Sábado, 6 de noviembre 2021, 00:33
Sorolla, dibujante sin descanso', organizada por la Fundación Bancaja y el Museo Sorolla, tiene varios apartados: 'La línea en el inicio', 'Grandes obras, grandes dibujos'; 'La ciudad moderna'; 'Dibujo, familia, hogar' y 'Apuntes sobre la técnica y los materiales de dibujo en Sorolla'. Reúne la muestra una selección de los 'fragmentos de verdad' de Sorolla. Hay constancia de unos 8.000 dibujos del gran pintor valenciano. 5.000 de ellos se conservan en el Museo Sorolla. Para la muestra de Bancaja, comisariada por Inés Abril Benavides y Mónica Rodríguez Subirana, se ha seleccionado un centenar largo de estos dibujos, la mayoría procedentes de la colección del Museo Sorolla. Son hermosos, llenos de vida y no demasiado conocidos, los dibujos sobre el nervio, el esplendor y la intensidad de las grandes ciudades (Nueva York, París, Londres...). Los retratos familiares (su mujer Clotilde, sus hijos María, Joaquín y Elena), más conocidos, son espléndidos.
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Decía Sorolla sobre el dibujo: «Cuando más viejo me hago, más me doy cuenta de que el dibujo es el más importante de todos los problemas que presenta completar un cuadro. Al pintar un hombro, poco importa si utilizas tres mil pinceladas o solo diez. Lo que realmente importa es que el hombro resulte sólido y esté bien construido».
«Ningún pintor formado en la Academia en el siglo XIX dibujará mal. La Academia no transmite el genio, pero sí un oficio sólido y, desde luego, una disciplina estricta en relación con el dibujo, que, en España y en tiempo de Sorolla, seguía considerándose el fundamento de la pintura». «La inmensa mayoría de los dibujos de Sorolla -apuntes rápidos y utilitarios- están hechos sobre papeles pequeños, hojas de los cuadernillos que solía llevar consigo para poder dibujos en cualquier momento». (Consuelo Luca de Tena, directora del Museo Sorolla 2010-2019).
Sorolla fue un dibujante de impresiones, atento a los matices de su entorno. Dibujaba todo lo que se ponía ante sus ojos. Dibujos de Nueva York, todos realizados entre el 21 y el 24 de mayo de 1911: 'Estatua de Washington', 'Central Park', 'Fifth Avenue', 'Esquina de la calle 59', 'Casa de Vanderbilt', 'Entrada a Central Park', varias 'Escenas de café', 'Hotel Plaza'...
«Lamentablemente, es el artista el que piensa que para hacer un trabajo artístico debe huir del ruidoso mundo actual. Y es precisamente en medio de ese ruido mundano donde se debe encontrar el arte. Pensemos, por ejemplo, en Nueva York. Hay arte en sus calles y en sus plazas, en los clubs y en los teatros, en los autobuses y en los vagones de metro». (entrevista del The New York Times a Sorolla, 14 de marzo de 1909).
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Inés Abril afirma que probablemente «fue París la ciudad que despertó en el pintor un mayor interés por las escenas que se desarrollaban en las calles y en los establecimientos públicos». París como símbolo de la modernidad, se convirtió en un habitual motivo de celebres pintores de finales del XIX y principios del XX (Monet, Renoir, Toulouse-Lautrec, Pisarro, Picasso, el propio Sorolla).
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