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