Bajo la lluvia de abril

En estos momentos de mi vida, cuando presiento que el final se acerca, recuerdo con cariño aquel primer amor infantil lleno de ternura e inocencia, y muy alejado del «amor brujo» que llegaría más tarde, en la madurez, con «los amores de la Inés». Aquella «fantasía bética» de niña andaluza, que se me acercó ya de «noche en los jardines de España», empapada de lluvia a cobijarse bajo mi paraguas, logra que «la vida breve» se me arremoline en los recuerdos de mi niñez.

Y ahora, ya viejo y cansado por el peso de la edad sobre mis hombros, me quito «el sombrero de tres picos» y, a modo de saludo, mirando «tus ojillos negros», desde el escenario del «gran teatro del mundo», tras componer mi última obra para ti, te regalo «la Atlántida», y cerrando mis ojos me dejo morir. -¡Manuel, Manuel! No te alejes de mí.

-Mi niña, para siempre estaré aquí, juntos bajo este paraguas en el parque Geno-vés. -Agárrate a mi cintura… ¿No ves que me estoy mojando?

-Pues pégate más a mí.

-¿Has visto que la fuente, en el centro del jardín, son dos niños con paraguas ba-jo la lluvia?

-Somos tú y yo cuando nos conocimos. ¿Sabes cuánto tiempo hace?

-Toda la vida, amor, toda la vida…

Cuatro pasos más allá, ni dos minutos pasaron, con su banco ya a la vista, ese banco ensortijado de flores en el que siempre se sientan a la vuelta del recodo. Manuel clava en tierra sus rodillas y se suelta de su mano.

-¿Qué te ocurre, Manuel? ¿Por qué te encorvas así? ¡Abre los ojos, Manuel!

Como unas «olas gigantes», que llegando a la costa embisten con su furia oculta y arrasan todo a su paso. Como el «fuego fatuo» deshace y apaga lo que conquista, como un «cortejo de gnomos», mudos, ciegos y sordos tras entonar su «serenata anda-luza»¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!» «madre, todas las noches», bajo la lluvia de abril.

Si quiere participar, ha de enviar su microrrelato a cuentosminimos@lasprovincias.es. La extensión exacta del relato es de 330 palabras.